Reportajes

Distintos tratamientos para el abordaje de las adicciones. Parte III

Terapia en psicoanálisis

En cuanto a la terapia propiamente dicha desde el punto de vista del psicoanálisis, José González Guerras, director del centro psicológico Self, considera que el trabajo más importante que se debe realizar con el paciente es hacerle entender qué es lo que le lleva a consumir, cuáles son los afectos que experimenta y qué parte de ese consumo tiene que ver con su personalidad y con su forma de afrontar la vida. “Lo más importante es que al final el paciente pueda entender cuáles son a él, personalmente, las condiciones o las circunstancias internas que le hacen no ser capaz de afrontar situaciones sin consumir droga. Tiene que ir adquiriendo una mayor fortaleza, una mayor capacidad de afrontar las situaciones de la vida dolorosas y no dolorosas, que vaya apareciendo él no ya como un sujeto que se droga sino tiene que ir apareciendo él como un sujeto con sentimientos, con emociones”, comenta. De este modo, el adicto no se da cuenta de todas las emociones y sentimientos que las situaciones del mundo exterior le provocan y trata de mitigar el displacer mediante el consumo de drogas. Al hacerle reflexionar sobre éstas, el paciente, paulatinamente, va a ser capaz de sentir todas sus emociones y no actuar inmediatamente. Conforme vaya percatándose de éstas y dejando de consumir drogas, se podrá comenzar a trabajar con la subjetividad del paciente, con su manera de entender el mundo. En su caso, los pacientes que se someten al tratamiento psicoanalítico ya han pasado previamente por una clínica de desintoxicación, pero, desde su punto de vista, se puede trabajar con ellos independientemente de que estén abstinentes o no (aunque es preferible la primera opción). En última instancia, se trata de que el paciente tome la decisión de dejar o no de consumir drogas. En este proceso, puede emplearse fármacos para que mejore el funcionamiento del cerebro, que ha sido modificado previamente por el consumo de sustancias. De esta forma, podrá ir apareciendo su subjetividad. Esta medicación se irá retirando conforme avance el tratamiento.

El psicoanálisisbusca abordar los sentimientos y emociones que el paciente asocia al consumo de drogas/http://ello.es/metodos-actuales-de-psicoanalisis/

El psicoanálisisbusca abordar los sentimientos y emociones que el paciente asocia al consumo de drogas/http://ello.es/metodos-actuales-de-psicoanalisis/

Por su parte, Carlos Fernández, psicoanalista del Grupo Cero, aboga por estudiar “la estructura del sujeto psíquico. El psicoanalista escucha lo inconsciente, lo verdadero de ese sujeto y se lo comunica, se lo interpreta. El sujeto, cuando tiene esa información que desconocía de sí mismo, después puede decidir: ‘ahora sigo consumiendo droga o no consumo droga’”. Así, reconoce el papel terapéutico que tiene el habla y la creatividad humanas para la curación del paciente adicto: “En los grupos con pacientes terapéuticos a veces los pacientes llegan diciendo ‘dame algo’, ‘necesito tomar algo’, ‘estoy muy nervioso’. Pasa al grupo terapéutico, se pone a conversar, está conversando 20 minutos, 30 minutos, una horas, dos horas, y no se acuerdan de la droga para nada. Hablan de cualquier cosa. Hablando entre ellos, si hay un psicoanalista que esté escuchando, se produce un placer diferente porque no es lo mismo cuando está la escucha psicoanalítica que escucha el inconsciente. Entonces la mejor manera para poder sustituir el placer producido por la droga es el placer verdaderamente humano, el goce exclusivamente humano de poder compartir con otros la palabra, la creación, la lectura, la escritura, el arte, la cultura”. Por tanto, cuando un paciente llega a su consulta, Fernández lo único que le pide es que respecte el contrato terapéutico y que hable, que cuente todo lo que le pasa por la cabeza y asocie libremente para que el psicoanalista pueda desentrañar qué ocurre en su inconsciente.

El habla y la escucha psicoanalítica sirven como herramientas para tratar al consumidor de drogas

Carlos Rubilar, psicólogo clínico de la Universidad de Concepción, con un magíster en psicoterapias dinámicas, señala que, para el trastorno por consumo de sustancias, es necesario contar con un equipo multidisciplinar que aborde la sintomatología como la patología del carácter subyacente, puesto que hay pacientes que, además de consumir drogas, padecen un trastorno de personalidad (frecuentemente de línea narcisística), de modo que también pueden manifestar síntomas como, por ejemplo, depresión (mono o bipolar), impulsividad, insatisfacción con la propia vida, etc. “Se busca en la persona el desarrollo de mecanismos progresivos para enfrentar la vida, mejorar el déficit de autocuidado, el control de impulsos, el mantenimiento de la autoestima y el reparar perturbaciones del desarrollo temprano que condujeron a una internalización inadecuada de figuras parentales que no cuidan ni protegen”, indica. De este modo, se busca que la persona pueda visualizar su manera de relacionarse (aquellos patrones relacionales disfuncionales) y pueda comprender cómo ha empleado distintos mecanismos desadaptativos para conseguir tolerar las realidades que le hacen sufrir.

Por tanto, el psicoanálisis tiende a tratar las adicciones del mismo modo que trata otro tipo de problemas. En opinión de Cristián López Acosta, psicólogo y profesor de la Pontificia Universidad Católica de Chile, este hecho representa un problema dado que el paciente que consume de drogas suele ponerse en tratamiento presionado por su familia. “El problema, a mi parecer, sería que para entrar en un proceso psicoanalítico es necesario que el paciente tenga algún interés por ponerse en cuestión o instalar una pregunta acerca de su existencia. Esto es exactamente lo contrario que normalmente ocurre con un paciente que consume adictivamente sustancias químicas. De hecho, en este tipo de casos está demostrado empíricamente que la mayoría de las veces llegan a consultar motivados (o presionados) por terceros significativos, o con fines directamente gananciales. En estas condiciones no es posible un abordaje psicoanalítico, lo que hace necesaria una etapa inicial de detención del consumo de sustancias, idealmente con participación de terceros significativos, para recién entonces (después de un tiempo) ver si se despierta o no un interés de parte del paciente por un trabajo psicoanalítico. Así, yo diría que se requiere una etapa que podríamos llamar ‘previa’ que genere las condiciones de posibilidad de una intervención psicoanalítica en el ámbito de las adicciones. En esta etapa previa creo que es casi imprescindible  la participación de terceros significativos de manera sistemática”, concluye. Asimismo, López Acosta se muestra contrario al hecho de que el psicoanálisis no se plantee ningún objetivo específico con respecto al consumo de drogas.

La familia en el proceso terapéutico

La familia también resulta un factor clave en el tratamiento de una adicción desde la perspectiva psicoanalítica, pues, como afirma, Rubilar, ésta “es el soporte con que cuenta el terapeuta, es la representante de la realidad más próxima de la persona”. Así, como señala González Guerras, trabajar con la familia también puede servir para que el paciente acabe incorporándose al tratamiento en casos en los que aquélla acude a consulta sin que el adicto aún haya tomado la decisión de ponerse en tratamiento. Además, también puede darse el caso de que los patrones de no afrontamiento de la realidad que reproduce el paciente hayan sido aprendidos en el núcleo familiar.

Un tipo de familia frecuente en los consumidores de drogas es aquella que presenta una madre sobreprotectora y un padre ausente

En este sentido, González Guerras constata que existe un tipo frecuente de familia en adicciones: una madre sobreprotectora y un padre ausente. “Al estar el padre ausente se crea una relación simbiótica entre la madre y el hijo, una relación muy fusional. Al no aparecer el padre no rompe ese tipo de relación tan sobreprotectora de una a otro, tan dependiente la una del otro y el otro de una, porque es una madre que va a hacer un hijo dependiente pero porque ella también es dependiente”, señala. De este modo, ante el miedo que siente el hijo ante su propia autonomía puede comenzar a consumir drogas para paliar esa sensación negativa. Por tanto, el trabajo del terapeuta consistirá en tratar de que el padre aparezca más y la madre vaya dejando una mayor autonomía al hijo. Otro tipo de familia que también puede propiciar que uno de los hijos consuma drogas es aquélla que se muestra negligente con los cuidados que le proporciona y que no sabe ponerle límites. De este modo, como explica González Guerras, existen cuatro tipo de vínculos entre los cuidadores primarios y el niño: el vínculo de apego seguro, el vínculo de apego inseguro, el vínculo de apego ansioso-ambivalente y el vínculo de apego desorganizado. Cada uno de ellos genera una mayor o menor capacidad del niño para valorarse a sí mismo y afrontar las situaciones de la vida.

Diferencias entre psicoanálisis y la terapia cognitivo conductual

En cuanto a las diferencias que presenta un tratamiento de adicciones basado en el psicoanálisis con respecto a uno basado en un tratamiento cognitivo-conductual, González Guerras resalta que éste se centra en el aquí y ahora mientras que el psicoanálisis, aunque también trata estos dos aspectos, busca profundizar en el allá y entonces. “Desde la terapia cognitivo-conductual lo que se trabaja es el momento presente: qué situaciones y pensamientos te generan ganas de consumir. Trabajan ese tipo de pensamientos y de cogniciones. Y te dicen cómo cambiar esa conducta. Nosotros trabajamos también con todos los aspectos más afectivos, emocionales, y que tienen que ver incluso con la historia de vida del paciente”, comenta. De esta forma, el tratamiento cognitivo-conductual busca cambios en el pensamiento y la conducta del sujeto mientras que el psicoanálisis busca también los porqués del consumo de drogas.

En esta misma dirección apunta Fernández cuando afirma: “El psicoanálisis cuando trabaja con los pacientes adictos lo que se dirige es a escuchar lo inconsciente que hay en ese sujeto que le lleva a consumir drogas. Por ejemplo, cuando yo recibo un paciente yo nunca le prohíbo que deje de consumir. No sirve para nada. Además si se lo prohíbes el paciente va a seguir consumiendo y te va a mentir. Lo que sí escucho es el resto de su pensamiento: ¿qué piensa esta persona? ¿qué quiere esta persona en la vida? ¿qué desea? ¿a quién odia? ¿por qué se quiere suicidar utilizando droga? Porque muchos pacientes que utilizan droga lo que hacen es suicidarse”. En opinión de Fernández es precisamente en el inconsciente del sujeto donde se va a hallar su verdad más profunda. Por tanto, en palabras de Fernández, “el trabajo psicoanalítico es un trabajo más implicado, más profundo, más duradero, que requiere un tiempo, que requiere la participación de la familia”.

En resumidas cuentas, como explica Rubilar, “todos los abordajes buscan el alivio sintomático, pero por diversas vías. La psicoterapia dinámica busca que la persona pueda visualizar su manera de relacionarse (patrones relacionales disfuncionales) y cómo ha usado distintos mecanismos desadaptativos para tolerar el surgimiento de la realidad con sus angustias concomitantes. Poder separarse es crecer”.

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