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Año nuevo… ¿Vida nueva? El por qué de no conseguir nuestros propósitos de año nuevo casi nunca…

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Cada año que empieza nos hacemos un montón de propósitos cuya intención es mejorar nuestra vida y sentirnos mejor con nosotros mismos.

La mayoría de estos propósitos se repiten año tras año sin llegar a cumplirse y, en Septiembre, nos volvemos a plantear de nuevo, casi de manera automática, estos propósitos/objetivos tras el periodo de verano.

¿Por qué esta necesidad de cambio personal aparecen justo tras la Navidad y el verano?, ¿por qué no en Mayo o Julio?, se pueden dar muchas explicaciones, pero me voy a centrar en la que para mí es la fundamental.

Ambas épocas (Navidad y verano), son fechas de vacaciones, de fiesta, de ruptura con la rutina y la normalidad, por ello, disminuimos nuestras exigencias, nos relajamos, dejamos de cumplir muchos valores sociales que llevamos estrictamente en otras épocas, pudiendo hacer en cada momento lo que más nos apetece. Al finalizar esto se da un momento de cambio hacia la “estabilidad”, una búsqueda hacia las rutinas que nos hacen sentirnos seguros… pero con un deseo añadido de ser mejor, y así, de una manera poco reflexiva y menos ajustada a la realidad, nos planteamos los nuevos propósitos para los siguientes meses, que conllevan unos cambios importantes que son los que no solemos asumir y los que hacen que fallemos en la consecución de nuestros objetivos. Es decir, tener una alimentación sana, por ejemplo, no es solo comer bien, significa entrenar nuestras habilidades organizativas para desarrollar todas las semanas un menú equilibrado, tener la capacidad de ser previsores y  hacer la compra adecuada para cumplir los menús acordados, cocinar a diario aun sin gustarte, superar la ansiedad que aparece cuando tenemos ganas de consumir alimentos poco sanos y que juramos (y perjuramos) el día 1 de Enero que no volveríamos a meternos en la boca, y todo esto regado con la perseverancia  que debe acompañar todo el proceso para que dure en el tiempo y cumplamos ese pequeño e insignificante objetivo que es “comer sano”.

Porque si fallamos en algún propósito es en aquel que ha de mantenerse en el tiempo, los que son hechos puntuales como, por ejemplo, ir a un concierto de tu grupo preferido, cuestan menos esfuerzo personal y suelen tener más porcentaje de cumplimiento.

Existen una serie de propósitos que se repiten de manera frecuente en nuestra sociedad.

El que se repitan en nuestra sociedad ya nos dice mucho de los valores y los cánones impuestos y que nos hacen plantearnos un “yo ideal” muy mediatizado y sesgado por agentes externos, dependiendo de la época y la cultura en la que vivimos.

Posiblemente en el Congo estos propósitos no aparezcan en la población, seguramente allí se repitan otros muy diferentes relacionados con los valores vigentes en su sociedad y el momento que viven (conflictos bélicos, gran importancia de las creencias religiosas…).

Los más frecuentes en nuestra sociedad están relacionados con: salud física (hacer deporte…), belleza (perder peso…), salud mental (equilibrio personal, dedicación de tiempo gratificante…), conocimientos (aprender idiomas…), trabajo/dinero (mejorar nuestra expectativa laboral para ascender…), pareja/familia (hacer más cosas juntos, cambiar aquello que le molesta al otro…).

La mayoría de estos propósitos tienen algo en común: el proceso y los cambios que requieren llevar a cabo para conseguirlos, es decir, los pasos que hay que dar antes de llegar al tejado de la casa.

Así pues es importante entender que los PROPÓSITOS son el tejado de la casa, pero que para llegar a esto antes hay que realizar planos de la vivienda, hacer unos buenos cimientos, colocar las paredes, trabajos de electricidad, fontanería, pintura, albañilería… El propósito es la meta, pero no hay meta sin un recorrido anterior que te conduzca a dicha meta.

Y dicho esto, ¿nos planteamos propósitos de cambio o no?

Obviamente , porque son síntomas de salud y autoestima, ya que son un intento por alcanzar un ideal, nos vemos capaces de hacerlo y nos visualizamos a nosotros mismos de esa manera, haciéndonos sentir mejor.

Lo que no es positivo es plantearnos propósitos desajustados a nuestras capacidades reales, a nuestra realidad, propósitos inalcanzables que al no conseguirse disminuyan nuestra autoestima, aumenten nuestra irritabilidad y sensación de fracaso.

Recomendaciones para que nuestros propósitos de cambio se cumplan y se mantengan en el tiempo: 

1/ Darse tiempo para reflexionar sobre el ideal de persona que cada uno tiene en mente y lo que verdaderamente nos proponemos alcanzar (¿Lo hacemos por nosotros mismos, por la persona que tenemos al lado, por la sociedad que impone ciertos estereotipos?).

2/ Establecer bien la meta, el propósito de cambio (objetivos realistas, concretos, medibles, alcanzables, con una duración determinada).

2/ Entender que el cambio no es algo mágico y rápido. Los primeros momentos son difíciles pero una vez conseguido se mantiene e incluso podemos ir mejorando. Los cambios pueden ir moldeándose a lo largo de los meses.

3/ No procrastinar (para más información leer el artículo sobre este tema), ya que produce sentimientos de insatisfacción e inseguridad.

4/ Darnos tiempo y ser constantes. Necesitamos tiempo y mucha práctica para sentirnos cómodos y seguros, pero finalmente lo integraremos de manera muy natural.

5/ Crear hábitos para que el cambio se mantenga. (FUNDAMENTAL)

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6/ No autoengañarse (para más información leer el artículo sobre este tema). Recurrimos al autoengaño para evitar asumir la responsabilidad y las consecuencias de los propios actos al no conseguir los cambios que nos hemos propuesto, generalmente se establece que la responsabilidad de la no consecución es de otra persona o cosa, por lo que no depende de nosotros que el cambio se consiga o no.

7/ No ser consciente de los avances… y hundirnos ante los retrocesos. Para cambiar hay que motivarse, y para motivarse hay que ver los avances, por mínimos que sean.

8/ Cada objetivo, propósito, cambio, se puede alcanzar por distintas vías, si por una no lo has conseguido reflexiona y plantea otra. 

En realidad, no se trata sólo de querer hacer cosas nuevas, sino simplemente de hacer cambios para ser más felices. Sin embargo, la felicidad es algo único y subjetivo para cada uno, por lo que no es más feliz quien consigue alcanzar sus metas pues «la felicidad se trata de una elección de actitud ante los acontecimientos que nos toca vivir y no una reacción ante los logros«, expone María Bustamante (psicóloga educativa del centro de psicología Centta de Madrid).

 ¡FELIZ AÑO NUEVO! ESPERO QUE CADA UNO DE NOSOTROS CONSIGA LO QUE REALMENTE DESEA Y NECESITA.

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Cristina Prados

Psicóloga de la asociación AARIF de Illescas y coordinadora del comité asesor técnico de CAARFE

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