Entrevista a Anselma Betancourt sobre su trabajo sobre alcohol en Cuba: “El mundo está en una gran borrachera y la resaca no acaba de llegar”
Anselma Betancourt es investigadora, doctora en Ciencias de la Salud, máster experta en Drogodependencias y Sida, y en Salud Ambiental. Actualmente trabaja en la Universidad de Ciencias Médicas de Guantánamo como profesora Auxiliar de Fisiología. Betancourt vino a España en marzo para asistir al Congreso Internacional organizado por Socidrogalcohol, entonces estalló la pandemia de COVID y quedó confinada. No pudo regresar a Cuba, hasta la semana pasada.
Pregunta. Usted tiene una vida que está muy ligada a la investigación en la prevención del alcoholismo y otras drogas ¿Cuáles son los principales problemas con las sustancias en Cuba?
Respuesta. Los mayores problemas pasan principalmente por el hábito de fumar, el consumo de bebidas alcohólicas fundamentalmente y, sin dejar de lado el abuso de algunas personas, de los llamados psicofármacos. La utilización de estos no precisamente con indicaciones médicas ni por necesidad de tratamiento específico.
P. Usted también hace mucha intervención comunitaria para la prevención del consumo de alcohol en los jóvenes, ¿Cómo se procesa esta intervención?
R. Desde mi perspectiva no hay que tratar el alcoholismo teorizando tanto, hay que ir al terreno, a la realidad, hay que ir a ver qué pasa con la comunidad. Cuando un hombre consume alcohol más allá del componente individual, hay que ver el ambiente familiar y el social en que se desenvuelve. El consumo de alcohol es uno de los indicadores que va creciendo aquí en el país. Nadie puede negar que si hace 20 o 30 años usted podía hablar quizás de un 3 o un 4% de consumo de bebidas alcohólicas, ahora en los mayores de 15 años ya va siendo un porcentaje mucho más importante. El trabajo en la comunidad es ir a hacer un diagnóstico primero, para poder afirmar que hay un problema con el consumo de bebidas alcohólicas y ver las estrategias que se pueden tomar para contribuir a disminuir este consumo y sobre todo para trabajar con los jóvenes en la prevención del alcoholismo. Pero no puede ser un simple slogan como a veces utilizan, no hay que prevenir, hay que hacer prevención. Hay que ver si la persona conoce el daño que le puede hacer para poder prevenirlo.
P. Usted es licenciada en ciencias de la salud y tiene un máster en drogodependencias. Le voy a exponer tres patologías: la soledad, la ansiedad y la depresión. ¿Cómo tratar estas patologías?
R. Es que justamente, de alguna manera, cuando las situaciones son coyunturales, cuando aparecen y pueden estar encadenados. Yo generalmente no utilizo el término ‘patología’, hablaríamos de enfermedades o de síntomas o signos. La soledad no da patología. Muchos debemos estar solos por la situación y no precisamente en soledad. Y muchos tenemos una ansiedad agregada por esta situación de covid. Yo creo que lo primero es ver cuál es la causa, por qué se siente solo o por qué yo puedo considerar que está en soledad. Habría que buscar las causas de por qué esta persona está ansiosa y buscar la causa de la depresión. Y de alguna manera, viene muy concatenado. Me siento solo, me pongo ansioso y me deprimo. Y entonces son las bases, hay que buscar las causas. Si no busca la raíz no va a encontrar la causa del problema y no lo va a poder resolver.
P. Usted es una profesional muy solidaria con sus enfermos, es decir, usted me está diciendo de alguna manera que un médico no es solamente un médico, sino que es un poco más que eso.
R. Exacto. Desde mi pensamiento como médico, primero que médico, soy un ser humano y como tal, lo primero que tengo que ser es solidario con el otro. Luego ya puede venir el científico, el médico o el profesional. Pero si no tiene una mirada humana, con sentimientos de verdad, con sinceridad, sin paternalismos, pero con amor de verdad, sin eso, todo lo demás es como si lo hiciera mecánicamente. Primero hay que mirar al hombre y si está enfermo, al hombre enfermo, y luego ver la enfermedad. La solidaridad como yo la siento, se mueve un poco en el plano espiritual y la otra persona siente cuando realmente usted lo está recepcionando, siente que lo está respetando como ser humano.
P. Usted ha escrito el libro: ‘Alcohólicos Anónimos, una puerta a la esperanza’. Una cosa son los profesionales de la salud y otra los AA. ¿En qué coinciden los profesionales de la salud y en qué divergen de los AA?
R. La esencia. Los profesionales cuando diagnosticamos es porque ya tenemos suficientes elementos como para decir: ‘esta persona es alcohólica’. Y el alcohólico cuando ya está en la asociación de alcohólicos anónimos, cuando comienza a aceptar la ayuda de los otros y de sus iguales es porque empieza a aceptar que tiene un problema con el alcohol. La tendencia que tienen los alcohólicos es precisamente negar la enfermedad. Pero ya cuando están en AA, por los mecanismo que ellos utilizan, el individuo tiene que aceptar que no puede con el alcohol. Y con eso, los profesionales y los alcohólicos anónimos coincidimos.
Por la experiencia que he ido teniendo se discrepa en que muchas veces algunos alcohólicos anónimos, sobre todo al principio de estar en los grupos, entran en una especie de euforia porque empiezan a entenderlo, no quiere decir que lo entiendan totalmente. Sobre todo, si han estado haciendo un largo recorrido por centros médicos y no han dejado de beber. Ellos piensan que AA es la panacea y es la solución para todos sus problemas. Y a veces a los profesionales de la medicina nos sale el EGO, y no siempre con este tipo de enfermos podemos ganar la batalla. Es una enfermedad que frustra mucho al profesional de la salud y con esa base empezamos a cuestionar su método de autoayuda que utilizan, sus terapias, etc. y yo creo que lo más importante es lo que le comentaba. A mí como profesional, no me importa si el individuo, sobre la base de su lectura psicológica y en el grupo de autoayuda con sus iguales, le resulta muy difícil o casi imposible tratar de engañar a otro alcohólico, cosa que sí hacen con los profesionales médicos, sobre todo por el desconocimiento que muchos tienen del paciente alcohólico. Tienen que reconocer que están enfermos y en los grupos no se andan con medias tintas para decir: Mire, eres un descarado, eres un mentiroso y tú estás igual o peor que yo. El profesional, justamente por lo que somos, tenemos todo el tacto y toda la medida para ir haciendo entender al individuo lo que pasa. Aunque en algún momento esté conmigo en consulta o en terapia. A mí como profesional médico no me importa que este hombre que está deteriorado, que va destruyendo su familia, que tiene tantas dificultades laborales y todas las consecuencias que sabemos que trae el alcohol, no me importa en lo que crea. Algunos hablan de un poder superior, cada uno como lo conciba, a mí como profesional médico lo que me interesa es que ese individuo deje de beber. Que entienda que tiene una mala relación con el alcohol y que cada vez que lo consuma le va a dar problemas. No me importa que vaya a un grupo de AA, que su gente le dé un palo, que levante una cruz, etc. lo que él quiera, pero que no beba. Porque no beber implica, no que le van a eliminar todos los otros problemas, pero por lo menos va a poder verlos y tratar de resolverlos.
P. Una pregunta ahora en relación con el consumo y la economía. Cuba tiene una relación con los puros, que son muy conocidos y buenos y el ron, que a parte de que es una bebida que agrada mucho a los cubanos, también a los europeos y a medio mundo. Estamos hablando de una cultura que está arraigada en sus pueblos, pero que el consumo abusivo puede dañar la salud. ¿Cómo se puede intervenir en estas dos líneas?
R. Cuando presenté mi tesina, alguien me hizo una pregunta similar y el trabajo que estaba haciendo de intervención y prevención del alcoholismo. Y yo tenía justamente una publicidad de Ron Habana que decía: “Si el ron daña su trabajo, deje su trabajo”. Y entonces yo le respondí: ¿qué puedo hacer yo contra esto? Porque justamente, y tal y como usted me comentaba, el tema económico gravita mucho sobre muchos temas de salud.
Porque usted dice entre el daño que hacen los puros y el que hace el consumo de ron, el venderlo y utilizarlo para tener ganancias y el uso que puedo hacer yo de modo individual del puro o beber el ron, como dice usted, crea una incompatibilidad. La incompatibilidad está en que yo como individuo tengo derecho a que si quiero beber, bebo y si quiero fumar, fumo; y yo como entidad venderlo. Es una incompatibilidad que ralla incluso lo ético, porque habría que preparar al individuo a que sepa que tiene el derecho de fumar y de beber, pero hay un daño que le puede hacer. Un daño que afecta a lo psicológico, emocional y social. Todo lo que nos hacen daño o está prohibido es a lo que estamos tentados a querer saber.
P. Esa es la principal dificultad para intervenir frente a los jóvenes y en concreto en la prevención del alcoholismo, ellos están tentados a querer saber. ¿Cuándo hablamos de prevención, nos referimos a la prevención con evidencia científica?
R. Justamente el término ‘prevención’ es muy usado por todos en determinadas condiciones o coyunturas. Pero es muy buena pregunta. Yo muchas veces insisto en conferencias, sobre todo con profesionales y autoridades gubernamentales, y yo les pregunto: Pero ¿a qué le llaman ‘prevenir’? Es un conjunto de acciones que hay que realizar, no hay que darle una definición para usarlo como un slogan, es un conjunto de cosas que hay que hacer. Ustedes dicen: vamos a prevenir el alcoholismo en los jóvenes. Y usted le pregunta, lo mínimo: Tipos de bebidas alcohólicas, qué es el alcoholismo, qué daño le puede hacer el consumo, etc. Hay que educar, hay que dar conocimiento, hay que dar información en un lenguaje que sea asequible, entendible, comprensible para el que lo recibe. Y a veces, no siempre, la manera de llevar la información corresponde con el público que está escuchando. No es lo mismo que hablemos usted y yo, que somos profesionales, que que usted hable con un chico que está empezando la adolescencia y que en el grupo hay uno que fuma y todos se van a juntar para tratar de hacerlo. La prevención hay que mirarla de manera integral y hay que buscarla y adaptarla al público al que va dirigido. Tenemos que sentir que tenemos interés de verdad, de dentro, para ayudar a ayudarte. Que el otro aprenda a cómo hacerse responsable de su salud y su vida. Por lo menos hacer lo que toca para hacerlo bien hecho desde adentro. La solidaridad. Seguramente por su experiencia haya estado en cientos y cientos de congresos y habrá visto a todos hablando bien y muy bonito, pero uno debe sentirlo. Yo que he estado por Cuba y por varios países del mundo., a veces la gente no se cree lo que le está diciendo el otro, duele mucho. También el tiempo cambio la época, pero hay que tratar de ser lo más veraz posible, pero de verdad, el otro lo percibe.
P. En los congresos ustedes hablan los unos con los otros, pero con los enfermos no hablan y como no se dirigen a ellos, ellos tampoco escuchan lo que ustedes les van diciendo. El alcohol figura entre las principales amenazas para la salud de todo el mundo, es un problema grande, la pregunta es muy clara: ¿El mundo está de borracheras?
R. En el último encuentro internacional que nosotros realizamos en el año 2018, y que pretendíamos hacerlo de nuevo en noviembre, pero no creo que pueda ser. Nosotros en ese tercer encuentro invitamos a AA , para que vinieran los profesionales, pero también los enfermos. Que los profesionales, los psiquiatras y psicólogos los escucharan a ellos. El intercambio realmente fue muy bueno. Ellos escucharon nuestras conferencias y nuestras cosas, pero como profesionales también los escuchamos a ellos. Quedó claro que a veces en los congresos hay que hacer que los otros vengan también. En el siglo pasado ya decíamos que el alcoholismo era la tercera gran pandemia de la humanidad, pero luego llegó el covid. Yo no veo que el consumo baje. Yo creo que efectivamente el mundo está en una gran borrachera y la resaca no acaba de llegar.
Sérgio Oliveira y Mireia Pascual
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