“Red de recursos especializados en drogodependencias”: Una visión rápida y concreta
Félix Rueda |Psicólogo experto en adicciones. Fundación Noray Proyecto Hombre Alicante
La necesidad de conocer circuitos tanto de prevención como de intervención, nos llevó a la serie de artículos “Red de recursos especializados en drogodependencias”.
En este último escrito, perteneciente a dicha serie, vamos a presentar a modo de cierre, un breve resumen de los conceptos clave en los que se han centrado los 8 artículos anteriores.
ALGUNAS NOCIONES TEÓRICAS BÁSICAS
Tal y como se hacía en la serie de artículos, empezamos por algunos modelos conceptuales relacionados con las adicciones.
“Las drogas” se encuentran entre los 43 problemas de mayor “preocupación social” para los españoles en la encuesta efectuada por el CIS en septiembre de 2014, si bien en dicho barómetro, lo aventajan otros problemas que acucian a nuestra sociedad en mayor porcentaje, recordamos, como lo hacíamos en el primer artículo de la serie, que el problema sigue estando ahí, que en las encuestas realizadas por el Plan Nacional Sobre Drogas tanto a l@s adolescentes como a los adultos, siguen informando del uso de sustancias psicoactivas.
En cuanto a los modelos para la prevención e intervención, nos centrábamos en el “Modelo Transteórico del Cambio” de Prochaska, Diclemente y Norcross, a fin de establecer las fases en las que se podía encontrar una persona con trastornos adictivos, sabiendo que es necesario que dicha persona se encontrase en la fase de “preparación” para iniciar el proceso de prevención del trastorno o resolución (tratamiento) del mismo.
Además del proceso de cambio, hemos de tener en cuenta los Factores de Riesgo y los Factores de Protección, siendo los primeros aquellos que favorecen o facilitan el trastorno adictivo, y los segundos los que lo evitan, por lo que hay que potenciar los segundos y minimizar los primeros.
Por último, en cuanto a los conceptos básicos relacionados con el inicio y el mantenimiento de una adicción, hablábamos también de la “miopía del futuro” (concepto acuñado en los 90 por grupos de investigación tales como el de Nora Volkov), como consecuencia de la disfunción cerebral relacionada con el trastorno, como una consecuencia directa del mismo, es decir, que si consumo sustancias, juego de forma patológica…, es posible que mi comportamiento se mantenga a pesar de las consecuencias negativas del mismo, y en la base de esto se encuentran problemas orgánicos relacionados con el uso y abuso de sustancias.
Entre las técnicas para facilitar a las personas que demandaban ayuda por el problema de adicciones, hacíamos referencia a la Entrevista Motivacional (de los autores Miller y Rollnick), como una “herramienta estrella” para que se iniciase un proceso de cambio proclive a minimizar los factores de riesgo y potenciar los factores de protección.
RECURSOS DE PREVENCIÓN
En cuanto a la red de recursos para la prevención, hablábamos de una doble vertiente: aquellos que se encuentran insertos en la red pública, y los que dependen de una entidad privada.
Los objetivos (según el Plan Nacional Sobre Drogas) en ambos casos debían ser:
Respecto a los niveles de prevención, atendíamos a la clasificación de: – Universal: dirigida a la población general – Selectiva: dirigida a población potencialmente en situación de riesgo – Indicada: orientada a quienes ya se encuentran en una situación de uso o abuso de sustancias.
A fin de entender mejor los diferentes conceptos, se elaboró un cuadro resumen de los servicios y acciones llevadas a cabo por los servicios de prevención que abarcarían los tres ámbitos, en el que se reflejaban servicios de Información y Orientación, Atención, Prevención Escolar, Prevención Familiar, Divulgación y Promoción de la Salud, Gestión del Ocio, Coordinación Inter-profesional, y Coordinación Intersectorial y con otros recursos.
En cuanto al gran abanico de posibilidades preventivas, todas las evaluaciones de programas coinciden en que las intervenciones han de ser sistemáticas, estructuradas y recogiendo una multiplicidad de componentes, interviniendo no sólo sobre las cuestiones directamente relacionadas con drogas o adicciones, sino también sobre otros factores de riesgo y protección: ocio, hábitos saludables, red social…
Y, como no, teniendo en cuenta a los profesionales que desarrollan las actuaciones de prevención, independientemente de las titulaciones, está claro que est@s han de funcionar como “mediadores sociales” y “agentes de salud”, ya que se trata de promover estilos de vida saludables incompatibles con el uso de drogas u otros comportamientos adictivos.
RECURSOS PARA EL TRATAMIENTO
Para clasificar los recursos de tratamiento de adicciones con personas adultas, establecimos una serie de niveles en función de los objetivos que perseguíamos. Así, encontrábamos un primer nivel que denominábamos de “bajo umbral”, donde se ubicarían los Programas de mantenimiento con Metadona, los de Intercambio de Jeringuillas, la Distribución de Preservativos, los de Información y Prevención en Salud, las salas de venopunción más conocidas como “Narco-salas”, los dispositivos de descanso, aseo… conocidos como programas de “Café-calor”, y otros de índole similar.
En todos estos casos, además de los objetivos propios del programa o recurso, se verifica si la persona está receptiva y se le motiva para el acceso a otros programas o recursos más exigentes.
La gestión de estos recursos puede depender directamente de la administración o bien ser promovidas por entidades privadas con o sin ánimo de lucro.
En este primer nivel también encontrábamos los centros clínicos de la red pública (Unidades de Conductas Adictivas, Centro de Atención a las Drogodependencias…) cuya misión se consigue mediante los siguientes objetivos:
Así mismo, las asociaciones de personas afectadas realizan una labor tanto como soporte terapéutico como lugar de encuentro para la gestión del ocio, la mejora de las habilidades sociales y el establecimiento de una res primaria de apoyo.
A caballo entre varios niveles de intervención, ubicábamos los Centros de Día, esto es, una serie de recursos ambulatorios que desarrollan tratamientos de deshabituación, rehabilitación y reinserción, mediante intervenciones formativas, ocupacionales, psicoterapéuticas…, de modo que las personas reciban soporte, y puedan compaginar el tratamiento con un ritmo de vida más o menos normalizado. En ellos se pueden desarrollar uno o varios programas, pueden estar gestionados por entidades tanto públicas como privadas.
Podía atender a diferentes perfiles con mayor o menos deterioro, tal y como se reflejaba en el esquema:
La duración variaba de los 6 a los 24 meses, según la intensidad del programa o los programas, y podían agruparse por edades de las personas beneficiarias, perfiles de consumo, sustancias por las que demandan tratamiento, etc.
Como recurso complementario a los Centros de Día (por ser parte de un proceso de tratamiento más amplio), o bien como lugar de primera elección, efectuábamos una aproximación a las Comunidades Terapéuticas, que han sido uno de los recursos “estrella” de la red de intervención en drogodependencias.
Afirmábamos que se trata de un recurso que oferta a la persona con problemas adictivos la posibilidad de efectuar un “paréntesis” en su vida diaria, abstrayéndose de quehaceres y obligaciones cotidianas, libre de cargas, para tratar globalmente su problema, esto es, recibiendo atención psico-educativa, psico-terapéutica, sanitaria y social.
Una de las herramientas básicas de tratamiento tanto en los centros de Día como en las Comunidades Terapéuticas son los grupos de auto-ayuda, que según la definición de Katz y Bender, son “estructuras grupales voluntarias y pequeñas de ayuda mutua que tienen como fin conseguir un determinado objetivo”. Ese objetivo podía ser:
En cuanto al tiempo de duración de las Comunidades Terapéuticas, efectuando una revisión de diferentes de estos recursos, encontrábamos que suelen durar entre 6 y 10 meses.
Teniendo en cuenta el tiempo que duran los diferentes recursos y/o programas, este puede parecer largo, si bien es preciso reconocer que para que una persona sufra un deterioro como el que presentan quienes desarrollan un trastorno adictivo, es preciso que pase un intervalo de tiempo relativamente amplio, por lo que también será necesario un intervalo de tiempo amplio `para la resolución del problema, si bien este periodo suele ser menor que el den duración del deterioro. Podemos decir que hace falta menos tiempo para rehabilitarse en un programa que para “engancharse”, aunque el proceso de rehabilitación no finaliza cuando alguien acaba el programa, sino que hay que continuar con las pautas establecidas y los cambios efectuados incluyéndolos en el estilo de vida propio.
Lo habitual en todos los recursos de tratamiento con personas que presentan trastornos adictivos es que trabaje en paralelo con la familia o con alguien de la red primaria de apoyo, ya que es preciso trabajar con todo el sistema personal y familiar para garantizar el éxito en las intervenciones.
LA REINSERCIÓN, UNA FASE ESENCIAL EN TODO PROCESO DE RESOLUCIÓN DE UN TRASTORNO ADICTIVO
Por último, en la serie de artículos nos aproximábamos a los recursos destinados a la reinserción, y es que, recordando lo que decíamos, es una fase imprescindible en todo proceso de tratamiento y rehabilitación de adicciones.
Los programas y recursos de reinserción tratan de reincorporar a la persona que ha superado un trastorno adicto a la sociedad como parte activa de la misma.
Así, identificábamos la incorporación social como un objetivo a perseguir desde el inicio de los programas, ya que si se espera al final del proceso ya sería tarde, pues los cambios no podrían mantenerse y consolidarse en el tiempo.
También se trata en estos programas de potenciar los factores de protección que se han conseguido y afianzado a lo largo de los programas de tratamiento.
Conocíamos que, como objetivos de estos programas de reinserción, encontrábamos:
– contar con un profesional de referencia adecuado a las necesidades
– involucrar a la persona en tratamiento en el seguimiento de otros pacientes que inician este proceso
– involucrar a las redes de apoyo de familia y amigos
– abordar el pasado personal y cómo influye en el presente
– contar con medios para abordar las necesidades económicas básicas
– disponer de oportunidades para asumir responsabilidades sobre la propia vida
Por tanto, estos programas cierran un proceso relativamente largo e intenso, como es el proceso de tratamiento de una persona con un trastorno adictivo, ofreciendo el apoyo necesario para que la persona continúe movilizando sus propios recursos y los de su entorno para solucionar poner solución a sus problemas.
Y con este breve resumen se da por concluida esta serie de artículos sobre los diferentes recursos de prevención y tratamiento de adicciones.
Gracias por vuestra paciente lectura.
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