Los fabricantes de cigarrillos electrónicos buscan nuevos adeptos
En los inicios, y durante años, los cigarrillos electrónicos y vapeadores, han salido al mercado bajo intrigantes mensajes de marketing en los que se promocionaban como productos que iban a ayudar a dejar de fumar. La evidencia científica, en un inicio, era escasa y muchos profesionales de la salud no se atrevieron a recomendar este uso, ni tampoco a desmentir que este pudiera ser su propósito. Sin embargo, el tiempo y la ciencia, ha ido resolviendo, y no en favor precisamente de los dispositivos, que estos son productos dañinos para la salud. Más allá de su contenido en nicotina, contiene otras sustancias que son potencialmente cancerígenas o dañinas.
Ahora sigo impresionada por el afán de hacer negocio ante la salud pública. Desde hace unos meses, a penas poco más de un año, creo recordar, llegaron a mí las primeras informaciones sobre cómo la industria del tabaco estaba lanzando al mercado dispositivo altamente llamativos y orientados a edades juveniles, con sabores a ‘chucherías’ y que se vendían en tiendas de gominolas.
Está claro, el tabaco ya no tiene esa visión social que sí tenía años atrás, y aunque sigue matando a millones de personas en el mundo, ya no tiene el número de adeptos que tenía. Además, las políticas públicas, en algunos lugares del mundo se dirigen a la prohibición de que los jóvenes puedan llegar ni tan siquiera a probarlo. Ante esta pérdida enorme de clientela, la industria del tabaco se ha visto obligada a crear algo nuevo que salve su negocio, y con este fin, empezaron a lanzar estos dispositivos electrónicos.
Y de nuevo, me quedo de piedra ante su agresivo marketing y su falta de ética. Nada menos que la FDA (Food and Drug Administration), que es el organismo que en EEUU regular la administración de alimentos y medicamentos, acaba de emitir un aviso especial sobre unos dispositivos que imitan dibujos, objetos y personajes de animación infantiles. El aviso dice así:
“The design of these products is a shamelessly egregious attempt to target kids,” said Brian King, Ph.D., M.P.H., director of FDA’s Center for Tobacco Products. “It’s a tough sell that adults using e-cigarettes to transition away from cigarettes need them to look like SpongeBob in order to do so successfully.”
«El diseño de estos productos es un intento descaradamente atroz de apuntar a los niños», dijo Brian King, Ph.D., M.P.H., director del Centro de Productos de Tabaco de la FDA. «Es difícil creer que los adultos que usan cigarrillos electrónicos para dejar de fumar necesitan que se parezcan a Bob Esponja para poder hacerlo con éxito».
Imagen extraída de la web de la FDA
Por este motivo se desautorizan los e-cigs que se imitan a personajes de dibujos animados, películas, videojuegos, etc. dirigidos a niños y jóvenes, otros que intentan imitar material escolar, juguetes o cámaras digitales y aquellos que imitan bebidas de Starbucks, Dunkin Donuts, tazas de te y botellas de agua.
Este es un nuevo intento de la FDA, que marca el camino no solo en EEUU sino en muchos países del mundo, y que tiene como objetivo de quitar del mercado e-cigs ilegales, sobre todo y de manera especial si se dirigen a jóvenes como claro público objetivo’.
Me gusta hablar de estas cosas porque sobre todo a nivel de ‘ocurrencias de venta’ EEUU suele ir por delante, así que no sería de extrañar que estos dispositivos lleguen a España pronto, o ya hayan llegado y yo lo desconozca.
Sea como sea, me resulta especialmente importante vigilar estas cuestiones porque se trata de prevención y de salud pública.
Justo esta semana, un conocido me consultaba si en la Ley del Juego se tenía en cuenta la cercanía a una guardería. No lo hace, sí regula la distancia a un centro de primaria y secundaria. Mi reflexión es que estamos en un mundo con una visión tan adulto céntrica, que regulamos aquello que nos molesta a los adultos: Nos molesta que un adolescente pueda tener una adicción al juego y que esta haya podido ser por la exposición repetida a un salón de juegos, que ve cada día al pasar camino de la escuela. La primera infancia, aunque tenga esos estímulos y normalización de ciertas conductas o lugares, no molesta, porque aún no ha desarrollado adicción ni abuso, lo hará más adelante, en todo caso.
El símil me sirve también para los cigarrillos electrónicos. ¿Cuándo debemos empezar a prevenir? ¿Dónde y ante qué circunstancias y momentos vitales debemos empezar a regular?
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