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15º Escuela de Otoño. Formación para profesionales de las adicciones. Parte 2: Afectividad y adicciones

Como también quedó patente durante la 15ª edición de la Escuela de Otoño, cuando se trata de adicciones, no solo es necesario combatir el

La afectividad en el tratamiento de las adicciones tuvo una importante presencia en esta edición de la Escuela de Otoño/InD

La afectividad en el tratamiento de las adicciones tuvo una importante presencia en esta edición de la Escuela de Otoño/InD

síntoma, la enfermedad adictiva, sino que también existen otros factores a los que prestarle atención durante el tratamiento. Por tanto, ya no se pretende solamente que  la persona se mantenga abstinente, como explicábamos en la primera parte de esta crónica, sino que todos los aspectos de su existencia mejoren notablemente para comenzar a tener otra vida más plena y saludable. En este sentido, resulta imprescindible prestar atención a las relaciones afectivas que el sujeto adicto ha generado tanto con su pareja como con su familia.

Prestar atención a las relaciones de afectividad resulta de vital importancia en el caso de las mujeres drogodependientes, tal y como se expuso en el taller “La dependencia afectiva en las mujeres drogodependientes” dirigido por la psicóloga Azucena Martí de la Unidad de Conductas Adictivas (UCA) de la Vall d’Uixó. La mayoría de mujeres, por el modo en que han sido socializadas en una sociedad patriarcal como la nuestra, presentan un cierto grado de dependencia afectiva, de manera que este hecho no es exclusivo de las que padecen alguna drogodependencia. Así, dicha sociedad patriarcal presenta formas de ser, pensar y estar en el mundo que inducen a hombres y mujeres a comportarse de acuerdo con unos roles de género. De esta manera, las mujeres deben ser pasivas, receptivas, objeto de deseo y estar disponibles. Se las valoriza en función de su entrega a los otros y por despertar el deseo del hombre, a quien se le otorga una postura activa frente a la pasividad de las mujeres.  De este modo, para ellas, lo importante es la relación y ésta se convierte en el elemento nuclear de sus vidas: su identificación y su yo depende de ser queridas, querer y ser vistas. Este hecho no ocurre en el caso de los hombres, pues ellos también tienen el éxito social y económico y el poder. De esta manera, su identidad también es extraída del éxito en el campo social y no solo del ámbito privado de las relaciones. Sin embargo, en el caso de las mujeres, un fracaso en una relación personal implica que éstas se queden sin nada y que ya no sean nada.

La mayoría de mujeres tienen cierto grado de dependencia emocional

De esta manera, en la dependencia emocional se magnifica el miedo a la soledad y se sobredimensiona el vínculo con la pareja. Se establecen relaciones de sumisión y existe miedo a la separación, una sensación de carencia afectiva, vacío emocional, idealización del otro y la relación de pareja que se tiene con él, una autoestima disminuida alimentada de fuentes externas, dificultades para representarse como persona valiosa, autosuficiente y digna, pérdida de proyecto vital e ignorancia frente a las necesidades y deseos propios por lo que la mujer que padece este tipo de dependencia parece ajena a sí misma. Igualmente, la dependencia afectiva genera pensamientos mágicos en la medida en que la persona piensa que cuanto más haga por el otro, más le dará éste y comienza a cuestionarse acerca de las cosas que podría haber hecho o no hecho para conseguir que la relación hubiera sido como ella deseaba. La persona tiene miedo a mostrarse tal cual es por miedo a que la desprecien por ello.

Los nuevos modelos sociales para la mujer tampoco están mejorando su situación, pues, por ejemplo, en el caso del modelo de supermujer que, además del cuidado del hogar debe triunfar socialmente, se están introduciendo nuevas presiones sociales para ellas. Como explicó Martí, también “podemos empezar a generar otro tipo de violencia dentro de la familia” cuando los dos miembros de la pareja trabajan y aportan la misma cantidad de dinero a la unidad familiar. Sin embargo, como las mujeres suelen ganar menos (de acuerdo con el informe IGUALES: Acabemos con la desigualdad extrema. Es hora de cambiar las reglas de Oxfam Intermon, las mujeres cobran entre un 10% y un 30% menos que los hombres por un trabajo similar, en todas las regiones y sectores) comienzan a empobrecerse, a pesar de que, además, suelen soportar una mayor carga de trabajo al ocuparse de la mayoría de las tareas del hogar, trabajo que, en última instancia no está remunerado.

Así, la mayoría de mujeres, sobre todo si se trata de drogas ilegales, suelen ser iniciadas en su consumo por su pareja o por sus amigos. También

Durante uno de los talleres de la Escuela de Otoño/InD

Durante uno de los talleres de la Escuela de Otoño/InD

existen casos en los que mujeres adultas, tras una ruptura de su relación de pareja, comienzan de nuevo a salir y empiezan a iniciarse en el consumo de alcohol y cocaína como un medio para superar el duelo por su separación y para sentirse más integradas en el caso de tener amigos/as o una nueva pareja que consuman estas sustancias. En todo caso, cuando acude a terapia una mujer con una dependencia a tóxicos es necesario estar muy pendientes de si padece una dependencia afectiva y tener presentes, durante el tratamiento, ambas dependencias.

“Es necesario entrar en el proceso de duelo para podernos liberar de las relaciones de dependencia”, explicó Martí. En este sentido,  dicho duelo presenta cuatro fases que pueden no darse consecutivamente:

-Negación: rechazo ante la pérdida. En esta fase también se puede mostrar sorpresa por parte de la persona dependiente ante la incredulidad de estar atravesando por esa situación.

-Depresión: la persona puede comenzar a retirarse del mundo y reflexionar sobre el significado de la vida. Es una fase de desorganización y de desesperanza.

-Cólera, rabia, ira: la persona se pregunta “¿Por qué a mí?”. Sobresalen los sentimientos relacionados con la pérdida y la inquietud y se expresa rabia contra sí misma. También toma la forma de culpabilidad y desprecio porque la persona se siente devaluada.

-Aceptación: la aceptación de la pérdida conlleva una redefinición de sí misma y de una situación. Es el reencuentro con una misma. Es una fase de aceptación de la pérdida y aceptación para empezar a construirse a sí misma.

“Al final de este proceso se llega a comprender que se merece que la quieran por lo que una es y no es y sobre todo se aprende que la lucha que se ha emprendido para llegar a ser autónoma es el mejor de los regalos que puede ofrecerle la vida, a pesar de que ello haya costado sufrimiento”, concluye Martí.

La familia en las relaciones dependientes

Pero no solo la pareja tiene una gran importancia para las persona que padece una adicción, sino que, tal y como expusieron los psicólogos. psicoterapeutas y terapeutas de familia y pareja Andrés Climent y Beatriz Pérez-Manglano, la familia es un sistema donde la persona forma parte de él en la medida en que ésta experimenta los males de dicha familia y donde su cambio repercute también en transformaciones para todo el sistema. Por ello, desde la terapia familiar sistémica, el trabajo con la familia para la rehabilitación de una persona que padece una adicción cobra una importancia vital. Como indicó Climent: “Partimos de la idea de que enfermamos en relaciones y también nos curamos en relación”.

En la terapia familiar sistémica la adicción se trata como un síntoma de que algo no marcha bien en la familia

En este sentido, se entiende la adicción como una patología de los afectos, es decir, se trata de una carencia en alguna fase de la evolución de una persona que no le ha posibilitado hacer el recorrido de la vida sin miedo a hacerlo. El sentimiento de apego se genera en el nacimiento y ello se arrastra durante toda la vida. En la adolescencia se inicia el proceso de individuación. Cuanto más se sienta que se ha pertenecido a un grupo familiar, más fácil le va a resultar al individuo salir al mundo exterior,  ya que sabe que puede volver a la familia si la necesita sin estar aferrada a ella de manera desesperada. Si cuando dicha persona  sale al mundo, necesita un sustituto del referente familiar para sentirse seguro, se puede generar una adicción. De esta manera, de acuerdo con los estudios de Cancrini, se dan las siguientes posibles evaluaciones después del encuentro con las drogas:

-Se produce una aceptación en 68% de los casos y un 32% de rechazos.

-De ese 68% de aceptaciones, un 43% realizará un uso exploratorio y un 25% tendrá un consumo problemático. A su vez, de este porcentaje, un 20% generará dependencia (la droga es sostén de una adaptación inestable) y un 5% toxicomanía (pasando la droga a ser el centro del universo de esta persona).

Así, la terapia familiar sistémica es un modelo de que se aplica en trastornos y enfermedades concebidos como una expresión de las alteraciones en las interacciones, los estilos relacionales y los patrones comunicacionales de la familia y otros sistemas como un todo. De esta manera, como indicó Pérez-Manglano, si vemos la adicción como un síntoma es necesario comprender qué la sostiene, qué la ha generado, etc. y es precisamente cuando cesa el consumo cuando hay que trabajar con la terapia. Por tanto, para que cese la conducta adictiva de acuerdo con el modelo de Prochaska y Diclemente es necesario transformar los síntomas/situación, las cogniciones desadaptativas, los conflictos actuales interpersonales, los conflictos de familia/sistemas y los conflictos intrapersonales.

Climent y Pérez-Manglano también se refirieron al trabajo del terapeuta con la familia, explicando que éste ha de trabajar con toda ella y no aliarse con unos de sus miembros, pues esto repercutiría negativamente en el sistema que conforma dicha familia.

Azucena Martí, psicóloga UCA Vall d’Uixó: “La codependencia funciona igual que cualquier otra adicción a tóxicos”La familia y la codependencia en los trastornos adictivosTerapias para la codependenciaLola de Al otro lado de la adicción: “Cuando tu codependencia se manifiesta abiertamente generando un gradual malestar en tu bienestar personal hay que tomar medidas inmediatamente” Las dependencias relacionales: cuando los vínculos afectivos se convierten en una adicción. Primera parteLas dependencias relacionales: cuando el amor se convierte en una adicción. Segunda parte

  • Para saber más sobre las dependencias en las mujeres, pinche los siguientes enlaces:

Diferencias entre las mujeres consumidoras de alcohol jóvenes y adultasIgualdad en el consumo de alcohol entre hombres y mujeres y cambios en los roles de géneroAsociación entre violencia de género y alcohol

  • Para saber más sobre la terapia familiar sistémica, pinche en los siguientes enlaces:

Entrevista a Pier Georgio Semboloni, codirector del Centro Genovese di Terapia della Famiglia. Parte IEntrevista a Pier Georgio Semboloni, codirector del Centro Genovese di Terapia della Famiglia. Parte II

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