¿Quién teme al lobo feroz?
Recibimos noticias relativas a incautación de alijos de heroína (ayer mismo en Pontevedra se localizaban 56 kg. ocultos en la carrocería de un coche. Noticia aquí), de nuevas atenciones por consumo de heroína, y de la elevada mortandad que se está produciendo en Estados Unidos relacionada con el consumo de opiáceos prescritos médicamente.
E indudablemente surge la pregunta ¿se está incrementando el consumo de heroína?
Analizando los datos de demanda de tratamiento por consumo de heroína, la delegación del Gobierno para el Plan Nacional Sobre Drogas informa que un 0’8% de la población española entre 15 y 64 años ha consumido alguna vez en la vida Heroína (más datos aquí).
La heroína es una sustancia con un alto poder adictivo, y las “epidemias de heroína” quedan lejos de la mente de nuestra sociedad actual, lo que añadido a la elevación del poder adquisitivo de adolescentes puede resultar una “bomba”.
Las consecuencias de esas “epidemias”: robos, delincuencia, muertes…, son las que propiciaron que la atención a las personas con problemas adictivos se realizase de manera coordinada y eficaz.
Si tenemos en cuenta que el consumo detectado en los últimos años, en relación a la pregunta sobre si se consumió heroína en los últimos 12 meses, se mantiene estable, y que la oscilación del consumo en los últimos 30 días no ofrece variaciones significativas, podemos pensar que quizá la heroína se está “probando más”, pero aún no tenemos datos que informen del incremento en el consumo así como tampoco de las necesidades de tratamiento percibidas por las personas que la usan.
Si vamos a otros países, y en concreto donde primero se produjo la explosión del consumo de heroína, Estados Unidos, el fenómeno parece algo diferente al de España.
Hace algo más de un mes, el doctor Ivan Montoya, Director clínico de Farmacoterapias y consecuencias médicas del abuso de Drogas del NIDA (Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas del gobierno de los Estados Unidos), informaba de este hecho en las Jornadas Nacionales de la sociedad científica de Socidrogalcohol. Allí destacó que las muestras por consumo de opioides prescriptos por facultativos médicos superan a las muertes por accidentes de tráfico en los Estados Unidos, así como mencionaba que el modelo no era aplicable a la situación española ya que la prescripción de opiáceos aquí se encuentra más controlada.
Del mismo modo, también llamaba la atención sobre el aumento del consumo de heroína, y el aumento de las muertes por sobredosis, detectado en los últimos años, y cómo dicho incremento presentaba una relación directamente proporcional a la limitación de las prescripciones de opiáceos por vía médica. Todo ello en su país.
Si un país que invierte en investigación en adicciones más de 220.000 millones de dólares afirma que la realidad es esta, algo de razón deben tener.
Nuestra realidad es diferente, eso es indiscutible, pero ¿se ha de prestar atención a los riesgos asociados al consumo de heroína: sobredosis, trasmisión de enfermedades infecto-contagiosas, los problemas familiares y sociales…?
La respuesta es indudablemente SI. La prevención tal vez debe prestar atención a estos hechos, más que en el incremento o decremento del porcentaje de personas que han usado la heroína, que de momento no parecen arrojar una luz determinante sobre el hecho citado.
Las noticias son, muchas veces, un reflejo de lo que sucede, a la vez que pueden generar cierta inseguridad o alarma social, y en ocasiones, conclusiones no del todo acertadas.
Tener una visión alarmista no concuerda con un pensamiento científico, ni siquiera con un pensamiento relativo al ámbito del trabajo con adicciones. Pero tampoco desatender a hechos tan graves como el que nos ocupa: la vida de personas, el bienestar de nuestra sociedad.
No obstante, el tiempo dirá.
Felix Rueda | Fundación Noray. Proyecto Hombre Alicante
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