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La Lotería de Navidad, una complicación en las personas con ludopatía

La Lotería de Navidad, un sorteo que se ha convertido en símbolo del inicio de las fiestas. Desde el verano se comienza a anunciar y se vende como un billete a un cambio de vida. Un sorteo caro y que en relación a lo invertido es el que menos premios da. Ahora con la inclusión de los impuestos es aún más desproporcionado. El marketing y los años la han convertido este sorteo en el que parece que todos tenemos la obligación de  participar.

Cómo terapeuta no tengo intención de que desaparezca. Soy consciente de que el juego no es negativo para todo el mundo y que es una manera de compartir ilusión. Pero  sería importante que se fuera coherente por parte del estado (que es el mayor ganador) que tanta publicidad y presión para comprar afecta directamente  a los ludópatas.

Los anuncios llaman a la compra de billetes influyéndonos en los sentimientos más básicos, afectando especialmente a las personas que sufren de ludopatía. El mensaje fundamental que se transmite es que el premio cambiará tu vida. Se recalca que perder un décimo puede significar renunciar a  la única esperanza que tenemos de ser felices. Los anuncios de una vida mejor y de la magia del premio en televisión y radio nos bombardean a todas horas. Además el mensaje sibilino de estos anuncios apela a necesidades emocionales, por ejemplo en la campaña publicitaria de este año Justino sólo recibe compañía cuando consigue el premio.

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Como terapeuta, cada año intento concienciar a los familiares de mis pacientes sobre lo peligrosas que son costumbres asociadas al sorteo navideño, tan comunes como, intercambiar billetes o la compra de las típicas participaciones navideñas para colaborar con asociaciones o viajes escolares. Incluso en muchos contextos no consideramos que estemos participando en un sorteo. Todos conocemos estas costumbres y nos son transparentes, entendemos los códigos sociales que las rigen  y los encaramos sin mayor complicación. Sin embargo estas situaciones que son cotidianas en estas fechas son muy duras para un ludópata. Es tremendamente doloroso enfrentarse cada año a recaídas de pacientes, algunos con años de tratamiento, que no han podido superar esta presión.

Todos los años escucho a familiares que son muy insistentes, relativizando el problema de la ludopatía, que se plantean ¿qué ocurriría si toca el décimo que solíamos comprar en el trabajo?, y ¿si les toca a ellos y nosotros estamos fuera?, ¿cómo perder esa oportunidad?. La respuesta es mucho más inquietante que la pregunta, un premio podría suponer el abandono de la rehabilitación. Las consecuencias que puede tener esta situación no nos son desconocidas, algunos de los pacientes con los que trato les ha tocado el gordo, sin embargo esto ha supuesto una huída hacia adelante confiando en que futuros premios resuelvan otros problemas que vayan surgiendo. Porque, siento decirlo, un premio de un sorteo no va a resolver todos los problemas que tengamos.

Un premio podría suponer el abandono de la rehabilitación

Las personas que no están satisfechos con su vida, a menudo comentan «a ver si me toca la lotería», como manera de cambiar su vida de manera positiva. Sin embargo, no construyen una alternativa, es curioso que no se planteen lograr sus metas desde la perspectiva más probable, que es la de que no toque ningún premio. Pacientes rehabilitados comentan que es ahora cuando están realizando todos los sueños que tenían en mente. Es importante aprender a ser felices en el momento de ahora, luchando por nuestros sueños y acomodarlos con objetivos realistas acordes a nuestras posibilidades. El ludópata se refugia en el juego, para no enfrentarse a los problemas de su vida. La búsqueda de un gran premio que resuelva todos los problemas que tiene, es una excusa para seguir jugando sin ningún remordimiento.

Nos puede parecer que la forma en la que jugamos a la lotería tiene un componente ludópata. Solemos comprar muchos billetes simplemente porque ese número se está jugando en el bar donde tomamos el café, en la oficina donde jugamos, en el AMPA de nuestros hijos aquello que podemos denominar «envidia preventiva». No hay que alertarse sin necesidad, la persona que sufre de ludopatía juega de manera compulsiva; oculta y engaña a las personas de su alrededor, porque es consciente que su conducta no es socialmente aceptable.

La sensación que puede dar es que la lotería es algo dañino para la sociedad al nivel de otras adicciones. Pero a diferencia de sustancias adictivas, como el alcohol, el juego es lúdico para la mayoría pero tiene un componente adictivo nefasto para una minoría. A los que nos dedicamos a la prevención nos toca un mensaje que puede sonar aguafiestas. La intención no es boicotear la ilusión; la fiesta del champan en la calle y el soniquete repetitivo. La finalidad es dar un toque de atención a unas campañas tan agresivas y a la sociedad de que no fuerce situaciones de juego innecesarias.

Diana Alonso | Psicóloga en la Asociación para la Prevención y Ayuda al Ludópata

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