Evolución y adaptación de las campañas preventivas en drogodependencias
El problema de las drogodependencias siempre ha estado presente en la sociedad pero no ha preocupado a la ciudadanía siempre. El mayor pico de preocupación en España, se produjo en los años 70 y 80 con la aparición de lo que se convirtió en una epidemia de heroína. La actualidad dista mucho de aquella circunstancia, pero aquel momento en la historia marcó un antes y un después, sobre todo en la creación de recursos que hasta entonces no existían. Fue por aquellos años cuando nació, por ejemplo, la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción o el propio Plan Nacional sobre Drogas, perteneciente al Ministerio de Sanidad. Ambas se iban a encargar de dar respuesta a una problemática en la salud pública muy grave. Prueba de ello son las múltiples campañas de prevención que ambas entidades iniciaron y con las que se puede ver reflejado claramente qué preocupaba a la sociedad y a las propias autoridades sanitarias. La FAD lanzó múltiples campañas de prevención que han ido evolucionando a lo largo de los años conforme avanzaba el momento histórico y se acentuaban o disminuían las necesidades de la población. Al principio, se hablaba de cocaína y heroína, mientras que en la actualidad son protagonistas el alcohol y el cannabis o las drogas de síntesis. La población objetivo no ha cambiado, en algunas ocasiones se dirigen a padres y en otras a los propios jóvenes.
Actualmente las campañas de prevención de drogas han empezado a dirigirse hacia la prevención del consumo de alcohol y esto se debe principalmente al alto porcentaje de consumo de bebidas alcohólicas por parte de la población, pero sobretodo de los jóvenes. Según datos de la encuesta ESTUDES 2014/2015 se ha visto que 8 de cada 10 estudiantes menores de edad han consumido alcohol en el último año.
Lo que preocupa realmente a los expertos es el modo de consumo, que se ha transformado en las últimas décadas, pasando a ser un consumo en forma de atracón, imitando así la forma anglosajona. El atracón se trata de consumir grandes cantidades de alcohol en un tiempo menor a dos horas y hacerlo además, en contextos sociales muy conocidos en nuestro país, como el botellón.
La afectación cerebral del consumo de cualquier sustancia a edades tan tempranas en las que el cerebro se encuentra aún en pleno desarrollo es otro de los problemas que destacan lo profesionales de las adicciones desde hace años, y sin embargo podemos ver claramente en el siguiente gráfico que el consumo de sustancias es más acentuado en jóvenes que en personas adultas, de forma muy especial con el caso del alcohol:
Esto ha incrementado la necesidad de que las campañas de prevención se dirijan más a los jóvenes, pero ¿Cómo hacer frente a la potente industria alcoholera que ha conseguido en España en varias ocasiones incluso tumbar leyes del alcohol? Está claro que la publicidad ejercida por ellos y dirigida a los jóvenes (aunque por ley esté prohibido) es mucho más potente que las campañas preventivas que se puedan hacer desde el Plan Nacional de Drogas o cualquier otra entidad o institución.
Las industrias alcoholeras justifican su labor y su publicidad en los medios por la generación de puesto de trabajo y aportación a la economía. Sin embargo, se ha demostrado asimismo que hay una relación muy directa entre la atracción del anuncio y el posterior consumo de bebidas con la edad del joven.
Eurocare, la alianza de políticas de alcohol a nivel de Europa, que aglutina a multitud de entidades de la unión y que intenta incidir en las políticas a nivel europeo ha denunciado en diversas ocasiones la presencia de publicidad en eventos deportivos. Por ejemplo, emitió un informe en 2015 en el que se mostraba que durante la carrera de Mónaco F1 2014, el evento cumbre de la F1, había un promedio de 11 referencias a marcas de alcohol por minuto. Lo que significa que de un total de 500 millones de personas fueron expuestas a una marca de alcohol cada cinco segundos durante casi dos horas, entre los que seguramente había miles de jóvenes. Por lo tanto, hay un regulación publicitaria, pero entidades como Eurocare se plantean hasta dónde se cumplen y si es lo suficientemente estricta.
El alcohol genera ingresos, pero ¿Son estos ingresos superiores a los costes que los que genera la enfermedad que se puede desarrollar?
Estas cifras y la evidencia científica de la afectación de los impactos de los mensajes publicitarios sobre los jóvenes plantea un reto para profesionales de las adicciones, autoridades políticas y para la propia sociedad sobre si incentivar las campañas de prevención o plantear socialmente una regulación más estricta que se cumpla y, que sobre todo, proteja a jóvenes (sobre todo menores con un cerebro en pleno desarrollo), mujeres embarazadas y conductores.
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