Socidrogalcohol debate cómo ofrecer ayuda a los usuarios de cannabis que lo necesitan en base a la evidencia científica
- La Agencia de Salud Pública de Catalunya pilota un programa de reducción de riesgos en clubs y asociaciones de consumo de cannabis
- Socidrogalochol debate en sus Jornadas Nacionales la evidencia científica generada de los diferentes modelos de regulación del cannabis
El cannabis es la tercera sustancia más consumida en España, tras el alcohol y el tabaco, según la encuesta EDADES 2017. Sobre la mesa se ha abierto un debate desde hace ya algunos años sobre la necesidad de adaptar la regulación como consecuencia de una movilización social sobre este tema. Por un lado, la evidencia, aún escasa y para enfermedades muy concretas, de la aplicación terapéutica. Y por otro la protección de la salud pública al tratarse una sustancia no exenta de riesgos ni inocua tras su consumo, que además ha sufrido variación en cuanto a su contenido en forma fumada. En los años 80 un porro contenía entre un 3 y un 5% de THC y un 1-2% de Cannabidiol (CBD). En la actualidad un porro contiene alrededor de un 20% de THC y un 0’5% de CBD.
El cannabis afecta sobre el sistema cannabinoide del cerebro, una zona que se encarga, entre otras cuestiones de regular las emociones. Cuando su consumo se realiza en la adolescencia, las consecuencias pueden ser peores, pues el cerebro que se encuentra en pleno desarrollo y que probablemente se encuentra realizando una serie de conexiones sinápticas que permanecerán durante toda la vida de la persona, se ve alterada por esta sustancia tóxica. La aparición de trastornos mentales puede ser alguna de las consecuencias de este consumo temprano. Rafael Maldonado, Catedrático de Farmacología de la Universidad Pompeu Fabra, hizo hincapié en que la sociedad tiene una muy baja percepción de riesgo con respecto al consumo de cannabis y que han cambiado las formas de ocio y también de consumo: “No estamos explicando a los jóvenes que el consumo tiene un riesgo importante. Es una cuestión de desarrollo cerebral.”.
Hay otras consecuencias: A nivel de rendimiento, habrá un aprendizaje pobre, una afectación sobre la cognición y la memoria y por ende bajo rendimiento académico y laboral. A nivel de afectación prefrontal, hay una consecuencia sobre la estructura inhibitoria del cerebro, que es la que se encarga del control racional de los impulsos. A nivel de respuesta/reacción: se triplica el riesgo de accidente de coche, se conduce más lento, se disminuye el tiempo de reacción y se divide y altera la atención. Y el consumo abusivo puede acabar desarrollando una dependencia (consecuencias negativas cuando cesa su consumo) y/o una enfermedad mental (la evidencia científica ha relacionado el consumo con el desarrollo de psicosis).
Los motivos para consumir cannabis son muy variados. Los consumidores de cannabis buscan mejorar las emociones positivas (35%), afrontar emociones negativas (25%) o simplemente fuman por costumbre (29%), según un estudio a punto de ser publicado en la revista Adicciones.
REDUCCIÓN DEL RIESGO
El consumo se sigue dando y es importante que la información llegue a la ciudadanía para que puedan tomar sus propias decisiones. Según Joan Colom, Sub-director general de Drogodependencias de la Generalitat de Calatunya, “el modelo de política dominante, hasta ahora “la prohibición del consumo recreativo” de cannabis, ha demostrado ser ineficaz y, como consecuencia, muchos países han empezado a implementar políticas que incluyen la legalización total de su uso y suministro. En ese contexto es vital disponer de estrategias de reducción de riesgos consolidadas. Hay que tener en cuenta, además, que las personas que consumen, aunque no tengan intención de dejar de hacerlo, pueden estar preocupadas por su salud. Entre estas personas, las intervenciones basadas en el miedo o la abstinencia no son efectivas ya que los daños no se corresponden con su realidad y, por tanto, hablamos de “riesgos” que es un término bien aceptado entre la población consumidora de cánnabis”. Catalunya lleva años trabajando para la introducción de medidas de reducción de riesgos de probada evidencia en todas las sustancias más consumidas, incluido también el alcohol. En el caso del cánnabis en particular, incluso el Parlamento de Catalunya aprobó una ley orientada a regular, desde la perspectiva de Salud Pública, los clubs sociales de cánnabis; pero esta ley fue anulada posteriormente por el Tribunal Constitucional, según cuenta Colom, que participa estos días también en las XLVI Jornadas Nacionales de Socidrogalcohol y II Congreso Internacional (este año en formato online): “En este sentido, hemos desarrollado un proyecto específico cuyo objetivo es formar en Reducción de Riesgos a las personas que trabajan en los clubs de cánnabis y concienciarlos sobre el papel de Agentes de Salud que pueden desarrollar en estos espacios. El proyecto pivota sobre la web https://www.rdrcannabis.cat/, en la que se publican artículos de interés sobre el consumo de cánnabis y sobre la reducción de los riesgos asociados, se ofrece asesoramiento y formación a los Clubs y se distribuyen materiales preventivos específicamente diseñados para los usuarios de asociaciones o clubs cannábicos. Un ejemplo de este tipo de materiales es la campaña de sensibilización “Un kilo al año no hace daño, ¿o sí?, que consiste en la distribución de material (un póster y unos folletos) entre los usuarios de los clubs, donde se les informa sobre la reducción de riesgos y promueve la reflexión sobre el consumo propio, para que éste sea lo menos perjudicial posible”, y añade: “este proyecto es fruto del trabajo participativo y colaborativo realizado con la misma población destinataria, por lo que estamos consiguiendo una muy buena acogida entre los profesionales de los clubs y asociaciones cannábicas”.
Colom argumenta que existe también evidencia sobre la efectividad de dichas estrategias en la disminución de problemas asociados al cánnabis, especialmente: evitar el inicio temprano del consumo de cannabis, elegir tetrahidrocannabinol de baja potencia o productos de cannabis con una relación equilibrada de THC a cannabidiol, abstenerse de usar cannabinoides sintéticos, evitar la inhalación de cannabis quemado y dar preferencia a los métodos de uso por otras vías que no sea la fumada, evitar prácticas de inhalación profunda u otras prácticas de riesgo, evitar el consumo frecuente (p. Ej., diario o casi a diario), abstenerse de conducir o realizar actividades de riesgo bajo sus efectos, evitar el consumo en personas con mayor riesgo de problemas de salud y evitar combinar comportamientos de riesgo (por ejemplo, iniciación temprana y uso frecuente) .
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