Enredada en el estrés
Imaginemos que vamos conduciendo nuestro vehículo tranquilamente camino de casa tras una jornada laboral un tanto agotadora. Esta anocheciendo y no hay mucha visibilidad porque esta empezando a llover y una densa niebla va haciéndose presente. De repente, sin que te lo esperes, aparece algo en medio de la carretera que no eres capaz de identificar, no sabes si es un animal o algo que han dejado en medio de la calzada y cuando estas a punto de chocar, tu pié reacciona de forma automática dando un gran frenazo, impidiendo así el fatídico atropello.
Bajas rápidamente del coche y ves que lo que tienes delante es una gran piedra arrastrada por la tormenta. Subes al coche y entonces te das cuenta de que tus rodillas se sienten débiles, que te sientes como exhausto, e incluso te tiemblan y sudan las manos, al mismo tiempo que tu corazón bate fuerte y rápido.
Tu cuerpo ha reaccionado de forma activa poniendo en marcha todos los recursos que dispones con el fin de garantizar tu supervivencia y eso ha provocado ese estado de agotamiento emocional. Has sido víctima de lo que se conoce como una exposición a un estrés agudo.
Estrés es sinónimo de cambio y el cambio es un hecho habitual en nuestras vidas. Asistimos tanto a cambios positivos como negativos, y tantos unos como otros van a provocar que nuestro cuerpo y nuestra mente reaccionen ante ellos. Pero al hablar de estrés generalmente conectamos con un exceso de trabajo, problemas, preocupaciones, presiones,…. y no en un ascenso laboral, o la llegada de un nuevo miembro a la familia o que incluso nos haya tocado la lotería, pero la realidad es que tanto unos como otros van a provocar una inestabilidad emocional acompañada de ciertos cambios fisiológicos. El hipotálamo, conocido como “centro del estrés”, alertará al sistema nervioso autónomo y activará a la hipófisis que conjuntamente con la tiroides liberarán ciertas hormonas cuya finalidad será preparar al organismo para que se enfrente a la situación amenazante.
Se sabe también que el estrés disminuye nuestro sistema inmunológico exponiéndonos así a enfermedades, aumenta nuestra presión arterial que como resultado puede provocar males cardíacos, provoca disfunciones sexuales, insomnio, migrañas y agotamiento físico entre otros.
El estrés no es algo singular del mundo adulto, sino que afecta tanto a niños como a adolescentes ya que aparece cuando hay un desequilibrio entre la percepción que tiene una persona de las obligaciones impuestas por el entorno y la percepción de sus propios recursos para enfrentarse a ellas. Dicho de otra manera, se trata de No superar tus posibilidades. Cierto nivel de estrés es saludable ya que es el ingrediente necesario para lograr el éxito que se espera de acuerdo a tus posibilidades ante un reto.
Por tanto, para combatir el estrés con eficacia lo primero que hay que hacer es Priorizar y Ordenar lo que es urgente de lo que es importante, porque muchas veces tratamos las cosas importantes como si fueran urgentes y lo que hacemos es correr de una cosa a otra con la sensación de estar muy ocupado, pero la realidad es que no nos cunde. Observa como gestionas tu tiempo.
Confía en ti mismo y en los demás ya que a pesar de los agentes estresantes externos, nos estresamos nosotros solos con pensamientos competitivos “Tengo que ser el mejor”, pensamientos de dominio o combativos “yo soy el único que sé lo que hay que hacer, porque mi equipo es un ignorante”, pensamientos de sumisión “Nunca lo lograré” .
Fíjate objetivos SMART, los cuales son realistas y además te ayudarán a liberarte de las presiones de urgencia que tanto nos hacen sufrir. El objetivo tiene que ser: eSpecífico “Mañana por la mañana pediré cita con el psicólogo”, Mensurable “Una cita”, Atractivo “Tendré un espacio para poder hablar de mi”, Realista “Puedo llamar por teléfono”, daTable “Tengo una fecha y una hora reservada”.
Libérate de las autoexigencias, identificando aquellos mandatos parentales que recibimos cuando éramos niños y que son grandes estresores internos: “Tienes que ser fuerte, tienes que ser el mejor, tienes que esforzarte más…”
Relaja y Cuida tu cuerpo: Haz ejercicio, mantén una dieta equilibrada, evita estimulantes tales como el tabaco y el café, descansa el tiempo necesario y resérvate un rato para estar en paz contigo mismo, aunque sólo sean 10 minutos al día.
Prepara estrategias de actuación, prepara tu plan de acción desde la imaginación anticipadora. Focalízate sobre aquello que te estresa, represéntalo en tu mente y déjate llevar por las sensaciones, emociones y sentimientos que te produce y desde ahí elabora una posible estrategia de afrontamiento. A continuación imagínate enfrentándote de forma exitosa a la situación y revisa de nuevo como te sientes una vez la has resuelto. Puedes hacer este ejercicio cuantas veces necesites hasta que te sientas preparado para afrontarlo en la realidad.
El médico canadiense Hans Selye definió el estrés y los agentes que lo causaban, y apuntó que cierto nivel de estrés brinda la motivación y energía necesaria para conseguir todo aquello que realmente deseamos. Por tanto, desenreda tu estrés ordenando tu vida con el fin de llegar a tu punto óptimo.
Stella Vicens Llorca
Psicóloga Clínica- CV 5186
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