Familia y abstinencia: Todos estamos implicados
Silvia Stretti | Psicóloga. Terapia de pareja y de familia.
Hablemos un poco acerca de la familia:
“Aquello que has heredado de tus padres, conquístalo para poseerlo” (Goethe)
Nada más simple a primera vista, pero quizás nada más profundo que decir que el hombre nace, crece, se hace y entra en la sociedad a través de la familia. En efecto, la familia es un elemento constitutivo del hombre, forma parte de él. La paternidad y los vínculos familiares se construyen en un devenir, se van haciendo en un trabajo en común entre padres, hijos y hermanos.
¿Pero qué significa y dónde se ejerce este trabajo de “conquista”, de apropiación al que se refiere Goethe?
Me atrevería a decir que se ejerce en el encuentro con el otro, no sólo con los padres, sino también con los hermanos y las hermanas, o los hijos. Se cumple en el vínculo con otros sujetos. Encuentro en el que cada uno aporta su historia, sus experiencias, valores, etc., que necesariamente serán diferentes entre sí. Con ese material tendremos que crear entre todos algo nuevo, un “entre” que sintamos como propio, como nuestro, como lugar de pertenencia. Eso y no otra cosa es una familia: el sitio donde nos sentimos acogidos tal como somos, escuchados, donde se nos intenta comprender aunque no se comparta nuestro punto de vista.
Pero, ¿qué ocurre cuando en una familia se instala el alcoholismo?
Cuando una persona enferma, ese mal tiene relación con el entramado de toda su familia. Cuanto más enfermas están las relaciones, más se bebe y cuanto más bebe, más enferma la familia, se deteriora, en muchos casos incluso se rompe.
A nuestras consultas y asociaciones acuden muchas personas en busca de orientación y tratamiento para sus familiares alcohólicos, pero también demandan apoyo para ellos mismos. Cuando vienen, les decimos lo importante que es para la recuperación de sus familias que ellos:
-Acepten la enfermedad
-Adquieran conocimientos sobre ella
-Apoyen a su familiar en las distintas etapas por las que va pasando.
Y todo esto es verdad, pero también ellos necesitan que los ayudemos a aceptar y entender esta nueva realidad con que se enfrentan y en la que participan, que los asusta, desconcierta y los hace cuestionarse tanto su lugar en la familia como todo el entramado familiar.
En los hogares con algún miembro con problemas de alcohol suelen existir muchos conflictos entre la pareja y entre padres e hijos, y esto provoca un mal funcionamiento de la familia en todos los órdenes (disfunción familiar).
Muchas veces funcionan como “organizaciones dualistas”, es decir, se dividen en dos mitades que pueden rivalizar entre sí. Una forma de rivalidad es la de “hijo/s bebedor/es vs. hijos abstemios”, “padres vs. hijos”, como si hubiera “buenos” y “malos”.
En síntesis, las familias de los alcohólicos suelen caracterizarse por:
-Bajo nivel de cohesión
-Bajo nivel de diálogo
-Bajo nivel de dependencia o dependencia exagerada
-Bajo nivel de rendimiento intelectual, por estar centrados en los
conflictos
-Elevado grado de conflictividad
Las conductas durante el consumo suelen ser bastante estables y repetitivas y se incorporan como parte de la dinámica familiar.
De todo lo anterior podemos deducir que la presencia de un miembro con problemas de alcoholismo en una familia tiene importantes causas/consecuencias en el movimiento de ida y vuelta de los entramados familiares.
Más de un tercio de las personas con problemas de alcoholismo que están bajo tratamiento dicen que el clima familiar conflictivo es uno de los principales problemas causados por la bebida.
La comunicación entre todos los miembros se altera, todo gira en torno al alcohol y éste ocupa el lugar preponderante en todos los aspectos de la vida familiar. A la vez, la incertidumbre y la ansiedad se convierten en constantes en las relaciones familiares, debido a la imprevisibilidad de las conductas de los miembros de estas familias.
Los familiares tienden a esconder las conductas perjudiciales o inadecuadas del miembro alcohólico. Se oculta el problema, se dan excusas para no incluirle en diferentes actividades sociales propias de su entorno, se restringen las actividades familiares, tanto el intercambio dentro de la familia como aquel dirigido hacia el exterior. Todo ello va ocasionando un aislamiento cada vez mayor del enfermo y de todos los miembros de la familia.
Cuando el que presenta un consumo abusivo de alcohol es uno de los hijos, los padres pueden cumplir un papel muy importante durante el desarrollo de la enfermedad, pero también durante el proceso diagnóstico y el tratamiento. Por eso, y porque el alcoholismo no es un problema de un solo miembro de la familia con independencia de los demás, todos necesitan apoyo, consejo y tratamiento especializado.
Solemos encontrarnos con padres desconcertados que no recuerdan su propia adolescencia, a los que les cuesta saber hasta dónde deben presionar y controlar a sus hijos, y dónde deben dejarles volar hacia la necesaria independencia. Tienen miedo, temen que fuera de casa sus hijos no sepan manejar su libertad.
Debemos ayudar a los padres a confiar en ellos mismos y transmitir confianza en sus hijos sin necesidad de acudir a ninguna sustancia, y así fomentar el desprendimiento sin ejercer excesivo control pero sí escuchando y estando pendientes.
Del tratamiento “con” al tratamiento “de” la familia
Hemos podido ver que, aunque uno de los miembros de la familia sea quien presenta un consumo abusivo de alcohol, el alcoholismo no es el problema de una persona cuya familia sufre las consecuencias pasivamente.
El tratamiento pretende involucrar a todos los miembros de la familia para reabrir el sistema de opciones que ha quedado sellado por el síntoma alcohólico. Busca crear nuevos escenarios donde relacionarse y nuevos lugares que los miembros pueden ocupar dentro de la familia, una nueva forma de habitar estos escenarios.
Ya no pensamos en un paciente al que su familia acompaña, sino en una familia dañada en la cual todos necesitan ayuda para encontrar nuevas formas de vincularse. Hemos dejado de centrar el problema en ese miembro para permitir que en cada sesión se abran espacios de escucha para el sufrimiento familiar.
Debemos prestar especial atención a todos los miembros de la familia, solicitando su participación e interesándonos por su estado de ánimo. Nunca debemos olvidar el esfuerzo que están realizando y lo doloroso que es el proceso que están viviendo, y por eso debemos darles la oportunidad de que hablen de las dificultades y de la situación emocional por la que atraviesan.
En el tratamiento familiar también es fundamental que el terapeuta mantenga la neutralidad, imparcialidad y carencia de prejuicios. Esto es, no tomar partido por alguno de los miembros de la familia. Sólo así podrá escuchar y entender el malestar de cada familia, señalar sus aspectos dañados y ayudar a desatar los nudos que impiden el crecimiento y la felicidad de todos sus componentes.
De todo esto se deduce que, para conseguir y mantener la abstinencia, la familia juega un papel fundamental. Puesto que este problema no es el de uno de sus miembros sino que todos están involucrados en esta trama alcohólica, el tratamiento de la familia es indispensable, tanto para el logro como para el mantenimiento de una vida sin alcohol.
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