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Impacto emocional de las festividades navideñas en la sociedad

¿Alguna vez has recordado un momento emotivo de la infancia, donde las festividades navideñas hicieron parte de él? Pues bien, la celebración navideña es una de las tantas fechas especiales que hacen parte de nuestros recuerdos y habitualmente desde la infancia nos han marcado de forma positiva o negativa, según el entorno y la cultura en la cual hayamos crecido.

Por lo general, la época navideña tiene un gran significado para la mayoría de personas, puesto que termina siendo un acontecimiento mágico donde la oportunidad de compartir en familia, celebrar y estar en armonía, cumplen un rol de vital importancia. Así mismo, esta temporada viene cargada de costumbres y año tras año, en diferentes países, se comparten rituales y creencias como: la entrega de regalos, compartir una cena en familia, comer doce uvas acompañadas de sus doce deseos, cantar villancicos, adornar los hogares, obsequiar granos y espigas, correr con una maleta llena de ropa con el agüero de atraer muchos viajes al siguiente año y muchas otras tradiciones que llenan a cada familia de ilusión y felicidad.

A través de estas ceremonias se logra transmitir un sentido de cultura, valor y pertenencia a los niños y niñas, ya que se interioriza esta armonía de manera implícita, generando un sentimiento de continuidad y solidaridad a lo largo de los años; aportando a que los miembros de la familia se sientan más unidos de lo habitual. 

En estas festividades familiares, los niños tienen la oportunidad de conocer su pasado y su presente, lo cual les permitirá tener una identidad mucho más sólida a futuro. Es cierto que, aunque las costumbres afloran más en fechas especiales en la mayoría de familias, también hay prácticas o rituales cotidianos que impactan en la personalidad de los menores, contribuyendo a que desarrollen una mayor estabilidad emocional en el transcurso de su vida.

Aunque la constitución fisiológica del ser humano sea exactamente la misma o al menos muy parecida en todas las culturas, cada una selecciona las potencialidades disponibles, y promueve aquellas que valora significativamente. Sin embargo, la navidad ha perdurado y se ha extendido durante años por diversos países y civilizaciones, convirtiéndose en un evento de gran relevancia para las comunidades. Además de parecer ser una fecha comercial, es una fecha que desempeña un papel importante en el seno de la familia, construyendo identidades, permitiéndole a las familias organizar su vida afectiva alrededor de estos episodios felices.

Y si hablamos puntualmente de las emociones y su impacto a nivel psicológico, éstas tienen múltiples facetas, donde se consideran diferentes factores como los cognitivos, sociales y comportamentales. La palabra emoción deriva del latín (emotio), que significa “movimiento” o “impulso” y tal como señala la Real Academia Española (RAE) en su diccionario, emoción constituye un interés, generalmente expectante, con que se participa en algo que está ocurriendo. También se caracteriza por ser una alteración del ánimo de corta duración, pero de mayor intensidad que un sentimiento. Por su parte, los sentimientos son las consecuencias de las emociones, por ello son más duraderas y se pueden verbalizar.

Las emociones son las causantes de diversas reacciones orgánicas que pueden ser de tipo fisiológico, psicológico o conductual, es decir, son reacciones que pueden ser tanto innatas como estar influenciadas por experiencias o conocimientos previos.

Según el Consejo Nacional para la Enseñanza en Investigación en Psicología de México, “ciertos autores han centrado su importancia en aspectos fisiológicos, mientras que otros destacan el componente cognitivo. Lazarus (1991, 2000), por ejemplo, argumenta que las emociones son reacciones ante el estado de nuestros objetivos adaptativos y en los que participa la valoración cognitiva; también están aquellos que recalcan la función comunicativa y el valor adaptativo de la emoción (siendo Darwin su principal exponente), y finalmente se encuentra otro grupo de teóricos que proponen a la sociedad y cultura como componentes cruciales en la comprensión de las emociones (Parkinson, 1996)”. Aún con todas las teorías, podemos determinar que el anhelo, la emotividad y el significado de un suceso es vital para generar estímulos y reacciones en el ser humano.

Ahora bien, regresando a la perspectiva de las festividades y el concepto navideño y, teniendo en cuenta el interés y contexto que tiene la psicología positiva con este evento importante. Es posible definir las emociones como respuestas simples con manifestaciones fisiológicas que suelen ser breves pero precisas (agradecimiento, felicidad, etc.), quienes se convertirán en el reflejo exteriorizado de lo que la persona siente ante el estímulo o situación a la que se esté enfrentando (un obsequio, compartir en familia, etc.). Es decir que al estar expuestos ante situaciones que generen mayor impacto y reacción positiva, el estímulo logrará ser mayor y la persona lo podrá exteriorizar ya sea a través de gestos, abrazos, acciones emotivas, entre otros. Como bien sabemos, en estas fechas se experimentan diversas sensaciones que contribuyen a plantar y conservar valores familiares.

Actualmente muchos investigadores y psicólogos enfocan gran parte de su atención a controlar y disminuir estados emocionales negativos, brindando mayor atención a la promoción y el cultivo de emociones positivas. Y si el ámbito profesional hace su mayor esfuerzo por contribuir con este crecimiento, no sólo en niños, sino también a la población en general; la mayoría de nosotros podríamos contribuir y promover la emocionalidad positiva a través de acciones humanitarias y solidarias, no sólo en épocas navideñas sino en todas las épocas del año, sin importar si es una festividad o no.

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July Jeraldin Blanco

Comunicadora Social y Periodista

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