Un 11% de las personas encuestadas paró de fumar y un 15% disminuyó la frecuencia de consumo de tabaco durante el confinamiento
El Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo (CNPT), formado por 38 sociedades científicas, consejos de colegios profesionales y asociaciones civiles y de pacientes, finalizó el pasado día 15, su I Congreso Virtual (X Congreso CNPT) que comenzó el pasado día 13, con los talleres precongresuales. El congreso se ha centrado en el control, prevención y tratamiento del tabaquismo, así como en las nuevas formas de consumo.
El primer día de congreso, tuvo lugar la presentación de los resultados de la encuesta realizada por el Ministerio de Sanidad, las comunidades de La Rioja y Región de Murcia y el Comité Nacional de Prevención del Tabaquismo (CNPT) sobre el uso de tabaco y otras formas de consumo y su relación con el confinamiento por el COVID-19. La encuesta, de ámbito nacional, se realizó del 4 al 22 de mayo de este año, contando con 24.386 personas participantes.
Entre las conclusiones más relevantes de la encuesta que presentó Cristina Gómez-Chacón Galán, por parte del Ministerio de Sanidad, cabe destacar que un 15,7% de las personas fumadoras disminuyó su frecuencia de consumo, de tal forma que el 10,2% dejó de fumar totalmente en este periodo. La disminución de la frecuencia de consumo se dio en mayor medida entre los más jóvenes, los estudiantes; personas en ERTE y personas que convivían con su familia.
Otro dato de especial interés, en relación a los intentos de abandono que se presentó, es que el 13,4 % de las personas fumadoras refirieron haber intentado dejar de fumar durante esta etapa, y la mayoría de ellos, el 83,9%, por si solos, sin ayuda. Solo cerca de un 10%, indicaron estar haciéndolo con ayuda de fármacos.
En cuanto a la percepción del riesgo, de contraer infección por coronavirus y desarrollar síntomas más graves, fue mayor para el consumo de tabaco que para el de los cigarrillos electrónicos, presentando las personas fumadoras una percepción de riesgo mayor que las no fumadoras, de acuerdo con los datos ofrecidos.
En relación a los datos aportados por Pello Latasa Zamalloa, director general de Salud Pública, Consumo y Cuidados del Gobierno de La Rioja, señalar que la mayoría de los fumadores (75,1%) mantuvieron la misma frecuencia de consumo (diario o casi diario); y el 15,7% de los fumadores disminuyeron su frecuencia de consumo durante el confinamiento (el 11,7% de los fumadores dejaron de fumar en este periodo).
Por otra parte, a destacar también que el 15,8% de los fumadores refirieron haber intentado dejar de consumir tabaco durante el confinamiento, la mayoría de ellos, el 88,5% solos, sin ayuda, y que el 6,3% indicaron haber recurrido a los fármacos.
Respecto al riesgo percibido, las personas encuestadas consideraron que consumir tanto tabaco como cigarrillos electrónicos podía ocasionar mayor riesgo de infección por coronavirus, siendo en general la percepción de riesgo mayor respecto al tabaco que a los cigarrillos electrónicos. El 83,8% de las personas encuestadas señalaron ser conscientes del riesgo que conlleva consumir tabaco, y en general los fumadores presentaron una mayor percepción de riesgo.
En cuanto a los datos ofrecidos por José Carlos Vicente, director general de Salud Pública y Adicciones de la Región de Murcia, cabe señalar que el patrón de consumo más habitual durante el confinamiento por COVID-19 fue el consumo diario, refiriendo el 80,1% de los fumadores este patrón de consumo.
Por otra parte, la mayoría de los fumadores (70,3%) mantuvieron la misma frecuencia de consumo (diario o casi diario) en los dos periodos analizados y el 15,4% de los fumadores disminuyeron su frecuencia de consumo durante el confinamiento (el 8,5% de los fumadores dejaron de fumar en este periodo).
Por último, el 12,1% de los fumadores indicaron haber intentado dejar de consumir tabaco durante el confinamiento, la mayoría de ellos sólo sin ayuda (81,1%). El 20,1% respondieron que lo habían intentado, pero que no lo habían conseguido, señalando al estrés causado por el confinamiento como principal razón por la que no habían conseguido el abandono del consumo.
Respecto al riesgo percibido, las personas encuestadas consideraron que consumir tanto tabaco como cigarrillos electrónicos podía ocasionar mayor riesgo de infección por coronavirus y complicaciones más severas, siendo en general la percepción de riesgo mayor respecto al tabaco que a los cigarrillos electrónicos.
Por otro lado, el 81,9% de las personas encuestadas reconocieron ser conscientes del riesgo que conllevaba consumir tabaco. En general, los fumadores presentaron una alta percepción de riesgo, según señaló el director general de Salud Pública y Adicciones de la Región de Murcia.
Documento del CNPT sobre cigarrillo electrónico
– El uso de cigarrillos electrónicos en población juvenil se ha extendido en los últimos años. Los datos de la encuesta ESTUDES de 2018, del Observatorio Español de las Drogas y las Adicciones, indican que casi la mitad de estudiantes de 14 a 18 años han probado estos dispositivos, más en el caso de los chicos (56,5%) que en las chicas (47,7%). Esta cifra se ha duplicado en los dos últimos años.
Aunque la mayoría de estudiantes ya eran fumadores de tabaco y cannabis previamente, hay un porcentaje nada desdeñable (casi un 30%) que indica que no consumía previamente tabaco, lo cual puede estar reflejando una nueva entrada al consumo de tabaco y a la adicción a la nicotina.
– Las potentes campañas de marketing social que están llevando a cabo las compañías de los cigarrillos electrónicos, copiando las estrategias usadas previamente con otros productos de tabaco, están atrapando de nuevo a la población juvenil. Utilizan especialmente los canales de comunicación donde los jóvenes más se mueven, como Instagram, YouTube o Tik Tok, para hacerles llegar sus mensajes, volviendo a normalizar el consumo de productos relacionados con el tabaco como parte de su proceso de maduración.
– El e-cig es un producto recreativo. Ninguna autoridad sanitaria europea o española lo reconoce como producto sanitario y ningún fabricante ha solicitado su homologación como producto terapéutico, como medicamento.
– Hay pocos estudios sobre e-cigs y cesación. La mayoría son observacionales y los que tienen grupos de control son escasos y con problemas metodológicos para extraer conclusiones. Si analizamos lo publicado, parece que el 85% de los estudios sugieren que no sirven para dejar de fumar. Y aun, es más, en el mundo real hay más evidencia que apoya que los e-cigs dificultan la transición hacia la abstinencia completa de tabaco y que son menos eficaces que los tratamientos convencionales para promover la cesación del tabaco y la nicotina.
– La evidencia creciente sobre la transmisión del COVID-19 a través de aerosoles obliga a considerar su alto riesgo de transmisión durante la práctica de fumar y vapear. El aislamiento del virus a 5 metros de distancia de una persona enferma y las constantes llamadas a la ventilación en espacios interiores, así como el promover actividades que se realizan al aire libre en todos los ámbitos de la vida, obliga a establecer urgentemente esta medida y se deben de garantizar espacios comunitarios al aire libre con garantía de seguridad y las terrazas de bares y restaurantes no lo son en la situación actual.
– Fumar y vapear, además de la emisión de aerosoles de humo y de propilenglicol, suponen la exhalación forzada y proyectada a distancia de un importante volumen aire espiratorio «a cara descubierta», prescindiendo de la mascarilla que es la medida esencial que tenemos hoy en la lucha contra el COVID-19.
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