Al ritmo de éxtasis
Marta Saiz | Periodista colaboradora en InDependientes
Hace unos días, hablando con unos amigos, me contaron un dato curioso acerca de un grupo de holandeses a los que habían conocido en la fiesta de Nochevieja -inciso, digo holandeses porque eran de esa nacionalidad, pero no estoy generalizando, podría decir perfectamente grupo de personas, pero quiero contextualizar la noticia-. Éstos les contaron que consumían éxtasis en la fiesta, que no lo hacían muy a menudo, pero que una vez a los meses les gustaba desconectar del trabajo y el estrés. Sorprendentemente, este hábito esta muy instaurado, pero no sólo en los jóvenes -a los que siempre se les achaca cualquier consumo excesivo de droga-, sino también en adultos.
Para los que no sepáis que es el éxtasis, se trata de una forma de metanfetamina, pero vamos a ser más concretos; es una droga psicoactiva de origen sintético con propiedades estimulantes y empatógenas -sensación subjetiva de apertura emocional e identificación con los demás-. Su origen se remonta a 1912, cuando la compañía farmacéutica Merk aisló accidentalmente la MDMA (3,4-metilendioximetanfeta-mine). Sin embargo, no fue hasta la década de los 80 cuando varios científicos, entre ellos Alxander Shulguin, la trajeron de vuelta al público para demostrar su efectos terapéuticos tales como la facilidad para la expresión. Este fenómeno creó que se popularizase entre la cultura undreground hasta que en 1985 se declaró ilegal en Estados Unidos.
El término “éxtasis” simplemente fue concedido como estrategia de marketing y publicidad.
En nuestro país, el Instituto Nacional de Toxicología (INT) ha informado que el éxtasis se adultera con benzodiacepinas -medicamentos con efectos sedantes-, buprenorfina -fármaco para el tratamiento de opioides-, resina de marihuana y cafeína, entre otros.
Se suele consumir por vía oral -bajo la lengua- o en cápsulas -las famosas “Molly”-. Sus efectos se empiezan a notar entre los veinte y sesenta minutos; siendo el máximo apogeo a las dos horas y desapareciendo a las cuatro o seis.
Esta droga, al llegar al cerebro, produce la liberación de dopamina y noradrenalina, estimulando el Sistema Nervioso Central y provocando alteraciones en la esfera emocional. Es por esta razón por la que es un desinhibidor del comportamiento, nos hace capaces de realizar conductas sociales que no haríamos de no estar drogados. Para muchos psicólogos puede ayudar al descubrimiento de recuerdos perdidos.
Aún así, los efectos de esta droga son más negativos que positivos, produce energía, hiperactividad, taquicardia, arritmia e hipertensión, deshidratación, sobrestimulación e insuficiencia renal que puede causar la muerte. En dosis elevadas, puede conllevar al pánico, confusión, insomnio e alucinaciones. Cuando estas sensaciones decaen, comienza a sentirse fatiga, inquietud y depresión por varios días.
La mayoría de las personas que lo han probado insisten en dos efectos durante su estado de drogadicción. Uno es el de la mandíbula en constante movimiento y el otro es el de la deshidratación o sobre-hidratación. Éste último proviene del llamado efecto del “golpe de calor” que surge cuando se experimenta un descontrol de la temperatura corporal, ya que el éxtasis afecta a la producción interna del neurotransmisor serotonina -regulador de la temperatura corporal-. Este golpe de calor nos lleva a la necesidad de ingerir agua, pero el éxtasis también distorsiona la capacidad del cerebro y nos puede llevar a un consumo excesivo, creando un grave problema de muerte celular en la que órganos vitales como el hígado, el corazón, el pulmón y el cerebro, pueden verse afectados.
Como hemos dicho, este tipo de droga es muy popular en las fiestas del tipo rave, cuyas características son: música de alta velocidad y con una alta aglomeración de personas. El término proviene del alemán reven que significa estar sin sentido.
Por último, os paso una experiencia real con el éxtasis:
“Nikki era como muchos de los que van a fiestas rave. Deseaba escapar de sus problemas y pasar un buen rato, ella planeó estar de fiesta toda la noche con algunos amigos. Uno de ellos tenía una botella de Éxtasis líquido en su coche, de modo que todos ellos decidieron tomar un poco. Pronto la droga comenzó a tomar el control. Nikki bailó y bailó y bailó, dejándose llevar más allá de sus límites habituales. Como dijo más tarde en un informe policial uno de sus amigos: “Nikki no sentía nada”.
A la mañana siguiente, Nikki estaba muerta. La causa: envenenamiento por droga (Éxtasis).
Podrías pensar: “pero eso no me va a pasar a mí”. Tal vez no, pero, ¿realmente quieres arriesgarte?
“En una fiesta rave, vi a un chico que había estado consumiendo Éxtasis por horas y repetía durante horas: ‘soy una naranja, no me peles, soy una naranja no me peles’. Y otro chico pensaba que era una mosca y no dejaba de golpear su cabeza contra la ventana”.”
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