Cocaína y cerebro
Marta Saiz | Periodista colaboradora en InDependientes
Coincidiendo con el año europeo del cerebro, este mes os voy a hablar sobre una de las drogas más antiguas y conocidas mundialmente, la cocaína; y de una noticia relacionada con su aporte al aumento del porcentaje de padecer un ictus cerebral.
Concretamente, el consumo de cocaína aumenta las posibilidades de padecer un ictus de tipo isquémico -los vasos sanguíneos que llegan al cerebro se estrechan, por lo que causan una reducción del flujo de sangre,
causando el ictus-. La relación entre la droga y el efecto está confirmada por un estudio de la Universidad de Maryland -Estados Unidos-, que ha determinado que el uso de la cocaína eleva, hasta siete veces, la probabilidad de sufrir un ictus.
Sin embargo, la cocaína en nuestro sistema, no sólo produce este efecto, sino muchos otros, como hemorragias cerebrales y problemas cardiovasculares. Esta droga es tan peligrosa porque potencia el papel de los neurotransmisores cerebrales de la dopamina -véase artículo mes pasado sobre el craving– que condicionan una respuesta brutal en la circulación -aumento tensión arterial, estrechamiento vasos sanguíneos, coagulaciones…-.
Aún así, viendo los resultados desastrosos que puede causar la cocaína, todavía hay mucho desconocimiento acerca de los peligros, sólo tenemos que remontarnos una semana para ver el trending topic acerca de la pregunta en el chat Yahoo sobre si la cocaína era libre de gluten. Además, el domingo pasado en el programa Salvados, Roberto Saviano, autor de Gomorra, afirmó: “La cocaína gobierna el mundo”, para referirse al negocio todopoderoso de la sustancia a nivel mundial y cómo es consumida por más del 50% de la población.
Pero, ¿qué es la cocaína y de dónde viene exactamente?
Esta sustancia es un estimulante extremadamente adictivo que afecta directamente al cerebro. Su descubrimiento se remonta a principios del siglo XX, cuando se utilizaba en tónicos y elixires para curar enfermedades; de hecho sigue siendo utilizada en la medicina para anestesias locales en cirugías de ojos, oídos y garganta. Es por esta razón por la que está dentro de la Lista II (Schedule II) de la Ley sobre sustancias controladas que fue promulgada por el Congreso de EE.UU.
La hoja de la coca se enmarca dentro del género Erythroxulum, que crecía principalmente en Perú y Bolivia, aunque en los años 90 Colombia se hizo con el primer puesto.
La cocaína de la calle suele ser un polvo blanco y fino, comúnmente conocido como coca, snow o talco, y mezclado con otras sustancias inertes -maicena, azúcar- u otras drogas como procaína -utilizada para las anestesias- y anfetamina.
La cocaína se sigue utilizando en medicina para anestesias locales
La cocaína se sigue utilizando en medicina para anestesias locales
Los efectos de la cocaína suelen desaparecer entre unos minutos y la hora. Los que consumen una pequeña cantidad, sienten euforia, energía, disminución del apetito y reducción del sueño. Fisiológicamente, contracción de los vasos sanguíneos, dilatación de pupilas, aumento de la presión arterial, temblores, espasmos, paranoia… Si se alarga su consumo, provoca psicosis paranoica, inquietud, problemas respiratorios -posible pérdida del sentido del olfato-, estados de inestabilidad, reacciones alérgicas y aumento de la probabilidad de infección VIH.
Por último un aporte, aunque no por ello menos importante, investigaciones científicas han estudiado la presencia de la cocaína en el proceso de las mutaciones genéticas. La droga aumenta, hasta ocho veces, el riesgo de muerte por abuso.
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