Entrevista a Joep Oomen, coordinador de ENCOD
Joep Oomen es coordinador de la European Coalition for Just and Effective Drug Policies, ENCOD, periodista y organizador de campañas de información. La ENCOD es una red de asociaciones que defiende una reforma ‘justa y efectiva’, como su propio nombre indica, de la política de drogas actual. Oomen respondía a la siguiente entrevista con motivo del reportaje sobre ‘La cultura del cannabis, su uso terapéutico y la política de drogas’, publicado en esta revista a principios de octubre.
Pregunta. ¿Qué ocurre en Europa con la política de drogas?
Respuesta. La política de drogas se parece a una tortuga gigante: se mueve, pero de una manera tan lenta que uno tiene que estar mirando continuamente para notarlo. En primer lugar, no existe la política de drogas europea, existen diferentes políticas que se elaboran a nivel nacional, basándose en tradiciones culturales y políticas que son propias de cada país. En los distintos países ocurren las mismas olas, pero en momentos y a base de ritmos diferentes. La primera ola comenzó en Holanda en los años 70 con la descriminalización del cannabis, la segunda a partir de los años 90 se expandió por toda Europa con la reducción de daño, y la actual se inició hace 7 años en España con los clubes sociales de cannabis.
P. Usted proponía en 2006 en el libro ‘Cannabis: salud, legislación y políticas de intervención’ la descentralización de las políticas de drogas ¿Qué significa? ¿Cómo se implementaría? ¿Sigue pensando que es la mejor manera?
R. La respuesta a la prohibición universal del cannabis no puede ser otro modelo universal o ni siquiera nacional. Es obvio que una ciudad como Madrid o Barcelona tendrá una política de cannabis diferente que una aldea de 700 habitantes. La política debe ser elaborada por personas que conocen de cerca la situación de los consumidores, que están al tanto de las implicaciones sobre la persona y su entorno, y que razonan desde un punto de vista pragmático y no ideológico. A nivel nacional o internacional, los políticos se dejan llevar por sea argumentos morales o intereses ajenos a los individuos que van a ser afectados por sus decisiones. A nivel regional o local los políticos no pueden permitirse ese lujo.
Se implementaría simplemente por un cambio en las Convenciones Internacionales de drogas facilitando que los gobiernos de los estados miembros de la ONU desarrollen su propio modelo de control de la producción y distribución de sustancias psicoactivas. Luego, estos establecen un marco global en el que las autoridades locales o regionales diseñan sus propios modelos.
P. ¿Cuál sería para usted la regulación más justa?
R. En primer lugar, debe estar permitido el autocultivo: el cultivo para el uso propio por una persona adulta. En segundo lugar, las personas adultas que no saben o pueden cultivar deben poder tener acceso al cannabis a través de asociaciones sin fines de lucro que comparten la cosecha de su cultivo. Siempre que estas dos condiciones hayan sido cumplidas, es posible evitar el mercado negro. Técnicamente es posible que un consumidor mismo o un vecino produzca cannabis de la mejor calidad a un precio irrisorio. El modelo al que le sometes debe ofrecerle la misma ventaja. Aparte de protegerle contra estrategias comerciales para animarle a consumir también debe recordarle sus responsabilidades con respecto al uso seguro y sano del producto, y con respecto a la sociedad entera, pero siempre sin quitarle sus derechos cívicos básicos.
La regulación debe promover el uso seguro y sano del producto sin quitar los derechos cívicos básicos
La regulación debe promover el uso seguro y sano del producto sin quitar los derechos cívicos básicos
La cantidad necesaria para garantizar el efecto curativo puede diferir mucho de una persona a otra
La cantidad necesaria para garantizar el efecto curativo puede diferir mucho de una persona a otra
A un menor de edad no se le debe facilitar el acceso a ninguna sustancia, ni el alcohol ni el cannabis ni otras drogas. Al mismo tiempo se sabe que explorar y desafiar es una caracteristica bastante crucial de la juventud. Entonces el hecho de que está prohibido para adultos significa que hay un gran mercado negro muy accessible para los jovenes. Reglementar el mercado para adultos lo hará mucho menos accesible para jóvenes. Habrá casos de jóvenes que comienzan a consumir cannabis, pero más grande es la probabilidad que lo harán en compañía de personas adultas que pueden iniciarles de una forma responsable.
P. Según el delegado para el Plan Nacional sobre Drogas, Francisco de Asís Babín, en una encuesta realizada desde esta institución, pudieron observar que la población prefiere incrementar las medidas preventivas y el tratamiento y endurecer la represión del tráfico de drogas que permitir un mercado libre de drogas. ¿Cree que es así? ¿Y si es así, tienen en cuenta a esta parte de la población en sus propuestas?
R. No conocemos los detalles de la encuesta, la forma en que ha sido redactada ni la interpretación de las respuestas, entonces es difícil comentarla. Todo depende de lo que se entiende con ‘el mercado libre de drogas’. Tampoco Encod es partidaria de una extrema comercialización de las drogas. Existen diferentes escenarios para regular de forma legal la transacción entre productor y consumidor de sustancias psicoactivas sin que estas deben aparecer en supermercados, ni ser advertidas por todas partes. Endurecer la represión a los malos es algo que todos queremos, pero todos sabemos que aplicar la mano dura solamente tiene éxito en las películas de Hollywood. Necesitamos un arma inteligente para sacar el mercado negro de las manos de la criminalidad organizada: regularlo dentro de un marco legal.
P. Para finalizar, ¿Cree que es posible esa nueva política de drogas? ¿Cómo ve el futuro?
R. La nueva política de drogas ya existe en muchas comunidades de consumidores que, con y sin la ayuda de profesionales médicos, y a veces sin que la ley les permite, logran establecer circuitos cerrados para la provisión del cannabis para el uso personal, tanto medicinal como recreativo. Asegurando métodos sanos de cultivo de la planta y elaboración de productos y ejerciendo un colectivo sin fines de lucro estas comunidades construyen día tras día la política de drogas del futuro.
La nueva política de drogas no es solamente posible, es inevitable.
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