Nuevo marcador en la encuesta EDADES: Riesgo de suicidio y consumo de hipnosedantes
El consumo de hipnosedantes, con y sin receta, se ha ido incrementando en los últimos años, especialmente entre las mujeres. Ahora, la última encuesta EDADES, del Plan Nacional sobre Drogas, que acaba de salir publicada, contiene datos relevantes de la correlación entre el riesgo de suicidio y el consumo de hipnosedantes.
Por el resto de sustancias, las drogas más consumidas siguen siendo por orden: El alcohol, el tabaco, el cannabis, los hipnosedantes, las pipas de agua, los analgésicos opioides, los cigarrillos electrónicos y la cocaína.
La prevalencia de consumo de hipnosedantes, mayoritariamente benzodiazepinas, es del 13% entre la población con riesgo de suicidio. La cifra se incrementa hasta el 53% cuando se habla ideación suicida, el 59’6% en relación con los planes de suicidio y el 58’9% si se tienen en cuenta los intentos de suicidio.
El consumo de benzodiazepinas se relaciona con problemas de salud mental derivados de la pandemia, o que se han incrementado tras estos años de incertidumbre, confinamientos, etc. En los últimos años, gran parte de la población ha experimentado declive económico y muchos han sufrido preocupación, irritabilidad, problemas de ansiedad, alteraciones de sueño y depresión. Derivados a un sistema sanitario que ha estado al borde del colapso en diferentes momentos y que sigue viviendo momentos complicados, destaca la poca presencia de psicólogos y las largas listas de espera. Esto hace que en muchas ocasiones se recete en exceso y se busque acallar el malestar con fármacos, ante el riesgo de la aparición de la adicción. Las benzodiazepinas, como los analgésicos opioides (recetados para paliar el dolor), son adictivos y deben recetarse un periodo de tiempo limitado y siempre bajo supervisión médica continuada. Algunos profesionales de la salud han hablado de que no se puede silenciar aquello que es un sufrimiento vital (una ruptura, un duelo, nervios ante un examen…), pues no son cuestiones patológicas, sino vitales, que hay que aprender a afrontar con herramientas distintas a la farmacológica, por ejemplo, con técnicas de relajación, educación emocional, gestión de los conflictos, afrontamiento y gestión de la frustración, etc.
Al final, acallar un malestar de estas características con una medicación (muchas veces administrada en casa sin receta) es lo mismo que acallar un dolor con el consumo de alcohol u otra sustancia adictiva. Se utiliza la sustancia para no sentir y no vivir aquello que resulta molesto.
Esto es un riesgo que se ve claramente en los datos recién publicados por el PNSD.
OTRAS SUSTANCIAS
En España llevamos años mirando lo que ha ocurrido y lo que sigue ocurriendo a día de hoy en EEUU. Allí una epidemia de opioides ha dejado al país con las mayores tasas de muertes por suicidio de la historia. Esto está muy relacionado con la iatrogenia (los propios médicos recetaban sin control estas medicaciones para cuestiones como un dolor de espalda, cuando esta medicación debe dirigirse a dolor crónico o grave). La situación está muy bien narrada en la seria ‘Dopesick’, donde se ve claramente el papel de una industria farmacéutica en la propagación de la adicción a los opioides al venderlos como seguros y no adictivos.
La situación en Europa, y concretamente en España, dista mucho de ser la que allí aconteció gracias al sistema sanitario, aunque la realidad es que el consumo de estos fármacos también se ha incrementado desde el 2018 hasta la actualidad (de un 14’5% en 2018 a un 15’8% en 2022 los consumos realizados alguna vez en la vida). La subida más preocupante entre este grupo, es la del fentanilo, que ha pasado de ser consumido por un 1’9% de los encuestados a un 14%.
Otros datos destacables de esta encuesta es el incremento del consumo de pipas de agua, que ha pasado del 12% en 202 en hombres al 19% en 2022 y del 8’9% en mujeres en 2020 al 15’2% en 2022. De las personas que utilizan este dispositivo, un 53’9% usa saborizantes, un 40’5% tabaco y un 12’6% cannabis.
El consumo diario de tabaco sigue siendo superior en hombres que en mujeres, aunque hay un leve incremento en ambos casos. Fuman tabaco un 37’8% de los hombres y un 28’3% de las mujeres.
En el caso del cannabis el consumo ha crecido de forma exponencial desde 2011 (27’4%). En este 2022 el 40’9% afirmaba haberlo consumido alguna vez en la vida y hasta un 2’8% lo hace de forma diaria (en 2011 era el 1’7%). El consumo es el doble en hombre que en mujeres y el número medio de porros diarios es de 2’7. Sin embargo, es difícil conocer la cantidad real que se está consumiendo, ya que en las últimas décadas la cantidad de THC de un porro ha crecido, pasando a ser en la actualidad del 20%, lo que un porro de hoy corresponde a 4 de hace 20 años.
La encuesta analiza otras sustancias y está abierta y accesible aquí. Se ha querido destacar aquello que, por unas cuestiones u otras, parece relevante. Conocer la realidad de consumo, puede ayudar a las asociaciones y a los profesionales de las adicciones a saber a qué se enfrentan y poder ayudar o ajustar mejor las herramientas para la población que lo necesite.
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