Entrevista a Juan Antonio Montero, psicólogo creador del programa de entrenamiento/rehabilitación cognitiva
Juan Antonio Montero es psicólogo y creador del del programa de entrenamiento/rehabilitación cognitiva en el Club Magic Deportivo Social que utiliza el tablero y las fichas del ajedrez para trabajar aspectos cognitivos en las personas mayores, con discapacidad o en personas con trastorno adictivo que han visto disminuidas sus capacidades por el consumo de sustancias.
Pregunta. ¿Qué es la rehabilitación cognitiva?
Respuesta. La rehabilitación cognitiva es el conjunto de procedimientos y técnicas que tienen por objeto alcanzar los máximos rendimientos intelectuales y la mejor adaptación laboral, familiar y social de aquellas personas que manifiestan daño cerebral o de las que es posible optimizar las capacidades que conservan. Por tanto, podemos hablar de rehabilitación cognitiva con respecto a una persona que ha perdido capacidad de razonamiento lógico por motivo de un accidente cerebrovascular o de quien tiene pérdida de memoria de trabajo por el consumo prolongado de alcohol y cocaína, pero también cuando intentamos mejorar la capacidad de atención sostenida en un chico con síndrome de Down o en parálisis cerebral.
P. ¿Por qué es tan importante?
R. Es importante la rehabilitación cognitiva porque un trabajo sistemático y bien estructurado puede mejorar, conservar o en su caso enlentecer el declive de las funciones cognitivas humanas: lo que ya se sabe sobre la neuroplasticidad y la neurogénesis del cerebro lo demuestra, y esto significa actuar sobre las personas para mejorar al máximo su calidad de vida.
P. ¿Cómo se trabaja con las personas con trastorno adictivo?
R. En personas con trastorno adictivo, el fundamento de la necesidad del entrenamiento/rehabilitación cognitiva es sencillo: el deterioro cognitivo variable relacionado con el consumo de sustancias dificulta en mayor o menor medida (dependiendo de ciertos factores) el seguimiento por parte de los individuos de terapias o programas ya bien establecidos de desintoxicación y deshabituación. Actuar sobre este deterioro cognitivo aumentará las probabilidades de éxito del sujeto.
P. ¿Por qué el ajedrez para recuperar habilidades perdidas?
R. Nosotros utilizamos los elementos del ajedrez (el tablero con sus coordenadas espaciales y numéricas, un conjunto de piezas con diferente movimiento, con diferente número y diferente valor) como un todo que nos permite trabajar sobre seis capacidades cognitivas especialmente: Percepción, atención, memoria, razonamiento, orientación espacio-temporal y funciones ejecutivas.
Nuestra familiaridad con el juego del ajedrez (partiendo de la Psicología) nos hizo reflexionar sobre cómo transformar este juego en un genuino sistema de entrenamiento cognitivo. Si bien es cierto que el juego del ajedrez por sí mismo, sin duda, es un favorecedor general de las capacidades mentales, lo que caracteriza a la rehabilitación cognitiva es su especificidad, actuar sobre funciones cognitivas concretas, de una manera mucho más sistemática: y esto es lo que creemos haber conseguido con este sistema basado en el ajedrez.
P. ¿Cómo ha sido la experiencia de trabajar con el ajedrez y con personas en proceso de rehabilitación de las adicciones?
R. Nuestra primera experiencia con la aplicación del ajedrez puro en una comunidad terapéutica para adictos, hace ocho años ya, fue más bien un fracaso: no interesaba salvo a los escasos individuos que ya conocían este juego y querían “matar el tiempo” en el centro, de una manera además muy competitiva. Del intercambio de impresiones con el personal médico y psicológico de ese centro (la Comunidad Terapéutica “La Garrovilla” de Mérida, dependiente del Servicio Extremeño de Salud de la Junta de Extremadura) y de la necesidad de cambio, empezó a surgir esta metodología de “entrenamiento/rehabilitación cognitiva basada en el ajedrez: ECAM”. Ahora, en este centro, el único de titularidad pública de Extremadura, los usuarios tienen muy claro –es obligatoria la asistencia de todos al taller- que para lo que sirve ese ajedrez especial es para “mejorar” la mente.
P. ¿Cuál es el funcionamiento de este juego?
R. Lo que enseñamos de ajedrez (y lo que es necesario que sepa un monitor de ajedrez terapéutico) es muy básico: el movimiento de las piezas, la captura (sin entrar en grandes complicaciones como la captura al paso de los peones) y el valor de las piezas, simplemente. La premisa fundamental de nuestra metodología es que enseñamos ajedrez en función de los ejercicios cognitivos que deseamos realizar: si el ejercicio consiste en calcular en cuántos movimientos llegará un caballo situado en una casilla “x” hasta una casilla “y”, aprovechamos esa ocasión para mostrar el movimiento del caballo. Pero para bastantes ejercicios de las más de doscientas baterías que tenemos diseñadas, no es necesario saber nada de ajedrez.
P. ¿En qué consiste el programa que vienen desarrollando ya durante siete años?
R. El método de rehabilitación cognitiva que hemos creado utiliza los elementos del juego del ajedrez a que nos hemos referido para confeccionar más de trescientas baterías de ejercicios que trabajan las funciones cognitivas de acuerdo con sus diferentes tipos. Así, con respecto a la atención, hemos diseñado más de cien baterías que entrenan los cinco tipos de atención: focal, selectiva, sostenida, alternante y dividida. Lo mismo hemos hecho para la capacidad perceptiva, para la memoria, etc.
La premisa principal de este programa es que las capacidades cognitivas, al igual que las motoras, responden positivamente al ejercicio constante y a la práctica repetida a través de tareas de dificultad creciente. Así, para ejercitar la memoria a corto plazo, por ejemplo, una de las baterías de ejercicios comienza con solo tres peones con cierta relación, el siguiente es una relación más difusa, después aumentamos a cuatro peones, introducimos después paulatinamente peones de distinto color… siempre bajo esa premisa de aumento gradual de la dificultad para ejercitar el tipo de función que estamos entrenando.
P. ¿Qué recursos necesitáis? ¿Dónde reside el éxito del juego?
R. El recurso material que empleamos básicamente es el tablero mural de pared, de unos 80 cm. de lado, donde el monitor coloca las distintas posiciones, y alrededor del cual se sitúan los usuarios sentados en filas de seis u ocho personas. El monitor comienza la batería concreta por el ejercicio más básico y selecciona a un usuario (los más sencillos se reservan para las personas con mayor deterioro o que están comenzando el taller) para que lo resuelva, y procede de la misma manera aumentando gradualmente la dificultad.
No existe un orden prefijado que haga previsible quién resolverá cada tarea: lo que no debe hacerse nunca es escoger a personas que no tengan prácticamente posibilidades de resolver el ejercicio; el papel del monitor es muy importante en el sentido de que sea capaz de armonizar estos factores (personas con mayor o menor deterioro, personas con mayor o menor familiaridad con el taller) sin causar frustración en los usuarios. Secundariamente utilizamos baterías de ejercicios en papel, que no pueden realizarse en el mural, y que son, por ejemplo: “Señale en qué se diferencian los dos tableros presentados”; “rodee con un circulito todos los alfiles que se encuentren inmediatamente a la derecha de un caballo”; “indique cuál de los seis tableros no es idéntico al tablero modelo presentado”…
Consustancial con estos contenidos es la didáctica de impartición en los talleres: la elección de un método de impartición basado en la pedagogía del éxito (lo contrario del método del ensayo y error), donde todo el grupo participa pensando en cómo solucionar cada ejercicio (nos referimos a los ejercicios que se resuelven en el tablero mural), aunque sea de forma individual después la resolución.
El éxito de nuestro sistema creo que reside en la creación de ejercicios que combinan la eficacia con lo lúdico, en la elección de una metodología pedagógica especialmente adecuada y en la inmediatez para constatar los progresos que tienen los usuarios.
P. El método que se ha aplicado con personas mayores y gente con discapacidad, ¿Se aplica de la misma manera para las personas con trastorno adictivo?
R. En cuanto a los ejercicios, nos basamos en los mismos parámetros de graduación de la dificultad en orden creciente de los ejercicios, centrados en capacidades cognitivas concretas. Simplemente, en la mayoría de los casos, lo que varía es hasta dónde prolongamos esa dificultad.
Por ejemplo, en una tarea de atención focal, podemos pedir a personas con discapacidad intelectual la siguiente tarea; ¿Cuántos peones hay en casillas blancas? En adicciones, realizaremos ese mismo ejercicio pero con un enunciado más complejo: ¿Cuántos peones negros hay en las casillas blancas de las filas impares? (Ello no quita para que también presentemos el primer ejercicio que hemos indicado en adicciones; la diferencia estriba en que en discapacidad no aumentaremos en exceso la complejidad).
Por otra parte, el perfil de las personas con trastorno adictivo es mucho más variable que en otros ámbitos: piénsese que en nuestro taller de adicciones con veinte personas, la casuística es tremendamente grande: personas alcohólicas con más de veinte años de consumo, jóvenes poliadictos, adictos a la heroína, juego patológico… El deterioro cognitivo es enormemente variable. Se da la circunstancia de que en un centro que es residencial como el nuestro, con estancias de un mínimo de seis meses, cada mes se producen altas y bajas, por lo que nuestra metodología, progresiva y participativa, es ideal para integrar todos estos elementos diferenciadores y a todas las personas que se van incorporando.
También es cierto que en parálisis cerebral, en discapacidad o en síndrome de Down, realizamos adaptaciones o planteamos ejercicios que no son necesarios en otros casos. Por ejemplo, con discapacitados proponemos tareas de percepción táctil donde se trata de extraer sin mirar determinadas figuras de la caja de piezas, cosa que no resulta necesario trabajar con personas adictas; lo mismo ocurre con tareas de coordinación viso-motriz, de percepción auditiva y otras. También en discapacidad y en parálisis cerebral modificamos los recursos materiales, aunque no deja de ser todo muy básico: se trabaja un poco más con el juego de ajedrez de mesa, utilizamos tiras de cartulina, piezas de colores o incluso se desplazan por las losas del suelo imitando el movimiento de las piezas.
P. ¿Qué ganan las personas que practican los ejercicios que proponen?
R. Hay un triple beneficio en lo que hemos creado: el componente rehabilitador, el participativo, y el emocional y de autorresponsabilidad.
El componente rehabilitador actúa a modo de “gimnasio cerebral”: trabajamos la memoria demorada, la memoria de trabajo, la atención múltiple, la atención dividida, los seguimientos visoespaciales… de acuerdo con los principios neurocientíficos del aprendizaje y de la reconexión neuronal. Al igual que ocurre en otros programas de rehabilitación cognitiva, las personas pueden mejorar determinadas funciones. Al basarse además esta metodología en un juego, no deja de poseer un elemento lúdico importante (lo que lo diferencia de otros programas de rehabilitación) y ello favorece el aprendizaje, ya que todo lo que divierte resulta atractivo para el cerebro.
El componente participativo dentro del taller es muy importante: es lo que denominamos una metodología individual dentro del grupo. Aunque los ejercicios se resuelven individualmente, estos se plantean para todos, reservándose dentro de la graduación de los ejercicios, los más sencillos para quienes experimentan mayor deterioro o para quienes están comenzando en el taller; y a medida que aumenta la dificultad intervienen las personas con menor declive o ya más entrenadas, pero todos están atentos siempre a los ejercicios. Una consecuencia muy beneficiosa de este sistema es que las personas adquieren sentido de grupo y cada individuo siente como propio los logros del resto. No es nada infrecuente escuchar aplausos espontáneos cuando alguien, que experimenta normalmente dificultades, resuelve un ejercicio a priori dificultoso para él.
Y por último, el componente de autorresponsabilidad: los sujetos perciben claramente los avances: al repetirse el mismo tipo de ejercicios o variaciones de estos ejercicios, los usuarios comprueban por sí mismos cómo progresan avanzando más en sus logros (donde hace dos semanas memorizaba seis piezas, ahora memorizo doce) y esto produce un aumento de la motivación y de la autoconfianza en los usuarios. Además, aprenden a valorar la importancia del esfuerzo y del trabajo; en definitiva, de la autorresponsabilidad, importante en un trastorno (el adictivo) donde el sujeto tiene que tomar conciencia de que la solución está en gran parte en él mismo: a mayor motivación, empeño y trabajo en el taller, mayores son los resultados, y ello se traduce en un mayor sentido de la responsabilidad con respecto a su papel en la superación del problema.
P. ¿Con qué frecuencia se realizan las sesiones a la semana y cuántas horas?
R. La frecuencia habitual en nuestros talleres es de dos sesiones semanales de una hora u hora y media de duración. En adicciones las sesiones las alargamos hasta la hora y media de puro entrenamiento cognitivo; en personas con trastorno mental grave suele ser de 45 minutos. La metáfora subyacente a esta metodología es la ya bien conocida de que el cerebro responde al entrenamiento igual que un músculo: por tanto, consideramos esta frecuencia como lo mínimo que es necesario para que se obtengan resultados. El ideal es que se pudieran realizar tres o cuatro sesiones semanales.
P. Planes de futuro desde su club
R. Nuestros planes de futuro pasan en primer lugar por registrar este sistema, algo que ya tenemos en marcha y que hemos denominado como ECAM (Entrenamiento cognitivo Antonio Montero). En segundo lugar, continuar con la enseñanza presencial y también a distancia de este sistema (a través de nuestra plataforma de formación del Club Magic Extremadura Deportivo-Social hemos formado en cuatro cursos distintos –adicciones, mayores, parálisis cerebral y entrenamiento cognitivo- a más de doscientos interesados del ámbito socio-sanitario -psicólogos, médicos, terapeutas, gerontólogos, cuidadores-, docentes y por supuesto ajedrecistas). En tercer lugar, difundir esta metodología lo máximo posible para que pueda estar al alcance del mayor número de profesionales; y en cuarto y último lugar, algo que hasta ahora se nos ha resistido por falta de presupuesto, realizar un estudio científico que corrobore lo que nosotros constatamos cada día.
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