Comunicación intrafamiliar en el proceso de rehabilitación de adicciones
Víctor Meizoso López | Educador-Facilitador Social Asociación ADIANTE
La comunicación es un tema tan amplio, variable en función de las personas, del contexto, de las culturas, … y tan inherente al ser humano, que como se asevera en todos las áreas científicas que se acercan y abordan la comunicación como disciplina, ES IMPOSIBLE NO COMUNICAR.
En este artículo nos acercaremos a los aspectos de la comunicación intrafamiliar en los procesos de rehabilitación de la persona adicta, que entiendo que versa sobre algunas particularidades muy concretas desde una perspectiva de la programación neurolingüística.
Partiendo de este punto, es inexorable recordar que la comunicación verbal y no verbal no contienen el mismo impacto, y que dependiendo de las múltiples teorías de la comunicación y sus autores, es difícil encontrar alguna que categorice que la comunicación verbal conlleve un mayor peso que la no verbal, y esta última se ancla mayoritariamente en nuestro plano inconsciente. ¿Cuántas personas podrían describir o recordar aspectos de su comunicación no verbal (entendida en su concepción más amplia en la que incluimos los movimientos del cuerpo, tono, velocidad y volumen/silencio de nuestra voz, proximidad física, gestos faciales, etc) de una forma objetiva? ¿Sabemos, podemos o queremos mirarnos desde afuera a modo de “grabación”? ¿Nos reconocemos cuando nos escuchamos o cuando nos vemos en soportes grabados para poder escucharnos o vernos en el presente de acciones pasadas? ¿Qué sucede en nosotros cuando nos vemos y escuchamos en estas grabaciones? ¿Nos aceptamos?
Cuando en las distintas entidades que trabajamos en los procesos de rehabilitación de adicciones nos encontramos en las primeras sesiones con la persona adictas y la familia (entendida en su concepción más amplia, no solo por lazos de consanguinidad), es habitual escuchar afirmaciones tales como: “no existe comunicación”; “no se puede hablar tranquilamente porque siempre acaba en discusiones, gritando, …”; “es imposible hablar con el/ella, porque miente más que habla”; “me dice a todo que SI y después hace lo que le da la gana”; etc. debemos entender no solo el “PORQUÉ” de todo ello, sino el “PARA QUÉ”. Ello conlleva un proceso de reflexión conjunto entre la persona adicta y su familia y a veces es la propia familia la que no profundiza suficientemente ya que este proceso obliga a mirarse a uno/a mismo/a y detectar aspectos perjudiciales sino tóxicos, que no ayudan al proceso de rehabilitación.
La primera recomendación en la que insistimos cuando se inicia un abordaje de cambio en la comunicación intrafamiliar, es la de efectuar un autochequeo y “mirarse al espejo” en como comunicamos y en que contextos, circunstancias, situaciones particulares, para poder traer al presente nuestro estilo de comunicación con la persona en rehabilitación. Una de las preguntas que más impacta a la hora de realizar ese autochequeo en nuestra comunicación es: “¿Si fuese otra persona la que está enfrente, en idéntico contexto, conduciríamos esa comunicación de la misma forma o cambiaríamos algo en nosotros/as que nos produce distintos resultados?”
La figura de la mediación resulta imprescindible a la hora de llegar a acuerdos en la negociación de las reglas de juego en la comunicación intrafamiliar pero para eso, las partes deben conocer a fondo los resultados de cada estilo de comunicación: agresiva, pasiva y asertiva. Y aunque lo citado es la teoría que todo el mundo conoce y no practica, dar un paso más, escarbar en lo que nos produce a nivel emocional cada palabra, cada gesto, cada silencio, cada indiferencia o cada mirada, es transferir la responsabilidad de cada acto a la otra parte para llevarla al plano consciente, de los resultados que se fabrican con todo ello.
Así, podría asegurarse que para que una comunicación sea positiva en resultados para ambas partes, no podemos dejar de anticipar ciertas áreas a los propios procesos de comunicación. La primera podría ser la gestión emocional y en cómo digerimos lo que podríamos escuchar desde la otra parte. La segunda es desprendernos de los juicios y prejuicios, lo que nos ayudará en notable medida a la tercera que es el saber escuchar. Cuando se habla de saber escuchar nos aproximamos al concepto de escucha activa que va imbricado en cualquier proceso de comunicación que aspire a resultar efectivo y positivo. Esta quizá sea la parte más difícil, ya que se trata de pasar de un papel principal y activo, a un papel secundario y necesario, por ello debemos sentirlo como un acto de generosidad reconocido por ambas partes, que sean conscientes y sepan valorar estos roles de la parte que está enfrente; una parte para valorar la disposición abierta a entender, su tiempo, su acompañamiento y su presencia como próxima, y la otra para valorar y agradecer que sea ella y no otra persona la que está enfrente compartiendo sus vivencias, sus sentimientos, una parte de su “SER”, lo que supone a nivel afectivo, de confiabilidad, de apoyo, de seguridad, … Nuestra comunicación no verbal delatará a la otra parte si la empatía que ofertamos y estamos dispuestos/as a alcanzar, es real o no, si en realidad estamos en disposición de realizar ese esfuerzo que implica que el “yo” debe esperar para priorizar al “tu”.
Trabajar el área de la comunicación intrafamiliar en estos procesos de rehabilitación, se antoja indispensable para rearmar y fortalecer la unidad familiar ofreciendo menor riesgo de incertidumbres y lo que conlleva, pues no pocas personas disponen de los recursos necesarios para saber gestionarlas. Hemos de recordar que durante las etapas de consumos adictivos la mayor parte de los recursos (si los hubo) en comunicación, se abandonan o se desechan por la propia enfermedad, porque lo indispensable es o fue la sustancia, no las personas familiares, pues precisamente es en la sustancia sobre lo que se focaliza cada momento, no el círculo familiar, enfrentando estos centros de rotación y atención.
Iniciar un proceso de mejora en la comunicación, supone esfuerzo y compromiso, pero sobre todo aceptación y comprensión por todas las partes, ya que expresar sentimientos asociados a personas allegadas puede llevarnos a personificar comportamientos y acciones, y los profesionales que actuamos en contextos de adicciones debemos ofrecer las herramientas necesarias para saber desligarlos.
“En comunicación no existen fracasos, sólo resultados.”
Richard Bandler & John Grinder
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