Entrevista a a Juan Ramón Pereira Docampo, jefe de terapias de TRIORA Alicante
Grupo Triora, expertos en tratamiento de adicciones, ha nombrado a Juan Ramón Pereira Docampo nuevo jefe de terapias en su centro de Alicante. Con más de 10 años de experiencia tratando a personas con problemas de salud mental y Patalogía Dual, Pereira ha desempeñado múltiples roles asociados al mundo de la psicología y cuenta con experiencia como colaborador de investigación en el INID (Instituto Nacional de Investigación de Drogodependencias), dirigido por el doctor Castillo.
En lo referente a su carrera profesional, Pereira trabajó como psicólogo entre 2006 y 2015 en Afema, Asociación de Familiares de Enfermos Mentales de Alicante, donde estuvo involucrado en proyectos como el programa de atención integral. El experto llevó a cabo la evaluación y el tratamiento psicológico de personas con problemas de esquizofrenia, trastornos de la personalidad y otros trastornos mentales graves. En 2017, Pereira se incorporó a la Fundación para la Convivencia Aspacia en el servicio de penas y medidas alternativas del centro penitenciario de Fontcalent (Alicante). En ese aspecto, el nuevo jefe de terapias de Triora conoce de primera mano el ámbito de las penas privativas de libertad, así como la situación que atraviesan los internos en centros de menores, al haber trabajado en el centro de internamiento para menores infractores “Els Reiets” en Alicante.
Paralelamente a su carrera profesional en salud mental y patología dual, creó su propia asociación (Asociación por la Investigación, Formación y Divulgación de la Psicología Científica de Alicante); donde desarrolló programas de investigación y estudios de intervención en personas con problemática de adicciones y alteraciones conductuales graves asociadas.
TRANSCRIPCIÓN
Pregunta. ¿Cuál es su trayectoria profesional previa a su llegada a TRIORA?
Responder. Yo empecé como becario de investigación en la universidad, yo estudiaba en la Miguel Hernández, y el último año, sobre el 2005, empecé en el centro de terapias de condutas como becario, como empezamos muchos. Empecé a aprender cómo se pasaban cuestionarios, cómo se pasaban pruebas, a ver el rol de observador pacientes y de ahí pasé a estudiar un doctorado. Y me puse a hacer un programa de prevención de consumo de tóxicos, fue mi siguiente colaboración, ya era colaborador de investigación y mi función era impartir ese programa que formaba parte de mi tesis. Y luego evaluaba los distintos componentes de ese programa y la eficacia de cada uno de los componentes. Antes de terminar eso, paralelamente empecé a trabajar en la asociación de enfermos mentales de Alicante n salud mental. Trabajé tres años en el programa de atención integral y patología dual. Era un programa que consistía en que íbamos al domicilio de las personas, era gente sin conciencia de enfermedad, personas que consumían tóxicos y estaban muy aislados socialmente y nuestro trabajo, éramos un equipo- teníamos enfermera, trabajadora social y dos psicólogos-y nuestro trabajo consistía en acercar a esas personas a los centros de base: unidades de salud mental, centros sociales y demás. Y de este recurso pasé al CRISP donde estuve otros 7 años. En total en salud mental he estado casi 10 años. Cuando cerró la asociación ene el 2015, yo pasé a un centro en el que trabajé con menores infractores, aquí en Alicante, con medidas judiciales; y luego pasé a trabajar en prisiones en el servicio de gestión de penas y medidas alternativas. Son personas que tienen condenas cortas y el juez estipula que tienen que venir a cumplir un tratamiento psicológico en sustitución de la pena. Paralelamente he llevado una carrera de investigación y formación. Mi tesis era de consumo de drogas pero mi principal proyecto fue sobre personas condenadas pro asesinato múltiple en prisiones españolas. Y después del servicio de gestión de penas es cuando tuve la oportunidad de incorporarme a TRIORA.
P. ¿Cómo se trabaja con una persona que presenta una comorbilidad en la que hay presente un trastorno adictivo y un trastorno mental?
R. Bueno, los psicólogos nos solemos mover por el criterio de eficiencia, es decir, intentar conseguir el mayor éxito con el menor esfuerzo posible en al intervención. Eso quiere decir que si yo a un paciente de entrada le pido que gaste mucha energía en superar, por ejemplo, una conciencia de enfermedad que no tiene, si tiene una esquizofrenia, me voy a frustrar y él no lo va a conseguir. Con lo cual nosotros lo que hacemos es hacer una escala de la problemática que él tiene, que él reconoce que tiene por un lado, y por otro hacemos una escala de las cosas que él considera que tiene autoeficacia para cambiar. Es decir, él te puede decir: ‘yo tengo un problema de adicción y creo que puedo empezar a trabajar sobre el alcohol pero no sobre la cocaína’, por ejemplo, o, ‘yo creo que tengo una esquizofrenia y el tema de la conciencia de enfermedad no es algo que quiera tratar ahora’. Entonces, como cada caso es individual, nosotros lo que hacemos es ver, en cada paciente qué objetivos de trabajo podemos abordar, porque es muy importante el inicio de la terapia. Cuando nosotros establecemos esa relación terapéutica, es importante que el paciente vea que se consiguen cosas. Así que, si por ejemplo, el paciente nos habla sobre la retirada del café, aunque sea un consumidor de alcohol y cocaína, y conseguimos retirar el café, se establece un buen raport y empieza a tener confianza en nosotros.
P. ¿Qué trastorno mental está más presente con una adicción?
R. En adicciones tendríamos que diferenciar los trastornos mentales. Por un lado, los trastornos mentales que incluyen el DSM y que son un montón, de los trastornos mentales graves e irreversibles, en los que entraría esquizofrenia, bipolaridad o trastornos de personalidad. Cuando hablamos de trastornos mentales en general, lo más prevalente en adicciones son depresiones y ansiedad. Muchas veces no sabemos si es previo al consumo o consecuencia del consumo, pero es lo más prevalente. Y cuando hablamos de enfermedad mental grave e irreversible, depende de la droga estamos hablando de una psicosis, por ejemplo, si lo que se ha consumido es cocaína, en estos casos lo más prevalente es la psicosis y esquizofrenias. Si lo que se ha consumido es éxtasis, lo más típico es encontrarte personas con depresión e ideas suicidas. Esto se debe a que cada droga afecta a neurotransmisores distintos. El éxtasis lo que hace es bajar la serotonina que es la sustancia vinculada al estado de ánimo.
P. Gran parte de las personas con adicción presentan una depresión, sobre todo cuando hablamos de consumo de alcohol, ¿esto entra en la definición de patología dual?
R. Yo tenía un compañero psiquiatra que siempre me decía que la patología dual era un constructo nuevo y que realmente no existe como tal, sino que eran enfermos mentales que consumían tóxicos. Entre los profesionales de la salud mental siempre ha habido controversia en torno al término ‘patología dual’. Estrictamente nosotros entendemos como patología dual cuando hay un consumo de alcohol u otra droga y hay una enfermedad mental crónica, grave e irreversible: una esquizofrenia paranoide o un bipolar. Que haya una depresión y haya un consumo de tóxicos, no se considera una patología dual.
P. ¿Qué papel tiene la familia de las personas con comorbilidad? ¿Pueden hacer algo para ayudar?
R. La familia desde la desinstitucionalización de las personas con problemas mentales, sea adicción o sea cualquier problema de salud mental, ha cargado con toda la responsabilidad del cuidado del enfermo o la gran parte de la responsabilidad del cuidado del enfermo. Digamos que nosotros, hasta más o menos la década de los 70, teníamos un modelo en el que los enfermos mentales iban a una institución y se quedaban allí, lo que eran los manicomios. Eso se desmontó con una ideología basada en que no podían estar encerrados los enfermos mentales, pero claro, no se dio una alternativa realista a que estuvieran en una institución, más allá de que estuvieran con su familia. Se crearon centros de día, se crearon hospitales de día, pero con el tiempo son muy poquitos para toda la prevalencia que tenemos y cada vez se han ido desmontando y hay menos. Lo que pasa es que los familiares se sobrecargan. Cuando hablamos de patología dual, hablamos de problema de drogas y además una enfermedad mental y vivir con una persona adicta y con enfermedad mental es estresante hasta un límite, por eso hay mucho burnout. Nos encontramos muchas madres que tienen una gran expresividad emocional pero también tienen ese punto de cinismo, ese punto de hipercrítica, porque llevan muchos años lidiando con una situación que no pueden controlar.
P. ¿Necesitan ellos un tratamiento también por las consecuencias de la enfermedad a nivel social que afecta a su entorno?
R. Sí. Yo soy de la opinión de que la familia necesita un tratamiento, porque la familia como cuidador acaba absorbiendo y acaba responsabilizándose de tareas para las que no está preparado, entonces sí, necesita un tratamiento y una preparación. Nosotros, por ejemplo, ahora desde TRIORA, estamos potenciando una terapia familiar en grupo. Nuestro objetivo es, por un lado, desde una parte más psicoeducativa, darles esa formación que ellos puedan entender qué hay detrás de una adicción y que hay detrás del comportamiento del adicto. Pero, por otro lado también, nos interesa que haya una terapia sobre eso, es decir, que traten determinadas emociones que surgen, como la culpa, la crítica, etc. Entonces la familia, sí tiene una necesidad de tratamiento. Ahora estos últimos años está muy de moda las terapias sistémicas familiares, trabajan con toda la familia. Y también, desde TRIORA apoyamos mucho todo lo que es el movimiento asociativo. Lo familiares son como responsables de esa persona, quienes tienen la papeleta, muy difícil muchas veces, y tiene que ser ayudados por los profesionales y es importante que se organicen a nivel asociativo y reivindiquen aquellos recursos que no existen o se han ido desmontando.
P. ¿También ha trabajado usted en el centro penitenciario de Fontcalent, ¿qué puede aportar esto a su trabajo en TRIORA?
R. Fontcalent es otro perfil, es otro colectivo, es como cuando uno trabaja con menores o trabaja con gente con discapacidad intelectual, o trabaja con enfermedad mental o adiciones. Son perfiles muy específicos pero que de ellos podemos aprender cosas que podemos extrapolar a otros pacientes. Yo en prisiones, sobre todo la investigación que hice con asesinos múltiples, saqueé varias cosas que a día de hoy me son muy útiles. Por ejemplo, mejoré mucho mi diferencial, mi capacidad de realizar diagnósticos diferenciales. La población reclusa es población con personalidades muy complejas, muy tendentes a manipular o proyectar y eso te exige que tengas que estar muy atento, de hecho, tuve que formarme en técnicas de detección de la mentira, técnicas de interrogación, contradicciones que ellos hacen, simulación de síntomas, etc. Todo esto también lo ves un poco en adicciones, no en todos los pacientes, pero sí hay algunos que en el mismo sistema de adicción empiezan a mentir y a manipular. Con lo cual me ha dado cierta ventaja a la hora de tratar con adicciones. También es verdad que el trabajar en prisiones te da una serie de estrategias que son fundamentales a la hora, por ejemplo, de trabajar en grupo. Trabajar en grupo es muy difícil, los psicólogos que trabajamos en grupo necesitamos mucho tiempo para controlarlo y cuantos más sean más difícil. Si estás con un grupo de reclusos, en segundo puedes tener cuatro reclusos que se quieren pegar, otro que está tirando una silla, y tienes que manejarte con eso rápido. En adicciones no siempre pasa, pero un rasgo que ellos tienen también es la impulsividad muy alta. Ósea, también surgen otros enfados y también surge todo esto. Ocurre en mi trabajo en prisiones y yo creo que ocurre en cualquier psicólogo que trabaja en cualquier área. Si el psicólogo es capaz, de lo que aprende en un área, llevarlo a otro área, creo que es una gran ventaja para él.
P. ¿Cuáles son los problemas que llevan a una persona con adicción a la privación de libertad?
R. Fundamentalmente, alrededor de un 80% de la población reclusa tiene problemas de adicción, y problemas que mantienen dentro de la reclusión, porque sigue habiendo consumo, sigue habiendo drogas. Lo más prevalente, de los problemas de drogas que llevan a alguien a prisión son robos, hurtos o estafas, relacionados con conseguir dinero para mantener el consumo. Nos encontramos también con delitos contra la seguridad del tráfico. Muchos. Personas que cogen el coche y atropellan a alguien, porque estamos hablando de la gente que está condenada, no en gente que está en libertad condicional. Y luego nos encontramos también con personas con delitos contra la vida en un contexto de consumo. Muchos pacientes míos se sorprenden cuando yo se lo comento pero es mucho más común de lo que ellos creen. Cuando una persona pierde el control porque consume psicoestimulantes y consume un ansiolítico que le disocia, con alcohol; yo he tenido muchísimos casos de chicos que se han levantado -y en todo lo demás eran muy estructurados- pero se han levantado un sábado con un cadáver al lado. Y no recordaban lo que había pasado, si había sido una pelea, una discusión… no lo recordaban.
P. ¿Cómo se puede trabajar en la reinserción de estas personas?
R. Yo sí, desde luego creo en la reinserción sino no podría ser psicólogo. Pero también es verdad que soy realista, no todo el mundo se reinserta ni todo el mundo quiere reinsertarse. Por eso yo creo que es importante el filtrado, el seleccionar. Una fase inicial en psicología siempre es comprender al que tienes delante y saber si realmente tiene esa intención de cambiar. En adicciones hablamos mucho del modelo de Prochasca y DiClemente y hay mucha gente que está en una frase pre contemplativa, ni siquiera contempla el cambiar, y eso es algo que nosotros tenemos que entender y esperar que esa persona llegue a una fase de contemplación. No podemos obligarle y sacarle de esa fase precontemplativa, eso pasa mucho con los padres: ‘no no, que mi hijo entienda que tiene que dejar de consumir’. ‘No, es que su hijo no entiende ni que tenga un problema’. Entonces, la rehabilitación existe, pero ni todo el mundo es rehabilitable ni se quiere rehabilitar. Lo importante es seleccionar la población diana, si nosotros intentamos intervenir o prevenir sobre un conjunto muy amplio de personas, a nivel universal, por ejemplo a los chavales de un instituto, estamos gastando muchísima energía cuando a lo mejor los que realmente necesitan esa intervención son un grupo reducido. Entonces yo creo que lo que más persigue la psicología, lo hablábamos antes, es buscar la eficiencia, no se trata de hacer lo que sea porque no hacer nada es peor. No, se trata de que lo que hagas se haga bien. Y si vas a hacer prevención o intervención, seleccionar bien a quien la vas a dirigir y seleccionar bien qué vas a hacer para mover a esa persona. Es como cuando el paciente está en estado precontemplativo y realmente la terapia es un acompañamiento y punto. Todo a veces es más complejo de lo que parece.
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