Reflexiones desde el aquí y el ahora. NUESTRA MENTE ESTÁ CONSTANTEMENTE PENSANDO.
Por mucho empeño que pongamos en llevar a cabo una tarea, de vez en cuando, en nuestro campo de visión interno aparecerán unos cuantos pensamientos inconexos que nos distraerán. Parece que siempre tenemos algo a lo que darle vueltas, algo con lo que fantasear, algo que anticipar o algo por lo que preocuparnos.
Me despierto por las mañanas y sin darme cuenta mi mente ya empieza a divagar. Entonces tomo conciencia, hago una pausa y respiro. Cuando tomo conciencia de que estoy siendo arrastrada por la corriente de pensamientos me digo a mi misma, Sandra, ya estás otra vez dentro…sal…respira y focaliza tu ATENCIÓN en la tarea o actividad que tienes ahora entre manos. Cada día me doy cuenta de lo fácil que es entrar y permanecer dentro de este bucle de pensamientos, y a veces, durante mucho tiempo. Mi mente me lleva vertiginosamente de un lado a otro como si fuera un mono que salta de rama en rama. Esto se conoce como “mente de mono loco”.
¿Qué problema nos puede causar este estado?
Que nuestra capacidad de controlar voluntariamente la ATENCIÓN se ha debilitado tanto que la mente toma el control de este proceso cognitivo. Así que cada vez que nuevos pensamientos surgen, arrastran con ellos a nuestra ATENCIÓN. Y por si esto no fuera suficiente, muchos de esos pensamientos son dañinos, llevándonos una y otra vez a los dramas del pasado o al futuro catastrófico, sentando además las bases de un cerebro ansioso y REACTIVO.
La mayoría de personas somos muy REACTIVAS. Reaccionamos muy rápido a todo lo que ocurre a nuestro alrededor y no hemos aprendido a hacer una pausa para poder dar una respuesta más adaptativa y equilibrada. Estas reacciones son provocadas por un desequilibrio en el procesamiento de la información, es decir, cómo evaluamos, qué significado le damos a la realidad en la que vivimos. El mundo no lo vemos como realmente es, sino como nosotros lo estamos percibiendo.
Esta REACTIVIDAD,ya sea mental, le doy mil vueltas a un suceso. O verbal, doy una respuesta rápida y brusca sobre algo de la que más tarde me arrepiento, ya que realmente había sido un malentendido. O física, mi cuerpo se pone tenso, se me acelera el corazón, me duele la cabeza…O encubierta, me guardo todo para mi y reprimo mis emociones. Esta REACTIVIDAD nos provoca dolor y sufrimiento a nosotros mismos y a las personas de nuestro alrededor.
Gracias a la práctica diaria de Mindfulness podemos aumentar nuestra ecuanimidad, aprender a ver las cosas desde otra perspectiva y en consecuencia, disminuir la REACTIVIDAD general en el cerebro.
Cuando me encuentro atrapada dentro de mi mente por alguna situación que he evaluado como perturbadora y dramática estoy encerrada en las zonas subcorticales de mi cerebro(especialmente la amígdala y otros caminos límbicos). Vamos a llamar a esta zona, ZONA ROJA. No sé como salir de aquí. Aquí dentro todo es desequilibrio y caos. Permanezco en este bucle durante un tiempo. Me encuentro en un estado de secuestro emocional. Pierdo mucha energía y fuerza y no consigo solucionar nada, solo hacerme daño a mi misma y a los demás y provocarme sufrimiento. Siento que ya no puedo más…Espera un momento…A lo lejos…puedo percibir una luz, esta luz me está mostrando otro camino, otra dirección… Hacia ella consigo hacer llegar todo este flujo de información perturbadora. El nuevo camino es el lóbulo frontal(esta parte del cerebro despierta mi conciencia, mi juicio, mi razón, mi calma). Vamos a llamar a esta zona, ZONA AZUL. En este lugar puedo evaluar de nuevo lo ocurrido. Desde la conciencia puedo ver las cosas con más claridad, aquí recupero mi racionalidad, mi ecuanimidad.
La práctica diaria de Mindfulness, a través de la neuroplasticidad del cerebro, refuerza las vías que conectan las ZONAS AZUL Y ROJA.Cada vez es más posible navegar entre ambas zonas del cerebro durante momentos de crisis emocional, estrés o sobrecarga mental. Es como si gracias a la práctica del Mindfulness se agilizara y desaparecieran los obstáculos en el camino que me permiten salir con más facilidad del bucle emocional en el que me veo envuelto, ZONA ROJA, y conseguir llegar a mi conciencia, ZONA AZUL. Dentro de mi conciencia puedo analizar mi realidad desde una perspectiva elevada. Aquí consigo encontrar mi calma y mi equilibrio.
GRACIAS A LA PRÁCTICA DE MINDFULNESS la ZONA ROJA del cerebro no puede secuestrar mi ATENCIÓN con tanta facilidad, ya que la ZONA AZUL está preparada para aceptar mis pensamientos, emociones y sensaciones físicas.
Sandra Gisbert
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