Regulación emocional y consumo de sustancias. Parte 2
Por tanto, si necesitamos prestar atención a nuestras emociones, ser conscientes de ellas, el Mindfulness, que se ha traducido al español como “atención plena” (si bien las personas expertas afirman que dicha traducción no es del todo certera), será una práctica esencial a la hora de afrontar nuestras emociones, ya que implica “prestar atención de manera consciente a la experiencia del momento presente con interés, curiosidad y aceptación” (Kabat-Zinn, 2007), observado la experiencia, en este caso emocional, sin juzgarla, posibilitando trabajar, en el momento presente, con nuestro dolor, nuestra ira, nuestro miedo, etc.
¿Cómo ayuda el Mindfulness en los procesos de tratamiento de trastornos adictivos?
Una de las consecuencias de la práctica del Mindfulness es el desarrollo de una mayor capacidad de discernimiento y compasión, de simplemente observar lo que sucede o aparece a mí alrededor cuando me muevo por la vida cotidiana, o en mi interior cuando practico meditación.
Cuando hablamos de compasión no lo hacemos en el sentido negativo de la misma (sentir pena o lástima), sino en el de preocupación respecto a alguien, sentirse solidario con la otra persona (Confucio).
También se trata de desarrollar una actitud de “principiante” (Miró 2007), de modo que nuestra atención se centre en nuestro cuerpo, nuestras sensaciones y emociones, nuestra mente y en los objetos mentales con una actitud de novedad frente a las mismas, sin juicios ni prejuicios (Tich Nhat Hanh, 2011).
Si tenemos en cuenta que Mindfulness es una capacidad intrínseca de la mente de estar presente y consciente en el aquí y el ahora de un momento determinado, empleada como herramienta de gestión emocional, se convierte en algo bastante potente, ya que nos permitirá atender a nuestras emociones y a las de las demás personas desde una actitud abierta, pudiendo observar dichos estados emocionales con compasión (en el sentido descrito).
En lo referente a los fenómenos adictivos, se cuenta con evidencia científica de que el mindfulness ayuda a prevenir recaídas y mantener periodos prolongados de abstinencia en personas con trastornos adictivos (Bowen, witkiewitz, Clifasefi, Grow, Chawla, Hsu, Carroll, Harrop, Collins, Lustyk y Larimer, 2014), a manejar de una manera más eficaz el craving (Blasco, Martínez-Raga, Carrasco y Didia-Attas, 2008) y mejora en general la intervención con adicciones (Miró, 2012).
Parece claro que en todos estos procesos las emociones juegan un papel esencial.
¿De dónde viene el Mindfulness?
A pesar de que el Mindfulness se ha incorporado hace relativamente poco tiempo a las disciplinas de salud occidentales, la meditación, práctica oriental desde la que parte el Mindfulness, cuenta con miles de años de presencia en el mundo oriental y en concreto en el Budismo.
El término mindfulness es la traducción al inglés del término “Sati”, que es como se denomina en idioma Pali (idioma índico proveniente de los Vedas, estrechamente relacionado con el sánscrito clásico).
La práctica se basa en la meditación budista denominada shamatha-vipashyana, que es lo que se traduce como mindfulness-awareness, y en castellano algo así como atención plena-darse cuenta.
Actualmente se encuentra altamente difundido como actitud frente a diferentes procesos psicoterapéuticos y se aplica en diversos ámbitos de la salud y el crecimiento personal.
PARA SABER MÁS
http://myslide.es/documents/miro-et-al-mindfulness-rppc-16.html
http://www.institutomindfulness.cl/
http://www.respiravida.net/que-es-la-atencion-consciente-o-mindfulness
http://proyectohombre.es/wp-content/uploads/2011/11/Revista-PH_87_4_2.pdf
http://www.papelesdelpsicologo.es/vernumero.asp?id=1340
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