Sexo, Drogas y… ¿qué más?
Félix Rueda |Psicólogo experto en adicciones. Fundación Noray Proyecto Hombre Alicante
“Amor sin control”
La mitología sobre el sexo desenfrenado, la capacidad sexual ilimitada, el placer extremo y otra serie de ansiados “poderes” sobre la conducta sexual es una constante en la historia de la humanidad.
Ya en los cuentos magos y brujas preparan pócimas y filtros, e incluso en la farmacopea oriental y occidental se han empleado y se emplean sustancias con la intención de mejorar la experiencia sexual.
Los cuentos actuales siguen “vendiendo” algo que no es del todo cierto. ¿Cuántas veces el cine incluye en sus argumentos la relación entre el sexo y las drogas?
Sin embargo los resultados no suelen parecerse a lo esperado, y muchas relaciones sexuales que empezaron con grandes expectativas pueden resultar un fiasco debido al uso de drogas.
¿Cuántas veces, tras tomar unas copas una pareja trata de tener sexo resultando la tarea difícil o imposible?
La incapacidad de experimentar un orgasmo, una erección, sufrir dolor durante el acto sexual, e incluso la posibilidad de que se dé un infarto por un exceso de estimulantes, son efectos no del todo desconocidos para muchas de las personas que han experimentado en este sentido.
Much@s de quienes usan o abusan de las drogas afirman que cuando consumían sentían mayores deseos de mantener relaciones sexuales. Este hecho puede tener su explicación en la coincidencia de las áreas cerebrales afectas por el consumo de drogas y la conducta sexual.
Pero también informan de distorsiones en la percepción sobre las propias capacidades sexuales (creyendo que eran mejores que sin haber consumido), una mayor potencia sexual, y otros síntomas que pueden desembocar en cierta incapacidad para experimentar los efectos satisfactorios y deseados del sexo sin sustancias.
“Lo que la verdad esconde”
Si bien es sabido que inicialmente la mayoría de las sustancias psicoactivas provocan cierto grado de desinhibición, la realidad es que, pasados los efectos deseables aparecen otra serie de efectos no esperados que pueden dificultar, incluso severamente, el desarrollo normal de la actividad sexual. Algunos de esos efectos se pueden consultar de forma resumida en la publicación que el diario El Mundo subió a su web en 2012 y que sigue estando vigente.
Si se desea información detallada no está de más consultar la página de Consumer.
No existe certeza sobre ninguna sustancia que provoque los efectos que se esperan de ella, o lo que es lo mismo, no se sabe a ciencia cierta si los efectos que en ocasiones se consiguen (por ejemplo, erecciones por incremento del volumen sanguíneo en pene o testículos) son un placebo auto-inducido por la persona que se administrar dichas sustancias.
Lo que sí está claro es que las drogas pueden afectar a los componentes esenciales en la conducta sexual, el placer, el deseo, la excitación y la respuesta física, abarcando esta última tanto a la capacidad de experimentar placer, como al orgasmo y las erecciones.
Para ampliar la información sobre este hecho, se puede consultar el artículo de Pérez del Río, Mestre Guardiola y Del Río.
“Días contados”
Si tuviésemos en cuenta la gran cantidad de alimentos y bebidas afrodisíacas que existen según la creencia popular, pasaríamos la mayor parte de nuestro tiempo excitados y nuestra vida sexual sería maravillosa.
La canela, la menta, la miel, las ostras, el chocolate, las fresas, los higos, las almendras, los espárragos…
¿Será que tod@s estamos tan sobreexcitados que no nos damos cuenta? Sencillamente no lo creo. Quizá es mejor seguir insistiendo en que si bien algunos alimentos producen una respuesta física concreta que puede estar relacionada con áreas implicadas en la el acto sexual pero que no existen pruebas científicas de que sean “afrodisíacos”.
Lo mismo pasa con las drogas. Más allá de los efectos orgánicos, la cuestión está en lo que perciben quienes las usan junto a la conducta sexual, esto es, en las expectativas que se generan.
Podría ser entonces que el peso de la asociación entre sexo y drogas esté más en lo psicológico que en lo físico, ¿no?
“Requiem por un sueño”
Claro que eso de “tanto fue el cántaro a la fuente…” en este caso puede que sea cierto. Muchas de las personas que demandan tratamiento por un problema adictivo informan de disfunciones sexuales que han aparecido durante el intervalo adictivo y que persisten a pesar de encontrarse abstinentes.
En este sentido, un equipo de investigación de la Universidad de Granada realizó una investigación donde participaron 9 entidades entre las que se contaban personas en tratamiento en Proyecto Hombre Alicante, determinando que los efectos psicológicos negativos relacionados con las fases de las relaciones sexuales (deseo, excitación, placer y orgasmo) persisten tras varias semanas de abstinencia.
¿Qué grado de reversibilidad existe? ¿Pueden mejorar estas personas?
Con la debida intervención de profesionales especializados en sexología se pueden recuperar las funciones normales relacionadas con el sexo. Si bien, este proceso, tal y como sucede con el de recuperación de un trastorno adictivo, requiere tiempo y esfuerzo.
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