Expertos

¿Saben los jóvenes que cuenta con nuestra ayuda?

Laila R Monge, escritora

Vivimos en una sociedad donde los niños actúan con una madurez, a veces, impropia para su edad. Les damos, sin pretenderlo, responsabilidades que no les corresponden. Y, en muchos casos, luego lamentamos las consecuencias por no haber sabido marcar límites a tiempo. O, peor, porque no hemos educado a los jóvenes para que sepan que pueden contar con nuestra ayuda.

Necesito ayuda no es una lectura cualquiera. Es una historia que abre los ojos a la realidad. Es, según opinión de los lectores: «Una novela juvenil apta para padres con un tema social de fondo, muy serio, escrito de una manera muy cercana y ágil y que debiera ser de obligada lectura entre adolescentes».

Vivo rodeada de personas con adicciones desde que tengo uso de razón. He visto a algunas recuperarse y salir del pozo, con el gran esfuerzo que supone, pero sin dejarse arrastrar. Sin embargo, he visto a otras muchas que rechazan la enfermedad, que no aceptan ayuda y que, incluso, la critican y la juzgan cuando otra persona la recibe.

Si miro a mi alrededor, veo que la juventud se enfrenta no solo a los problemas con los que convivimos desde hace años, sino a otros muchos riesgos.

Hay quien piensa que  el cigarrillo electrónico es menos dañino que fumar tabaco. Y no es menos nocivo, pero sí mucho más accesible y atractivo.

Veo a personas con problemas de conducta desencadenados, sin ellos saberlo, por un mal uso de las pantallas y dispositivos electrónicos.

El consumo de alcohol está muy normalizado. No es nuevo, pero es un problema ante el que muchos deciden mirar hacia otro lado.

Las bebidas mal llamadas energéticas se están convirtiendo en otro problema con niños y niñas que ni siquiera han entrado en la pubertad.

Y, ante estos y otros muchos riesgos, surgen los interrogantes: ¿Por qué no intervenimos? ¿Estamos reconociendo el problema o le restamos importancia? ¿Cómo estamos educando en nuestros hogares?

Se habla de parentalidad positiva. Es un concepto del que se ha escrito mucho en los últimos tiempos. Educamos en la no violencia, estimulamos -a veces en exceso- sus capacidades, tratamos de darle al menor sus derechos, hemos empezado a trabajar la educación emocional, pero ¿es suficiente?

¿Cuánto tiempo de calidad, con atención real, se dedica a los niños y adolescentes? ¿Qué limites se marcan en el hogar y por qué? ¿Trabajamos su autoestima y les ofrecemos nuestra ayuda? ¿Qué alternativas de ocio saludable les ofrecemos? ¿Si algo se les fuera de las manos, tendrían la confianza para hablar con nosotros?

En 2020 publiqué Ayúdame a salir, una novela basada en hechos reales que muestra cómo afectan las adicciones en el seno de una familia. Una historia enfocada en un público adulto por la dureza de algunas situaciones.

Una tragedia familiar separó a Esther de su melliza, Mónica.

Desde entonces, se ha acostumbrado a su ausencia, disfrutando de su marido y sus hijos. Quince años después, Mónica le pide ayuda. Su repentina aparición no solo removerá las cenizas del pasado, sino que hará peligrar todo lo que ha conseguido en su vida.
Una historia de adicciones y familia basada en hechos reales.

Tres años más tarde, Necesito ayuda no es una continuación, sino una historia diferente, para un público desde juvenil pero sin límite de edad, y que cuenta la historia de dos hermanos con los desafíos actuales.

 

¿Por qué nos limita tanto el pasado familiar?

A veces entiendo a mamá, otras me parece exagerada. Quiero descubrir nuevos caminos, ser una chica con más vida social, pero siento que hay una barrera que lo impide.

Desde que empecé el insti hace dos años he visto muchas formas de actuar según el grupo. En cambio, mi hermano llegó hace unos meses y cree que ya lo conoce todo.

¿Existen las casualidades? ¿Dónde está la diversión? ¿Cuál es el ocio que queremos?

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