Dependencia emocional y relaciones abusivas en redes sociales
(síntesis de la ponencia realizada en las XLVI Jornadas Nacionales de SOCIDROGALCOHOL)
La Dependencia Emocional consiste en una serie de necesidades afectivas que intentan compensarse a través de una persona con la que, generalmente, se mantiene un vínculo amoroso. Estaremos de acuerdo en que el amor es algo positivo y que dedicar tiempo, cuidados y atención a las necesidades de la pareja, también. Por lo tanto, ¿dónde está el problema? Lo “malo” de la dependencia emocional, es que las relaciones de pareja tienen más que ver con sumisión, ansiedad, obsesiones y frustración, que con amor. La persona dependiente necesita, literalmente, que siempre haya alguien ahí para sentir que su existencia tiene sentido, por lo que prioriza el amor hasta el punto en que descuida otras áreas importantes de su vida; como los amigos, los estudios, el trabajo e incluso los hijos.
Hablamos entonces de pareja como elemento adictivo y de dependencia emocional como un tipo de adicción sin sustancia que implica, como en otras adicciones, una conducta compulsiva y perseverante, a pesar de las posibles consecuencias negativas, incapacidad para controlar la necesidad de contacto y acercamiento a la persona, y la negación del propio problema. En muchos casos el dependiente, lejos de reconocer su comportamiento enfermizo en términos de adicción, lo confunde y/o justifica con el amor y la gran admiración que siente hacia su pareja, lo que alimenta aún más la conducta dependiente al entenderse ésta como algo positivo e incluso romántico (ej. el bombardeo de mensajes vía Whatsapp puede concebirse desde la perspectiva dependiente como un gesto de atención y preocupación hacia la pareja y no como una conducta que emerge de su necesidad afectiva).
La dependencia emocional trae consigo un trastorno mental que aparece tras la ruptura y se caracteriza por síntomas depresivos severos, ansiedad, angustia, pensamientos obsesivos sobre la ex pareja y, sobre todo, por un fuerte deseo de contactar y recuperar la relación amorosa; hablamos de un síndrome de abstinencia. Este malestar sólo desaparece si el dependiente logra contactar/acercarse a su pareja, es decir, si logra acceder al elemento adictivo. Cuando es imposible restablecer la relación, la necesidad de calmar este síndrome impulsa al dependiente a involucrarse precipitadamente en otra relación de pareja; empujado ya no por afecto, sino por necesidad.
Las personas dependientes, aunque racionalmente pueden ser conscientes de que poseen ciertas cualidades, no se quieren a sí mismas -poseen una baja autoestima- por lo que necesitan que sean otras personas las que constantemente les otorguen el valor que ellas mismas son incapaces de darse. Esta validación la obtienen principalmente de su pareja, motivo por el que necesitan “tener siempre a alguien ahí” para poder funcionar correctamente en el resto de ámbitos (el dependiente, por lo general, no podrá concentrarse en el trabajo o el estudio ante la mínima señal de distanciamiento o rechazo por parte de su pareja, por lo que emplea mucha energía y tiempo en comprobar que todo va bien).
‘Adicción’ al like
Las redes sociales y el teléfono móvil son los medios más usados por las personas dependientes para contactar con su pareja y satisfacer en parte la necesidad afectiva que da lugar a la dependencia emocional, pues supone una forma rápida y muy fácil de acceder al elemento adictivo. Estos medios aumentan considerablemente la conducta dependiente y dificultan enormemente el contacto cero que se requiere en el tratamiento de esta adicción.
Pese a las indudables ventajas que supone hoy en día la posibilidad de acceder a internet y a las redes sociales a través del teléfono móvil, el uso inadecuado de estos medios supone una serie de riesgos e inconvenientes (captación sectaria, grooming, sexting, cyberbullying, radicalismo, etc) entre los que destaca el desarrollo de una novedosa adicción: la nomofobia o miedo irracional a no tener acceso al teléfono móvil y a las redes sociales que implica, además, un temor extremo a “perderse algo”.
Cuando otras personas dan like a nuestro contenido en las redes sociales, recibimos una retroalimentación positiva que a nivel cerebral se traduce en la activación del mismo sistema de recompensa implicado en el resto de adicciones. Este refuerzo inmediato, así como la falsa sensación de autoestima que le acompaña, nos motiva a seguir posteando y colgando fotos, buscando nuevas formas y más eficientes de conseguir un mayor número de likes que aumenten nuestra sensación de placer. Como puede verse, tanto en la nomofobia como en la dependencia emocional existe una búsqueda de validación externa importante por parte del adicto.
Abuso psicológico y redes sociales
El abuso psicológico es una forma de maltrato sutil que implica comportamientos y gestos que, tomados de forma aislada, parecen inofensivos e irrelevantes, pero analizados en conjunto suponen un proceso destructivo para la persona que lo sufre; con consecuencias similares a las derivadas del maltrato físico. Las redes sociales y el teléfono móvil, además de ser los medios más usados por el dependiente emocional, son también los más empleados por el cónyuge abusivo para controlar y acosar a la pareja. En este sentido, algunas de las conductas abusivas más frecuentes son:
– Obligar a tu pareja a que te de sus claves y contraseñas personales
– Espiar su móvil
– Controlar el contenido que publica y decidir sobre qué puede o no puede colgar en las redes sociales
– Obligar a que tu pareja te envíe fotos o vídeos de carácter íntimo
– Exigir a tu pareja que te muestre dónde está con su geolocalización
– Enfadarse si la pareja no responde inmediatamente (“dejar en visto”)
Es evidente que las redes sociales han cambiado la forma en la que nos comunicamos con los demás, y esto hasta cierto punto es algo positivo. No obstante, sería un error pensar que por ello cualquier conducta está justificada. La normalización de comportamientos abusivos enfocadas al control de la otra persona, así como el uso de estos medios para calmar la ansiedad ante una posible ruptura o distanciamiento afectivo, también son riesgos derivados del mal uso de estos medios; riesgos de los que apenas se habla. Debemos ser conscientes en todo momento de qué tipo de utilidad estamos dando a las redes sociales y saber que, cuando es la necesidad la que dirige nuestra relación y guía nuestra conducta, es hora de buscar ayuda.
Ana Castaño
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