El alcohol en los San Fermines y su relación con las agresiones sexuales
La Fiesta de San Fermín es una de las más importantes de nuestro país. Ha sido inmortalizada por Hemingway, el cual sentía una gran admiración por los diversos componentes de dicha “Fiesta”, siendo el abuso de alcohol uno de los más importantes. Y tal vez otros factores contribuyen también a sus particularidades. La fiesta se celebra casi en el solsticio de verano, cuando la luz del sol es la más brillante de todo el año y el día tiene una duración más prolongada. Conviene tener en cuenta que muchas evidencias biológicas confirman que la luz intensa juega un papel decisivo, no sólo en el estado de ánimo y el sueño, sino también en el deseo sexual y las conductas sexuales.
Por tanto, en el inicio de la “Fiesta” concurren diversos factores que pueden determinar el comportamiento de los celebrantes:
1. La emoción es muy intensa debido al inicio de las Fiestas, pero también debido a la desinhibición de las emociones que produce el alcohol.
2. El “chupinazo” se celebra a mediodía, cuando el sol se encuentra en el zenit y alcanza su luminosidad máxima, coincidiendo con que los celebrantes se encuentran hacinados en la plaza, bebiendo vino e impregnando también de vino sus camisetas.
3. Las camisetas mojadas de las chicas contribuyen a dar más relieve a sus senos prominentes y, algunas de ellas incluso, (bajo los efectos del vino), levantan con picardía sus camisetas para mostrar sus jóvenes senos, lo cual se convierte en un mensaje inconfundible para los excitados chicos, que mantienen contacto físico masivo.
4. El alcohol produce descontrol emocional y motivacional, desinhibición de los impulsos instintivos sexuales y respuestas conductuales automáticas de deseo intenso y búsqueda de actividad sexual. Todo ello va a jugar un papel decisivo en las alteraciones del comportamiento que caracteriza esta y otras Fiestas locales y que determina los accidentes e incidentes que luego serán lamentados.
En mitad de una conexión en directo en los informativos de una de las cadenas de televisión nacionales, nos sorprendía el relato de un periodista, que narraba en el mismo instante que se producía la agresión física al cámara que lo estaba grabando. Enfundado en el pañuelo rojo típico de San Fermín, contaba en medio del gentío cómo la fiesta, en ciertos momentos, se convertía en un caos protagonizado por agresiones físicas y las atribuía al consumo de alcohol y otras drogas.
El alcohol es en nuestra sociedad un elemento de gran aceptación cultural ligado a la celebración, festejos y ocio de distinto calibre. El alcohol como cualquier otra sustancia adictiva desinhibe y permite la pérdida del control de ciertos impulsos, lo que hace que se pierda el raciocinio, eso que diferencia al ser humano de los animales, la razón.
El cerebro humano, en condiciones de sobriedad, tiene la capacidad de inhibir respuestas inapropiadas, en función del contexto social. Pero se trata de funciones sofisticadas y complejas, las cuales dependen de un óptimo rendimiento de la corteza del lóbulo frontal y de determinados circuitos cerebrales que intervienen, tanto en el control de los estados emocionales, como motivacionales, como del comportamiento.
El alcohol como cualquier otra sustancia adictiva desinhibe y permite la pérdida del control de ciertos impulsos
El alcohol como cualquier otra sustancia adictiva desinhibe y permite la pérdida del control de ciertos impulsos
Los principios éticos, el auto-control, el “sentido común”, la capacidad de planificar el comportamiento, de anticipar las consecuencias de los propios actos y de armonizarlos, de acuerdo con las normas sociales, dependen del buen funcionamiento de las citadas estructuras del cerebro. Pero los “atracones” de bebida deterioran el funcionamiento de dichas estructuras, en proporción directa con la cantidad de alcohol consumida por ocasión. Tras un atracón de bebida se deteriora la capacidad de “frenar” o “inhibir” las respuestas conductuales inapropiadas.
Los “atracones” de bebida (tomar varios vasos de vino o varias consumiciones alcohólicas en poco rato) alteran profundamente estas funciones sutiles del cerebro y producen un grave deterioro del comportamiento moral de las personas. El alcohol quita el “freno” del cerebro y produce desinhibición de impulsos instintivos sexuales y también agresivos.
Las respuestas de aproximación y búsqueda sexual son las que pueden llevar a los tocamientos y, en grado extremo incluso a la violación. Este deterioro del comportamiento de la persona que ha bebido es la manifestación externa del deterioro –transitorio- en el funcionamiento de las mencionadas estructuras cerebrales, cuya gravedad va en proporción a la cantidad de alcohol ingerido por ocasión, de todas las personas que participan en dichos incidentes, incluida la víctima.
Junto con las peleas o los insultos, hemos podido ver, un año más, también la desinhibición sexual tanto de hombres como de mujeres. Lo que llevado a extremos ha derivado en agresiones sexuales. Hubo durante esos días doce denuncias contra la libertad sexual –cuatro de ellas por violaciones y una quinta por intento, según publicaba elDiario.es el 11 de julio del 2016.
Hubo durante esos días doce denuncias contra la libertad sexual –cuatro de ellas por violaciones
Hubo durante esos días doce denuncias contra la libertad sexual –cuatro de ellas por violaciones
Las imágenes típicas que se ven en los medios de comunicación en esas fechas están protagonizadas por camisetas mojadas de vino, pechos de mujeres al descubierto y tocamientos de todo tipo, justificadas por el momento de celebración exagerada en mitad de un enorme gentío.
Ya nos advertía de la peligrosidad el informe cualitativo elaborado por el Observatorio sobre la relación entre el consumo de drogas y los abusos sexuales en espacios de ocio nocturno, de la Fundación Salud y Comunidad: “El alcohol es la droga más presente en las agresiones sexuales en ocio nocturno”. También lo es en el ocio diurno si de por medio existe la celebración de cualquier festividad.
La situación se agrava si además al alcohol se unen otras sustancias y se practica el policonsumo. En cualquier caso, el alcohol (con o sin otras drogas) nunca es un atenuante de la responsabilidad del agresor, pero es el factor decisivo que favorece el descontrol emocional, motivacional y de su comportamiento, tal como lo han demostrado múltiples evidencias científicas psiquiátricas y forenses. Los “atracones” de bebida juegan un papel destacado en la desinhibición sexual y agresiva. Este hecho no exime de la responsabilidad legal de la agresión, pero ayuda a comprender un factor causal decisivo que, de hecho, se podría anticipar y evitar. Es decir, se podría prevenir.
Por otro lado, la persona que ha hecho un “atracón” de bebida, pierde la capacidad de anticipar y presenta una menor alerta ante potenciales peligros del entorno. Si se encuentra sola con otras personas que han bebido, no advierte el riesgo que se avecina, y si se llega a producir un intento de agresión, se encuentra más indefensa ante el descontrol del agresor. Lógicamente, la víctima no es responsable de su victimización pero si su consumo de alcohol ha jugado algún papel en su mayor vulnerabilidad ante determinadas situaciones de riesgo, este factor también se podría prevenir.
La persona que ha hecho un “atracón” de bebida, pierde la capacidad de anticipar y presenta una menor alerta ante potenciales peligros
La persona que ha hecho un “atracón” de bebida, pierde la capacidad de anticipar y presenta una menor alerta ante potenciales peligros
Por consiguiente el consumo de drogas no es justificación de la agresión sexual o de la violación, sin embargo, sí que es un factor que induce a realizar acciones que no se harían en el caso de no estar bajo los efectos de dichas sustancias, tanto en el caso del agresor como de la víctima.
Aunque el tema de este artículo haya girado en torno a las agresiones sexuales relacionadas con el consumo de alcohol en San Fermín, este no es un tema aislado de una única celebración. Este problema se repite en cada una de las fiestas y celebraciones a lo largo de todo el año, pero de forma muy especial en el período estival- cuando tienen lugar las fiestas de muchos pueblos- y sus máximos protagonistas son el vino y la cerveza. En la reciente Eurocopa de fútbol se produjeron graves incidentes violentos, debidos a la desinhibición de los impulsos agresivos, como consecuencia del fanatismo y la rivalidad, acompañados de emociones intensas de los seguidores de diversos equipos de futbol. Las autoridades de Francia, conscientes del papel que jugaban las bebidas alcohólicas en los mencionados enfrentamientos violentos, adoptaron medidas “eficaces” para reducir drásticamente la disponibilidad de bebidas alcohólicas, en las ciudades en las que se iban a celebrar cada uno de los partidos de fútbol. En internet se pueden contemplar las fotos y los vídeos sobre la desinhibición agresiva de la Eurocopa, y el papel que juegan las bebidas alcohólicas, simplemente introduciendo las palabras Eurocopa y alcohol. Como también se pueden contemplar fotos y vídeos sobre la desinihbición sexual en San Fermín, introduciendo San Fermín y alcohol.
Cómo evitar esta serie de acontecimientos que atentan contra la libertad de las mujeres y contra la salud de los ciudadanos debe ser un debate abierto a todos. Los controles del consumo de drogas por parte de las autoridades en la conducción parecen ser más que insuficientes en la prevención, por lo que habría que plantearse la introducción de otras medidas, y como siempre la alta disponibilidad del alcohol tiene mucho que ver con el elevado consumo del mismo.
¿Disponemos de algún procedimiento de prevención eficaz? Posiblemente, el tema dará mucho que hablar, como también se ha hablado mucho sobre la violencia doméstica, pero las medidas adoptadas hasta ahora no han mejorado mucho la situación, probablemente porque no se ha tenido en consideración un factor decisivo, el consumo excesivo de alcohol en forma de “atracones” de bebida.
Tal vez existe un malentendido generalizado. La creencia popular es que si se reconoce el papel que juega el alcohol el agresor no será castigado. Son dos cuestiones diferentes. Si una persona infringe la ley tiene que afrontar sus responsabilidades legales, pero si sólo vemos esta parte no podemos prevenir el delito ni tampoco la reincidencia. Si analizamos y comprendemos la relación causa efecto entre “atracones” de bebida e incidentes delictivos, podremos adoptar medidas preventivas para evitar el delito y también para prevenir la reincidencia.
El eslogan “NO es NO” puede ser eficaz para una persona sobria, pero deja de serlo para la que ha hecho un “atracón” de bebida, ya que determinadas funciones sutiles de su cerebro no funcionan bien, y sus emociones y su comportamiento están fuera de control. Este hecho no exime de la responsabilidad legal pero se podría PREVENIR.
Entre las personas que hacen “atracones” de bebida, la mayoría de ellos no tienen (todavía) adicción al alcohol. Determinadas intervenciones psico-sociales pueden reducir el número y la intensidad de los “atracones” de bebida en las personas que no tienen adicción al alcohol, mientras que el tratamiento especializado del alcoholismo es la mejor opción para los que tienen adicción al alcohol. Si además han cometido algún delito, bajo los efectos del alcohol, cualquier intervención terapéutica debería estar acompañada de un seguimiento legal (por ejemplo, por parte de los delegados/as judiciales), por lo menos hasta que la persona haya alcanzado la remisión completa de su problema con el alcohol.
Dichas intervenciones pueden evitar que una persona llegue a delinquir tras haber bebido y también que reincida en el delito cuando vuelva a beber en exceso.
Finalmente, la reducción de la disponibilidad de bebidas alcohólicas en las situaciones de Fiestas multitudinarias que propician el descontrol, puede ser una gran ayuda, tanto para las personas que tienen adicción al alcohol, como para los que simplemente hacen “atracones” de bebida.
Josep Guardia Serecigni y Mireia Pascual Mollá
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