Entrevistas

Entrevista a Pier Georgio Semboloni, codirector del Centro Genovese di Terapia della Famiglia. Parte I

Como afirma Zygmunt Bauman, el individuo no se puede considerar como tal si no es teniendo en cuenta la sociedad en la que se

Pier Georgio Semboloni, codirector del Centro Genovese di Terapia della Famiglia/http://vimeo.com/43772202

Pier Giorgio Semboloni, codirector del Centro Genovese di Terapia della Famiglia/http://vimeo.com/43772202

circunscribe. De este modo, sin la primera no puede existir el segundo. Así, desde la psicoterapia relacional sistémica el sujeto es visto como la parte integrante de un grupo más amplio, de un  sistema, con el que se relaciona, que transforma con sus interacciones y que también provoca cambios en él. Esta concepción del sujeto, por tanto, tiene grandes repercusiones a la hora de plantear un tratamiento en adicciones, pues considera a la familia de éste un factor determinante en el mantenimiento y rehabilitación de su enfermedad. Pier Giorgio Semboloni, codirector del Centro Genovese di Terapia della Famiglia, especialista en neuropsiquiatría infantil y psicoterapeuta, impartirá el próximo 21 de marzo en el Hospital ‘Santa Cristina’ de Madrid el seminario titulado ‘Abordaje relacional sistémico de la toxicomanía en la psicoterapia y en los centros clínico-asistenciales de tratamiento’ para acercar al público español la psicoterapia sistémica relacional

Pregunta: ¿En qué consiste y de qué presupuestos y teorías parte la psicoterapia relacional sistémica?

Respuesta: En nuestra época vivimos en un mundo de interdependencia, en el que todo y todos estamos de alguna manera interrelacionados. Esta visión del mundo fue sistematizada por Ludwig Von Bertalanffy en 1945, como Teoría General de Sistemas para dar cuenta de una perspectiva en el estudio de los fenómenos biológicos, opuesta al enfoque mecánico-reduccionista prevalente hasta entonces. Bertalanffy observa que la humanidad no consiste en individuos aislados, sino que está organizada en sistemas de varios órdenes, desde un grupo pequeño, como la pareja o la familia, hasta los más grandes llamados civilizaciones. Este enfoque se basa en la concepción de que los seres vivientes constituyen un sistema con el ambiente y se ocupa de las relaciones existentes entre un sistema de hechos y el campo en el que ellos ocurren, es decir, entre el individuo y su ambiente. Para los que adoptan este modelo, hablar de comportamiento sin una referencia constante tanto al individuo como al ambiente pierde significado. Los terapeutas sistémicos deben tener en cuenta que existe una multitud de factores y que tanto él como su paciente son una mínima parte de un gran sistema suprapersonal.

La adicción en cuanto a síntoma cumple a menudo con el papel de mantener el mismo tipo de organización rígida

P: ¿Qué diferencia presenta con respecto a otras escuelas psicológicas a la hora de efectuar una terapia familiar?

R: Desde este abordaje todos los comportamientos, incluidos los patológicos, se pueden comprender y cambiar solo en el contexto en el cual se producen. Antes que nada necesitamos evitar entender  como “terapia familiar” algo que pueda provocar también un rechazo. Los terapeutas familiares se limitan a explicar que trabajar con toda la familia ayuda al equipo a entender mejor y es, en consecuencia, un instrumento que sirve como recurso más que como fuente de inadecuación o de culpabilidad intrínseca a la idea de que la familia se deba tratar. Esto contribuye a construir un contexto de colaboración más que de confrontación.

P: Si entendemos la familia como un sistema que posee una cultura propia, ¿qué papel juega la adicción en el mantenimiento o destrucción de este sistema?

R: La adicción en cuanto a síntoma cumple a menudo con el papel de mantener el mismo tipo de organización rígida, a veces alrededor de un “mito familiar”, a pesar del sufrimiento que todo esto implica, aunque de manera diferente, para los miembros del sistema familiar.

P: La curación del adicto, ¿cómo va a influir en la reestructuración de ese sistema/familia?  

R: En este sentido me parece útil subrayar una hipótesis de analogía entre lo que ocurre alrededor del hospital psiquiátrico y la demanda de institucionalización de los pacientes psicóticos y lo que pasa muchas veces con familias que piden ingresar al hijo toxicómano en una comunidad terapéutica. Si la familia es obligada a reestructurarse, lo va hacer en el interior del sistema de reglas y modalidades que ya utilizaba antes. Se puede decir, con Bateson, que un proceso cismático puede evitar otro que se advierta como más peligroso. Una separación justificada por una enfermedad no es una separación, porque se puede puntuar como “hacer el bien al paciente”.

En estas familias la separación se realiza, pero no se define. Al contrario un proceso de autonomización del paciente se define como una separación en cuanto tal y esto es lo que algunas familias no toleran. Se podría decir que la institucionalización del paciente se niega como separación, pero se actúa por parte de la familia para contrastar un tipo de separación más peligrosa: la que está definida. Esto puede explicar por qué en muchos casos las familias prefieran o propongan ellos mismos como recurso terapéutico el ingreso en la comunidad terapéutica en lugar de implicarse en un proyecto que ponga a todos en el centro de la observación clínico terapéutica. En este tema la psicoterapia familiar sistémica puede jugar un papel muy importante sea en la fase de acogida o de conclusión del proceso terapéutico, también cuando se utilizan varios instrumentos terapéuticos.

Una separación justificada por una enfermedad no es una separación, porque se puede puntuar como “hacer el bien al paciente”

P: ¿Cree que en la manera en que actualmente se abordan los conflictos familiares por parte del terapeuta es necesario un cambio epistemológico? ¿En qué consistiría éste? ¿Cómo se trasladaría este a la práctica cotidiana de los terapeutas?

R: Desde un enfoque familiar sistémico es necesario considerar que, a veces, se ha dado importancia al elemento familiar pero desde una visión de tipo causal lineal, es decir, el problema de la toxicomanía como resultante de un problema familiar con connotaciones morales o con un tipo de descripción que culpabiliza a la familia. Por ello, no es suficiente hablar de enfoque familiar sin introducir el tipo de epistemología y las teorías de referencia.  El enfoque sistémico relacional es un enfoque que toma en consideración no tanto una causalidad lineal sino más bien una causalidad circular según la cual la familia, incluido el paciente, representa una totalidad, un sistema que no viene dado por la suma de sus miembros individuales, sino más bien por la resultante de las interacciones entre los miembros de dicho sistema, de manera que cada modificación en uno de sus elementos determina una modificación del propio sistema, el cual vive, en consecuencia, en un perenne equilibrio caracterizado por momentos de transformación y de cambio (morfogénesis) y momentos de estabilidad (morfostasis). Se puede pues representar la familia mediante un esquema simplificado que, condensando la visión diacrónica y la sincrónica, nos sirve para describir el proceso de evolución de la familia, sus cambios, sus bloqueos evolutivos y, eventualmente, las emergencias psicopatológicas. Estamos hablando de lo que se ha definido como “ciclo vital de la familia”.  Esta sistematización sirve para describir cómo una familia puede evolucionar desde el momento en que se forma la pareja, el nacimiento de los hijos y su progresiva emancipación, pasando por momentos críticos como el proceso de separación e individuación, el de la adolescencia y el del sucesivo alejamiento de la familia.  Durante este proceso pueden surgir dificultades y problemas en la evolución de la familia, en su transformación y adaptación a las perturbaciones que recibe desde el exterior desde los otros sistemas con los que está en contacto (la escuela, el grupo de pares, el trabajo, etc.), rigideces que bloquean estos procesos de transformación implicando a todos los miembros del sistema: padres, hijos, eventuales abuelos, etc. A veces, el malestar que deriva de esta incapacidad de adaptación del sistema a los cambios requeridos por las diferentes fases del ciclo vital encontrará su expresión en una sintomatología que afecta principalmente a un miembro de la familia, al que en lenguaje sistémico se le define como “el paciente designado”.

Para leer la segunda parte de la entrevista pinche aquí

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