¿Culpa o responsabilidad? Parte 1
En innumerables ocasiones las personas que presentan un trastorno adictivo afirman haber tomado decisiones erróneas, realizado acciones con las que se sienten “mal”, de las que se encuentran arrepentidas, y que incluso las sienten como un lastre en su día a día.
Muchas de dichas situaciones se encuentran asociadas al trastorno adictivo y por tanto han de resolverse en el tratamiento del mismo.
Sin embargo, al mismo tiempo que los sentimientos de culpa aparecen, la persona vuelve a tomar decisiones erróneas o a ejecutar acciones irresponsables. Por lo que el sentimiento de culpa se mantiene.
Más allá de los procesos de toma de decisiones vinculados a los trastornos adictivos, de la afectación de los circuitos neuronales afectados por el uso de tóxicos o la conducta de juego repetitiva (con carácter adictivo), del estilo educativo que han experimentado las personas con problemas de adicciones, o de los problemas sociales, más allá de todo esto, encontramos una insistente dificultad para que la culpa desaparezca.
Quizá lo primero sería definir culpa.
Según la Real Academia Española se define como “Imputación de una determinada acción como consecuencia de su conducta”, a nivel psicológico entiende que culpa es: “Acción u omisión que provoca un sentimiento de responsabilidad por un daño causado”. La primera acepción es la que empleamos en general en nuestro día a día, cuando decimos “tú tienes la culpa” o “la culpa la tengo yo”. La segunda es la que experimentamos en sentido no acusatorio, es decir, como consecuencia de algo que hago o dejo de hacer, y que va en contra de los propios objetivos, principios o intenciones.
A esto habría que añadir que se puede distinguir entre culpa manifiesta, esto es, cuando ha sucedido un hecho objetivo que nos hace sentir culpables, y culpabilidad mórbida, cuando no existe ningún hecho pero aun así nos sentimos culpables.
En el caso que nos ocupa nos centraríamos en la primera, ya que respecto a la culpabilidad mórbida, el proceso de intervención debería ir vinculado a la intervención clínica (psicológica o psiquiátrica) que trascendería a la mera intervención con adicciones, si bien también sería un hecho a tratar, aunque en muchos casos atendiendo y solventando la culpa manifiesta, la culpabilidad mórbida tiende a solucionarse.
Sentir culpa no es negativo, ya que implica un sentido moral relacionado con el sistema de valores personal; también es un mecanismo de ajuste de la propia conducta, y en ocasiones puede suponer una alarma que evitará que se realice la conducta negativa o se deje de hacer la positiva.
Como ya hemos dicho, en muchos casos, entre los que se incluyen las personas que presentan trastornos adictivos, la conducta que hace sentir culpable se repite una y otra vez: consumir, mentir, manipular a otras personas…
Esta repetición de las conductas disfuncionales puede suponer un factor de riesgo frente al fenómeno adictivo, y por tanto hay que intervenir sobre ellas.
Sin embargo, la relación placer/culpa parece un componente esencial en los fenómenos adictivos (Fernández-Montalvo y López-Goñi, 2010), jugando un papel determinante en el mantenimiento de la conducta adictiva.
Lea la segunda parte pinchando aquí
Latest posts by Félix Rueda (see all)
- Qué hacer si se consumen drogas en el trabajo - mayo 23, 2017
- Sócrates y las adicciones - marzo 27, 2017
- La preocupación por la imagen ¿salud, moda o adicción? - febrero 6, 2017