Curiosidades

La hija de la Pachamama o una vuelta de hoja a la coca

Hojas de coca

Hojas de la planta de coca / InD

“¿Un matecito de coca? ¿Caramelos de coca? ¿Harina de coca?”, será una de las primeras cosas que el viajero escuchará cuando llegue a varias de las ciudades más visitadas de la sierra sudamericana. Y, si no se le ha prevenido antes, no es de extrañar que ante este tipo de recibimiento, quien sea foráneo se sorprenda o incluso se alarme. Hace menos de un año, la Casa Blanca publicaba un informe con la lista de los 22 países que encabezan la producción de droga en el mundo, 17 de ellos pertenecen a América Latina y el Caribe. Este estudio señalaba, en concreto, a Colombia, Bolivia y Perú como las naciones donde se cultiva la mayor parte de la coca utilizada a nivel mundial para fabricar cocaína y derivados. Barack Obama destacó entonces que “la producción ilegal de coca está en su nivel más bajo desde que las autoridades comenzaron a estudiarla”, pero es entendible que lejos de estos países y sin conocer sus tradiciones, la defensa y el empeño de los agricultores andinos por el cultivo de la hoja de coca resulte casi incomprensible.

Aunque, ¿es la hoja la coca lo mismo que la cocaína? No, a pesar de que obviamente sin la primera no existiría la segunda. De hecho, la fácil producción de cocaína, por la gran cantidad de cultivos de hoja de coca, fue uno de los principales argumentos que se esgrimieron durante la Convención Única sobre Estupefacientes de 1961 para ilegalizar por 25 años esta especie. No obstante, en sí misma la coca, de nombre científico “erythroxylum coca” y del quechua “kuka”, no es otra cosa que una planta con flor, originaria de las escarpadas estribaciones de los Andes amazónicos. Por su parte, la cocaína (“benzoilmetilecgonina”, DCI) es uno de los alcaloides presentes en la coca y más tarde se convirtió en el nombre de la droga que se obtiene tras someter a esta planta a un proceso químico, más o menos complejo dependiendo de la pureza que se busque obtener.

Una planta sagrada

Cabe mencionar, sin embargo, que el contenido del alcaloide cocaína en la hoja de coca no supera el 0.5% y que esta planta tiene un fuerte arraigo cultural en Colombia, Brasil, Ecuador, Perú y Bolivia. Allí, muchos de los usos -principalmente medicinales- de la hoja de coca se remontan a civilizaciones anteriores a la incaica. Su aparición data de los 3000 años A.C. y su consumo ha tenido un papel esencial en la cosmovisión andina. En el Imperio Inca, la coca era adorada como una deidad, hija de la Pachamama (la diosa Tierra, uno de los pilares de su religión), que se utilizaba para conectar con esta en ceremonias colectivas. Durante la conquista, los españoles la consideraron un “talismán del diablo”, pero su fuerte arraigo entre las poblaciones indígenas evitó que los virreyes la prohibieran en pro del catolicismo. A principios del siglo XX, con la llegada de los exploradores europeos y de la Independencia, incluso alcanzó cierto renombre internacional.

El uso medicinal se remonta a civilizaciones anteriores a la incaica

No fue hasta 1860 cuando el científico alemán Albert Nieman aisló el alcaloide de la hoja de coca y lo denominó “cocaína” para comercializarlo como analgésico, antes de descubrir su fuerte carácter adictivo y perjudicial para la salud. Luego, en 1886, el farmacéutico inventor de Coca-cola, John Pemberton, incluyó las hojas de coca como el ingrediente estrella del famoso refresco por sus efectos estimulantes. (Si bien en 1903 este componente se eliminó de la receta y desde entonces se emplea un extracto descocainizado como aromatizante). Después de décadas de polémica y tensiones entre cocaleros -agricultores andinos que cultivan coca en pequeñas parcelas-  y gobiernos internacionales, la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE, organismo que se encarga de supervisar la aplicación de las convenciones internacionales de la ONU en materia de control de drogas) señaló en 1994 que el mascar coca (“akulliku”, en quechua) o el beberla en infusión como mate -las formas más comunes de consumirla- no tenía efectos perjudiciales para la salud. En 2007, sin embargo, la JIFE se retractó e instó a las naciones a condenar su producción, oponiéndose a la Declaración de la ONU sobre los Derechos Indígenas, aprobada  en el mismo año para velar por el respeto a las prácticas culturales indígenas.

Opiniones enfrentadas

Ante esta decisión, las protestas de los cocaleros, que vieron amenazado su medio de vida y su cultura ancestral, lograron que en la XXI Cumbre Iberoamericana de 2011 se aprobara la declaración de la hoja de coca como patrimonio cultural de Bolivia y Perú. Ambas naciones se han declarado a favor de la lucha contra las drogas y proponen garantizar el control de la producción de cocaína penalizando la elaboración de la pasta de coca, pero no el cultivo de la planta en sí. Porque, como se recuerda, fueron precisamente los países europeos los primeros en industrializar la hoja de coca, promover su venta como cocaína y convertirse en los principales consumidores.

La hoja de coca es patrimonio cultural de Bolivia y Perú

Hoy en día, las opiniones que defienden los efectos beneficiosos para salud que aporta la hoja de coca y sus derivados no procesados químicamente (caramelos, infusiones, harinas… etc.) superan a las de sus detractores. Incluso varios nutricionistas la incluyen en el grupo de los llamados “superalimentos”, junto a la chía o la quinua, por sus potentes propiedades nutricionales. Su efecto estimulante es comparable al del café y su ingesta moderada se recomienda para cuestiones tan diversas como aliviar el dolor de articulaciones y músculos, mejora de la digestión o regulación del colesterol, dentro de una larga lista. Entre los viajeros, su uso más común es el del paliar el “soroche” o mal de altura, que se sufre en las ciudades localizadas por encima de los 2000 metros sobre el nivel el mar, como es el caso del Cusco, en Perú, o La Paz, en Bolivia. Se plantee o no conocer estas latitudes, ahora que conoce la historia, ahora está en su mano decidir si tomar o no hoja de coca.

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Neus Pastor Pastor

Casi siempre entre dos tierras. Encantada con idea de descubrir mundos nuevos, por lo tanto, amante de los viajes, los idiomas, la literatura, el cine, el teatro y la gastronomía. Actual base de operaciones: Lima, desde donde escribe sobre cultura, sociedad… y ahora,adicciones. Convencida de que descubrir un país relatando su actualidad y conversando con sus gentes, a través de entrevistas que se materializarán en textos, es un lujo reservado para periodistas. Licenciada en Periodismo por Universidad Miguel Hernández de Elche (España) y gracias, en parte, a la Wyższa Szkoła Filologiczna (Wroclaw, Polonia) y a la Universidad de Piura (Perú).

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Casi siempre entre dos tierras. Encantada con idea de descubrir mundos nuevos, por lo tanto, amante de los viajes, los idiomas, la literatura, el cine, el teatro y la gastronomía. Actual base de operaciones: Lima, desde donde escribe sobre cultura, sociedad… y ahora,adicciones. Convencida de que descubrir un país relatando su actualidad y conversando con sus gentes, a través de entrevistas que se materializarán en textos, es un lujo reservado para periodistas. Licenciada en Periodismo por Universidad Miguel Hernández de Elche (España) y gracias, en parte, a la Wyższa Szkoła Filologiczna (Wroclaw, Polonia) y a la Universidad de Piura (Perú).
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