Control cerebral, recuerdos y emociones
El cerebro tiene más de 80.000 millones de neuronas destinadas a cumplir diferentes procesos, donde sus conexiones se convierten en testigos de los estímulos a los que nos exponemos cada día; tales como imágenes, lugares, olores, experiencias, conversaciones y más. La mente escanea nuestra vida y así mismo, decide qué recordar y que no. Porque, aunque uno de los mayores temores del ser humano es el olvidar o padecer enfermedades como el Alzheimer, definitivamente seríamos incapaces de razonar con claridad si almacenáramos la totalidad de nuestros recuerdos y afloraran constantemente a lo largo de la vida, nos saturaríamos de información. De hecho, son más las cosas que olvidamos que las que recordamos. El psicólogo Hermann Ebbinghaus, determinó a través de distintos estudios que un día después de haber estudiado y no repasado un contenido, se puede llegar a olvidar hasta el 50% del contenido leído; dos días después, lo máximo que se recuerda es el 30% y tras siete días sin haber releído la información, se puede recordar solamente hasta un 3%.
La información de los estímulos y sensaciones llegan a una zona del cerebro denominada hipocampo, donde se almacenan de forma temporal. En el ser humano el sistema hipocámpico se asocia a la llamada memoria episódica y a la memoria espacial, se trata de una de las principales estructuras del cerebro y esta suele alterarse cuando se padecen enfermedades neurodegenerativas. También se encarga de trasladar esta información temporal a la corteza cerebral donde finalmente quedarán los recuerdos definitivos.
Pero, ¿cómo sabemos qué se almacenará en la memoria y que no? Pues bien, la mayoría de recuerdos que almacenamos en el cerebro, poseen algún tipo de emoción asociada, ya sea negativa o positiva. Recordaremos aquello que ha generado un gran impacto en sí mismo y a mayor emoción, podremos rescatar más detalles en un futuro y el recuerdo será mucho más claro.
Así mismo, el cerebro tiene módulos específicos para procesar, categorizar, memorizar y atender a una emoción. Las emociones tienen un papel fundamental en la vida del ser humano, ya que con ellas se identifican detonantes para actuar rápidamente ante un estímulo o una circunstancia, amplifican la memoria, modifican el estado de alerta y generan conductas para motivar la atención y la comprensión social del estado de ánimo.
Sin embargo, en ocasiones confundimos un recuerdo con un falso recuerdo, es decir, producto de un sueño o imaginación. Esto sucede si esa experiencia que sólo ocurrió en nuestra mente se vive con intensidad y nos generó una fuerte sensación. En casos como estos, el cerebro suele confundir si esto ha sucedido o simplemente se ha imaginado.
De la misma forma, tendemos a completar recuerdos incompletos con detalles aprendidos en la realidad que encajarían en la situación, a lo que se le reconoce como efecto de atribución.
Por último, lo que muchos no sabíamos es que tenemos la capacidad de “controlar” lo que realmente queremos recordar y lo que queremos olvidar. El Dr. Michael Anderson, neurocientífico sostiene que: “La gente está acostumbrada a pensar en el olvido como algo pasivo. Nuestra investigación revela que las personas están más comprometidas de lo que perciben en la conformación que de lo que recuerdan de sus vidas” Esto quiere decir que el ser humano tiene la posibilidad de influir en los recuerdos de acuerdo a sus percepciones y definitivamente si hemos estados expuestos a una situación o experiencia traumática y que nos generó cierta sensación negativa, tendremos la posibilidad de centrarnos en la “conformación o creencia personal” y no en el recuerdo vivido o experiencia. Decidimos si queremos centrarnos en esa experiencia o enfocarnos en otras más.
En realidad, no se puede llegar a afectar sobre el sistema de memoria hasta el punto de evitar completamente la aparición de recuerdos de cierto tipo. Lo que sí podemos hacer es influir sobre el proceso de recuperación de esos recuerdos, para hacer que seamos menos conscientes de ellos y que no nos generen tantas emociones negativas una vez han aparecido. Esto no aplica sólo para los recuerdos que pasan a la consciencia, ya que se puede implementar también a cualquier tipo de vivencia desagradable en curso.
Podemos también implementar técnicas de control mental para tener mayor actividad cerebral y tener un estilo de vida más activo y saludable, como por ejemplo: ser cada día más conscientes, estar presentes en cuerpo y pensamiento, racionalizar los miedos, borrar y reemplazar por lo que realmente queremos sentir, descontextualizar un mal recuerdo, practicar el agradecimiento constante, meditar y por supuesto, desactivarnos de ese piloto automático en el que vivimos gracias a todo lo que nos rodea y a la velocidad con la que corre el tiempo, la vida y de paso nos lleva de la mano.
July Jeraldin Blanco
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