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La culpabilidad y culpa de los adictos

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El sentimiento de culpa es considerado como una emoción negativa que, si bien a nadie le gusta experimentar, lo cierto es que parece ser necesaria para la correcta adaptación a nuestro entorno.

La culpabilidad surge ante una falta que hemos cometido o creído cometer. Su función es hacer consciente al sujeto que ha hecho algo incorrecto para así facilitar los intentos de reparación. Su origen tiene que ver con el desarrollo de la conciencia moral, que se inicia en nuestra infancia y que se ve influida por nuestras diferencias individuales y las pautas educativas.

Resulta bastante común confundir esta emoción con la vergüenza, lo que incrementa el malestar emocional, ya que al mezclar ambos sentimientos, éstos se retroalimentan entre sí. La culpa aparece ante el dolor por el daño causado, mientras que la vergüenza se experimenta cuando nos percibimos con la falta de una habilidad o capacidad que se presumía deberíamos tener (Valdenegro, 2016).

Muchos adictos, a causa del conocido craving, han hecho cosas de las que no se sienten orgullosos solo por un poco de la sustancia en cuestión. En definitiva, estas personas acaban desarrollando una relación de amor/odio con su adicción, lo que implica la interacción de diversas emociones, entre ellas, la culpa o el remordimiento. Este sentimiento no aparece únicamente tras hacer algo incorrecto o herir a alguien en el proceso de búsqueda de sustancia, este sentimiento va más allá y a parece como una consecuencia de la frustración al no poder dejar de repetir ese comportamiento.

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Este sentimiento de culpa se observa normalmente en adicciones menos “tradicionales” como son la adicción al sexo, a las compras e incluso a internet. Tanto el sexo, como las compras e internet comparten un elemento común: su uso o realización está “pactada” socialmente, por lo que salirse de dicho patrón de comportamiento genera una disonancia entre “lo correcto” y “lo que deseo/hago”. En psicología, dicho término hace referencia a la tensión o desarmonía interna del sistema de ideas, creencias y emociones (cogniciones) que percibe una persona que tiene al mismo tiempo dos pensamientos que están en conflicto, o por un comportamiento que entra en conflicto con sus creencias. Es en esta disonancia cognitiva donde se genera el sentimiento de culpa. El adicto disfruta en su conducta desadaptativa pero sabe que está mal, no solo a nivel social sino también a nivel personal y familiar; sabe que con su comportamiento no solo se hace daño a sí mismo, sino que también hace daño a personas queridas. Sin embargo, es incapaz de poner fin a dicha conducta. Se encuentra, digamos, atrapado en una espiral disonante que no hace sino aumentar sus niveles de emocionalidad negativa.

El psicólogo estadounidense Leon Festinger (1957),  plantea su teoría sobre la disonancia diciendo que al producirse esa incongruencia o disonancia de manera muy apreciable, la persona se ve automáticamente motivada para esforzarse en generar ideas y creencias nuevas para reducir la tensión hasta conseguir que el conjunto de sus ideas y actitudes encajen entre sí, constituyendo una cierta coherencia interna. Quizás por este motivo, las personas con alguna adicción buscan explicaciones a su comportamiento y se refugian en el autoengaño, rebajando así la tensión producida por la disonancia y eliminando el sentimiento de culpa que ésta le genera.

Teorías a parte, la culpa es un sentimiento que fácilmente se encuentra en los adictos, tanto en los que están ya en proceso terapéutico como los que no. El papel del psicólogo respecto a este sentimiento negativo deberá estar enfocado en reducir dicha disonancia, eliminando así las autojustificaciones que permiten al adicto sentir menos culpa. En ningún momento la culpa debería ser utilizada como herramienta “motivadora” en el proceso de cambio, ya que, si bien la culpa puede hacer de impulso inicial al cambio, es importante que el paciente no sienta esta emoción y logre eliminarla de su vida. Si la culpa sigue presente, esta puede conducir a otras emociones negativas y finalmente, el sujeto puede recaer en su adicción.

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Karen Acuna

Psicóloga con gran interés en el ámbito de las adicciones y magíster en Inteligencia Emocional e Intervención en Salud y Emociones

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