Los cánones de belleza en la mujer a lo largo de la historia
Los griegos fueron, probablemente, una de las primeras culturas que empezaron a prestar atención al culto al cuerpo. El canon de belleza de entonces perseguía una simetría perfecta y una armonía que se conseguía mediante la práctica deportiva y la buena alimentación. Esto ha variado en siglos de historia poco, pues entre las recomendaciones de cuidar el cuerpo en la actualidad, siguen estas dos prácticas absolutamente instauradas como recomendación, ya no solo para la belleza sino también para el cuidado de la salud y de la propia dentadura. En la prehistoria, las personas ansiaban tener dientes grandes porque lo relacionaban con la fuerza y la salud, tan importantes para la lucha. Hoy buscamos tener unos dientes blancos y rectos, por eso a lo largo de los años se han ido siguiendo una serie de remedios para el blanqueamiento dental. Hoy en día, cualquier dentista del territorio español tiene tratamientos para conseguir tal objetivo (recomendamos este dentista en Toledo).
Los cánones de belleza han ido evolucionando a lo largo de la historia y las distintas culturas. Existen de la época prehistórica, antes incluso de esos griegos que comentábamos al principio de este texto, figuras como la Venus de Willedor que son la representación de los cuerpos anhelados en aquella época. Los cuerpos deseados eran por aquel entonces ‘regordetes’ y esto tiene una explicación y, es que las mamas grandes y las caderas anchas estaban de forma directa relacionadas con la fertilidad y la capacidad de parir y criar hijos sanos y fuertes. Era pura supervivencia de la especie.
Siglos después, en el Renacimiento, podemos encontrar también en el arte, la representación de ese mismo canon de belleza. En los cuadros de artistas como Rubens, los cuerpos de las mujeres, también son redondeados, la piel es blanca; pero a diferencia de siglos atrás aquí los pechos son pequeños y firmes.
Tal vez, y el momento histórico donde aparece por primera vez esa cintura estrecha que se persigue en la actualidad, sea la época victoriana, en el siglo XIX, cuando las mujeres utilizaban corsés de forma que se estrechara la cintura y se realzara el pecho y las caderas. En la actualidad, ya sumergidos en el siglo XXI, los cuerpos ‘perfectos’ según los cánones de belleza deben ser delgados, con una forma que marque las caderas, pecho mediano tirando a grande y la piel con cierto bronceado. Esto depende de la cultura, pues en otros países como China o zonas del mundo como el Sáhara, el color de piel deseado es el blanco. Para conseguir este color ‘moreno’, se han inventado cabinas de bronceado. Y para modelar los cuerpos, la medicina estética, que aumenta el tamaño de los senos, del trasero, quita arrugas, disminuye la celulitis, etc. (recomendamos esta clínica de medicina estética en Toledo).
¿Pero está la belleza relacionada de forma directa con la salud de la persona? No necesariamente. En la época victoriana, cuando se utilizaban los corsés, estos provocaban multitud de desmayos o incluso la muerte por la deformación del tórax que apretaba de forma antinatural los órganos vitales. La belleza no siempre se relaciona con la salud, aunque es cierto que en ocasiones sí hay una relación directa. Por ejemplo, cuidar de los dientes y que estos estén sanos, aunque no tengan de forma necesaria un color blanco ‘nuclear’, es importante para la prevención de enfermedades bucodentales como la gingivitis u otros (accede a este interesante método para cuidar tus dientes). También mantener una dieta saludable y variada conjugada con la realización de ejercicios físico moderado es una evidencia científica.
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