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¿Cansancio inexplicable? Neurastenia, un trastorno permanente

Probablemente en alguna ocasión hemos padecido cansancio excesivo, episodios de estrés, dolor de espalda, insomnio, migraña, náuseas y otros síntomas causados por extensas jornadas de trabajo o situaciones que escapan de nuestro control. Afortunadamente, para la mayoría ha sido un incidente temporal y con una pausa, descanso o prácticas saludables vuelven a su estado habitual. No obstante, es posible estar en este estado de forma continua y
es conocido como neurastenia, un trastorno silencioso que causa agotamiento y debilidad tanto física como mental casi inexplicable con el más mínimo esfuerzo.

Este término fue creado en 1869 por George Millar Beard (médico, neurólogo y profesor estadounidense). Los síntomas de esta enfermedad eran múltiples: anorexia, insomnio, mareos, cefaleas, siendo la debilidad, la fatiga y el agotamiento los indicios principales. La enfermedad según Beard, se debía a cambios químicos que padecía el sistema nervioso central. Años más tarde, se extendió el diagnóstico de esta enfermedad y su tratamiento. Este síndrome se dividió en dos formas, una esténica que al producirse intervenía en el sistema
nervioso simpático y otra asténica, que intervenía directamente al sistema nervioso parasimpático y fue llamada neurastenia espinal. Lo que hizo Beard, fue extender el mecanismo medular al cerebro, y así, durante un tiempo, se habló de agotamiento espinal y de agotamiento cerebral. Este último, fue el que dio lugar a la Neurastenia. Pese a ello, a raíz de la imprecisión del concepto, fue declarado obsoleto y fue dividido en otros síndromes
relacionados con el sistema nervioso. Este concepto actualmente no está incluido en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-V). Sin embargo, la Organización Mundial de la Salud lo sigue reconociendo y permanece como trastorno psiquiátrico en la CIE-10 (Clasificación Internacional de Enfermedades) en la categoría G00-G99 determinada para enfermedades del sistema nervioso.

Aunque el término esté en desuso para un gran número de científicos, las evidencias muestran que un gran porcentaje de la población se ve afectada por esta patología. Algunas estadísticas de salud mental sobre alteraciones del estado de ánimo muestran que el número de casos de astenia, cansancio y debilidad general, registrados sólo en España de 2011 a 2017 ha pasado de 384.00 a 1.820.000 aproximadamente y en Madrid, el porcentaje de españoles que sufren sólo cansancio físico se ha incrementado del 19,2% al 26% y los que padecen sólo fatiga mental del 12,3% al 22,2, esto sin enumerar los datos de otros países. Es una clara evidencia de que el deterioro en la salud mental y física causado por diversos factores crece sin mesura, trayendo consigo afecciones como estas. En ocasiones suele asociarse con trastornos
somatomorfos (donde un nivel excesivo de ansiedad y preocupación por síntomas físicos hace que estos se intensifiquen o potencialicen la aparición de otros, generando alteraciones orgánicas en el cuerpo).

En el desarrollo de este trastorno, se destacan algunas alteraciones como: la presencia de irritabilidad que suele llevar al paciente a tener conductas violentas o a ser hostil, perder el apetito, tener problemas para conciliar el sueño, despersonalización o sensación de extrañeza para consigo mismo. Además, pueden aparecer problemas de concentración y ralentizar
procesos mentales, padecer ansiedad y diversas preocupaciones. La neurastenia aparece también con síntomas depresivos como lo es la tristeza, cambios emocionales constantes, anhedonia o incapacidad para sentir placer, llanto, ira, pasividad y apatía. Suele observarse una bajada del rendimiento laboral y un incremento del aislamiento.

Es importante identificar qué desencadena puntualmente esta sintomatología nerviosa. Por lo general, se considera que tiene un origen psicógeno y funcional, vinculado a la exposición de una situación de sufrimiento, malestar y/o estrés desgastante para el que lo padece. Esta mezcla de disfunciones orgánicas y psicológicas son las principales causas y su tratamiento
dependerá puntualmente de identificar la enfermedad que la genera: tratar su origen permitirá mejorar el estado de la persona. En el ámbito psicológico, es recomendable acudir con un profesional para trabajar la gestión emocional y el estrés. En ocasiones, los pacientes suelen ser tratados con antidepresivos y benzodiacepinas.

Muchas pueden ser las causas de este trastorno como una sobrecarga laboral, falta de control, falta de equidad, repensar las cosas, sentido de arrepentimiento, indecisión, entre otras. En todo caso, es importante identificar en qué se debe trabajar, tomar acción y buscar ayuda si se
requiere. Así como practicar métodos que contribuyan con un mejor estilo de vida como: evaluar las opciones que causan el agotamiento, discutir las preocupaciones e incomodidades con los responsables, establecer objetivos, estar en contacto con amigos o familiares que sirvan de apoyo, realizar actividades como yoga, meditación o deporte, practicar lectura,
cuidar la alimentación y el sueño.

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July Jeraldin Blanco

Comunicadora Social y Periodista

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