5 de cada 10 mujeres beben algo de alcohol al principio del embarazo
La noticia de estar embarazada no se conoce hasta pasadas unas semanas desde el momento de la concepción, ocurre con la ausencia de la regla, es decir, en un momento que el embrión puede tener ya 5 o 6 semanas de desarrollo. En ese mismo instante, la mayoría de las mujeres, dejan de consumir alcohol. Sin embargo, parte del daño ya está hecho y es que las primeras semanas son de alta vulnerabilidad y es cuando aún no se sabe, cuando muchas mujeres aún no han detenido sus consumos de alcohol sociales. Las cantidades de alcohol no suelen ser muy elevadas, alguna cerveza, algún vaso de vino, etc. Pero los expertos llevan año advirtiendo que en la gestación no hay ninguna cantidad de alcohol que sea segura.
Este es el reto principal al que se enfrenta la sociedad, según asegura Juan Antonio Ortega, responsable de la Unidad de Salud Medioambiental del Hospital de la Arriaxaca de Murcia. Llegar a la mayor parte de la población, y no solo a las mujeres, sino también a sus parejas: “Se ha visto que mucho más que el nivel educativo o económico, lo que más influye para que una embarazada beba alcohol, es que su pareja también lo haga”, ha explicado el profesional, impulsor de la Hoja Verde.
La Hoja Verde es una herramienta de cribado ambiental que se realiza al inicio del embarazo y que pretende detectar los riesgos ambientales, se observa, por ejemplo, si hay exposición a los pesticidas o a consumo de sustancias. Cuando Ortega empezó en esta unidad a cribar, quedó impactado (allá por 2009) porque 7 de cada 10 mujeres consumían alcohol al inicio del embarazo, es decir, cuando aún no sabían que lo estaban. Ahora dice que la concienciación social ha ayudado algo y que estas cifras han bajado algo, posiblemente a 5 o 6 mujeres de cada 10.
¿Tanto afecta una cerveza puntual en el desarrollo embrionario? Sí, y mucho. Ortega explica que se han encontrado relaciones directas entre las mujeres que consumían una cerveza al inicio del embarazo con el perímetro craneal del bebé al nacer. Este era más pequeño que el de un bebé cuya madre no había bebido ni gota. Esto repercute en que haya mucho niños y niñas con afectaciones invisibles a simple vista, no van a tener las malformaciones físicas propias del Síndrome Alcohólico Fetal (solo las padecen el 15%). Es decir, aparentemente son niños y niñas sin problemas pero que son etiquetados por los adultos como “malos”, “que no pueden estar quietos”, “desobedientes”, que tienen problemas de comportamiento, de aprendizaje, etc. Muchos de estos niños y niñas acaban con diagnósticos equivocados de TDHA y medicados, “cuando lo que necesitan es menos clases de refuerzo, más cariño y más contacto con la naturaleza”.
Ortega cree que gran parte del problema que tiene la sociedad actual con respecto a la exposición a tóxicos, pasa también por la desconexión con la madre naturaleza. Los pequeños y pequeñas de hoy pasan 900 horas al año frente a las pantallas y un 75% de los niños y niñas no cumplen el criterio de pasar por lo menos una hora al día en el parque, en un espacio arbolado o en la montaña o la playa: “Esto es un motor más para que puedan iniciarse nuevas adicciones. Esta desconexión empieza a los 6 o 7 años y se va incrementando conforme se crece”, ha asegurado.
El alcohol es teratógeno, mutagénico y cancerígeno, por eso no es de extrañar que aparezcan cánceres en edades infantiles (aunque no todos ellos estén relacionados con la exposición al alcohol antes de nacer) y muchos problemas de fracaso escolar: “El consumo de alcohol en la gestación está directamente relacionado con una pérdida de masa neuronal colectiva a nivel mundial”.
“La responsabilidad es colectiva porque el embarazo es cosa de dos personas”, declara el profesional que recuerda la importancia de realizar campañas de sensibilización: “Nadie quiere hacer daño a la persona que más quiere en el mundo, solo tiene que tener la información y deja de hacerlo. No tiene sentido culpar a las mujeres. Hay que informarlas para que tomen sus decisiones de manera libre”.
Ortega cree firmemente que esta es la principal causa de fracaso escolar en España y se debe al infradiagnístico: “Entre el 2 y 3% d ellos escolares tienen TEAF, yo calculo que debe haber un niño por aula”, asegura y añade: “están llenando las clases de refuerzo y no lo saben”. Y sin embargo, un buen diagnóstico, alivia el sufrimiento de las famílias, que no saben como poner solución ni de donde viene la problemática de su hijo o hija.
Aunque el TEAF se hizo visible gracias a los movimientos de padres y madres que han adoptado a niños y niñas de países del Este principalmente, Ortega, tiene claro que “no son la inmensa mayoría y que los autóctonos son un grupo mucho mayor pero que cuesta mucho más de diagnosticar y sacar a la luz por la culpa que sienten las mujeres y las familias al tener que reconocer el consumo, aunque sea poco”.
El profesional elabora una lista de 7 desafíos para visibilizar esta problemática:
- Que los afectados y afectadas dejen de ser invisibles
- Diagnostico precoz
- Educación (formar a profesorado y orientadores=
- Potenciar sus capacidades
- Preparar sus ocupaciones futuras
- Trabajar en políticas institucionales
- Implementar responsabilidad empresarial y que las empresas cerveceras, por ejemplo, deban destinar un % a proyectos educativos o sanitarios que aborden esta problemática en los afectados.
Porque una cosa tiene clara Ortega, “hay que preparar a estos niños y niñas ya sus familias para el éxito, muchos son grandes músicos o grandes deportistas, y estas cosas hay que potenciarlas”.
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