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Sexualidad y religión

Si te masturbas, te quedarás ciego o se te caerán las manos o te quedarás enano……. Y yo me pregunto: ¿si esto fuese verdad…. cuántas personas habría en el mundo ciegas, sin manos y enanas?

Una de las primeras dificultades que me encuentro cuando inicio una terapia sexual es la cantidad de mitos, tabú y creencias falsas que acompañan a la persona que solicita tratamiento especializado para resolver sus dificultades sexuales y que sólo pueden “desmontarse” con un buen trabajo de Educación Sexual. Esos mitos suelen ser el origen de una serie de miedos e inseguridades que, tras la evaluación psicológica y sexológica necesaria, me vendrán a demostrar que son la base principal, en muchísimas ocasiones, del problema sexual por el que solicitan orientación para solucionarlo o por el que deben someterse a un tratamiento sexológico.

La experiencia me dice que estos mitos suelen estar fundamentados en creencias de tipo religioso que se ven más arraigados y son más difíciles de modificar o eliminar, cuanto más creyente es la persona con la que tengo que trabajar. Algunas veces, este inicio de la intervención profesional es la más complicada del proceso terapéutico Y pongo un ejemplo.

El caso de una mujer con un bajo deseo sexual que nunca se ha masturbado, es más, se ruboriza sólo con el hecho de escuchar la palabra masturbación. A esta mujer hay que enseñarle a conocer y explorar su cuerpo. Si por sus creencias religiosas, la masturbación es un pecado, lo primero que hay que trabajar con ella en sesiones individuales, es esa creencia equivocada a través de la Educación e Información sexual. Aunque hay mujeres que les cuesta romper esas barreras mentales, os garantizo que cuando las superan y descubren lo que verdaderamente es la masturbación, ya nunca dejarán de practicarla. Es más, superar esta barrera les lleva a abrir la mente para hacer frente otros obstáculos que dificultan la relación sexual con su pareja, llegándose a convertir en una auténtica liberación sexual personal.

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Cuando se relacionan los términos sexualidad y religión, la primera idea que se nos viene a la cabeza es que para la religión todo es tabú y prohibición, es pecado, es asqueroso, es inmoral, impuro, etc., etc., etc..

Pasamos a ver algunos datos curiosos sobre qué dicen las distintas religiones sobre distintos aspectos de la sexualidad.

Si echamos mano a la bibliografía y nos vamos a la época en la que nació Jesús, podemos comprobar que él no dijo nada sobre la sexualidad. Entonces, ¿de dónde surge que la homosexualidad, la anticoncepción, el tener relaciones prematrimoniales,…. es pecado y que la persona que lo practique irá al infierno? o ¿por qué la masturbación es algo impuro o que va a perjudicar a la salud? o ¿por qué hablar de sexualidad, aún en el siglo XXI, provoca cierto pudor y vergüenza? o entrando en un terreno más complicado aún, ¿por qué el propio celibato aún es considerado como una prohibición para los sacerdotes?.

Concretamente, dentro del Cristianismo se atribuye a San Agustín que “el deseo sexual (lujuria) había animado a Adán a aceptar la propuesta de Eva de probar la fruta prohibida del Árbol de la Sabiduría”. Así fue, como se asoció por primera vez el deseo sexual con los orígenes del pecado. Su forma de pensar es considerada como la responsable de la confusión y la ansiedad ante el sexo en la Iglesia Occidental. Esta unión entre sexo y pecado hizo que muchos cristianos tuvieran y tengan aún, sensación de vergüenza ante el deseo sexual y el acto de saciarlo a través de la consecución o la búsqueda del placer. Esta relación, después de dos mil años, aún sigue vigente en las creencias de muchas personas.

En el siglo XVI, se produjo un desafío entre el sexo y el pecado original a través de la Revolución Sexual que se inició en 1517 con Martín Lutero a través de la Reforma Protestante que rechazó lo que San Agustín decía respecto a que el sexo era algo pecaminoso, pasando a considerar el sexo entre un hombre y una mujer como un regalo de Dios, mientras se produjera dentro del matrimonio. Se podría considerar como un avance, pero creo que todavía, insuficiente.

Él mismo también denunció que los sacerdotes tuvieran que seguir o cumplir el celibato, ya que consideraba que “sus deseos sexuales podrán terminar siendo canalizados en direcciones peligrosas”. Considero que poco se equivocó, después de que conozcamos algunos casos de abusos sexuales de sacerdotes a menores, que el propio Papa Francisco, como máximo representante del Vaticano, ya ha reconocido tras pedir perdón por la existencia confirmada de dichos abusos sexuales.

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La expresión “sean fructíferos y multiplíquense” con la que Dios se dirige a Adán y a Eva después de su creación, se considera como la primera instrucción que Dios les dio a ambos (Génesis, 1:28). Aquí Dios les estaba diciendo que tuvieran relaciones sexuales aunque el fin último fuera la procreación. Fue la primera tarea que les encomendó como pareja, lo que considero como un gran acierto porque de una manera u otra, “daba permiso” para mantener relaciones sexuales, aunque, luego serían las religiones las que pondrían los matices y bajo qué condiciones debían producirse esas relaciones íntimas.

 Otra expresión: “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y serán una sola carne”. (Génesis, 2:24). La expresión “una sola carne” se refiere a la unidad total del cuerpo, alma y espíritu. Después sería la religión la que diría que debería producirse entre las arejas casadas, claro.

No sólo debería entenderse esa expresión como que el acto sexual sólo busca la procreación, sino que va buscando el placer sexual y el bienestar psicológico que ofrece el compartir, dar o recibir, para cubrir las necesidades emocionales de índole sexual dentro de la pareja hasta lo más íntimo en la expresión emocional, eso es conocerse uno frente al otro.

Respecto a la homosexualidad, San Pablo dice que “tanto el hombre como la mujer, al olvidar el uso natural del sexo opuesto, se asemejan a los animales (Romanos,1:27)”. Gene Robinson es el primer obispo homosexual de la Historia. Fue quien dijo que la prohibición del Vaticano de ordenar homosexuales es una “vileza”. Nombrado obispo de New Hampshire en 2003, aseguró que su nombramiento es el primer paso hacia la plena inclusión de los homosexuales en la Iglesia. Opinaba que “llevará algún tiempo. No lo veremos nosotros, pero sucederá”.

Para el Islam, “el pecado no existe. Concretamente, en la pareja no hay límite o prohibición sexual dentro del mutuo acuerdo. Sólo se prohíbe hacer daño al cónyuge.” Con la poligamia, según el Corán como Libro Sagrado, se considera que un hombre puede tener hasta 4 mujeres, siempre que las trate a todas por igual. “En árabe, sexo significa la unión más elevada que puede alcanzar el ser humano”.

Para el Judaísmo, la mujer es ‘propiedad’ del hombre y la fidelidad es uno de los valores más respetados dentro del pueblo hebreo. Esto garantiza que los hijos sean del marido. Las tradiciones judías están presentes en la Torah (el Antiguo Testamento) y en el Talmud. La eyaculación fuera de la vagina está prohibida para el judaísmo ortodoxo. Para los reformistas, en cambio, no es así: en varios pasajes del Talmud se sugieren juegos previos a la penetración.

El Hinduismo, no es una religión monolítica, ya que existen muchas escuelas. Algunas de ellas se consideran corrientes reformistas y otras son muy extremas, como la que gobierna hoy la India y pena, por ley, la homosexualidad. La soltería y la castidad están mal consideradas en la casta sacerdotal hindú, porque se ven como actitudes naturales. Igual que hoy, por la influencia islámica y cristiana, tampoco ven naturales el sexo anal ni las prácticas que no lleven a la reproducción.

El kamasutra es un texto hindú que fue escrito en el siglo III. Su nombre significa “tratado sobre el deseo”. El Kamasutra no sólo es un tratado de sexo, sino también una fuente de información so­bre los usos sexuales de la sociedad de la época.

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El Budismo no es una religión reguladora, sino una fuente de inspiración. El tercer precepto de la tradición budista zen insta a “no seguir una sexualidad errónea”. Esto quiere decir que la práctica sexual no debe causar dolor ni sufrimiento. Si lo hace, el gozo no es completo. El matrimonio budista en la tradición zen, es un ritual que tiene una fuerte inspiración tántrica. Actualmente, el 99% de los monjes budistas japoneses están casados. Destacar que la homosexualidad ha sido habitual en los monasterios y que las sociedades budistas de Asia han sido muy tolerantes con las personas homosexuales. Consideran que la sexualidad y la espiritualidad no son dos conceptos antagónicos en la tradición budista, sino perfectamente compatibles.

El máximo representante del Budismo, Dalai Lama, en cierta ocasión cuando le preguntaron en una conferencia de prensa qué era lo que se había perdido por ser un monje, rápidamente respondió que el sexo. El Dalai Lama, la reencarnación de Buda, ya reclamó en 1997 idénticos derechos para todas las personas, independientemente de su orientación sexual.

Creo que queda bien claro que las creencias religiosas y la manera de hacerlas nuestras influyen en la manera de entender y practicar la sexualidad. Además, se puede apreciar también cómo se observan rasgos machistas en el sólo planteamiento de la relación de pareja, donde predomina la relación desigual entre el hombre y la mujer, otorgando un poder al hombre y dejando en un plano de sumisión a la mujer.

También conviene destacar que en muy pocas ocasiones las religiones hacen referencia exacta y concreta a la sexualidad de la mujer y mucho menos asignándole un papel activo dentro de la relación sexual.

La sexualidad debe vivirse de forma libre, responsable y  consensuada

El rechazo a la masturbación, la no aceptación de la homosexualidad, el considerar que el único fin de la sexualidad es la procreación…. que imponen ciertas religiones van en contraposición a la salud sexual, es decir, no se entiende la sexualidad de una forma libre ni sana. Planteamientos de este tipo dificultan en gran medida el poder disfrutar de una forma total y placentera la sexualidad.

Esta forma de plantearse la sexualidad lleva a algunas personas a sentirse como que están haciendo algo malo, se sienten culpables o creen que están pecando cuando, por ejemplo, se masturban, sintiendo una represión que afecta de forma muy negativa a la forma de vivir su sexualidad.

No debemos olvidar que somos seres sexuados  y que la sexualidad debemos verla como algo natural,  propio de la naturaleza humana y como una necesidad fisiológica que se debe cubrir y satisfacer de forma totalmente saludable siguiendo las directrices de una adecuada salud sexual y evitando riesgos innecesarios.

La sexualidad debe vivirse de forma libre, responsable y consensuada con nuestra pareja sexual. Aprendido esto, podremos disfrutar de ella sin culpas ni miedos. Y si tienes hijos asegúrate de transmitírselo, harás que en un futuro, cuando llegue el momento disfrute de forma sana de su sexualidad.

 

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Ana María López Llorente

Psicóloga y sexóloga de la Asociación Libre de Adicciones Cástulo de Linares (Jaén) y asesora del comité técnico de la Confederación de Alcohólicos, Adictos en Rehabilitación y Familiares de España, CAARFE

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