Pastillas para la inteligencia o medicamentos para el TDAH
Lejos de ser una novedad, me llamó la atención cuando discutiendo sobre los métodos de estudio de los diferentes países europeos, una compañera de trabajo me explicó que a la niña que cuida -11 años-, el doctor le había recetado un medicamento para el déficit de atención, porque en el colegio no rendía bien. Entonces, le pregunté si la niña sufría algún tipo de trastorno del déficit de la atención a lo que ella me respondió que no, que la niña estaba perfectamente sana. A partir de ahí, compartiendo experiencias supe que no es la única adolescente a la que los médicos suministran este tipo de medicamentos usados para las personas con TDAH -trastorno del déficit de atención e hiperactividad- y que, incluso, son muchos universitarios de todo el mundo los que usan este tipo de anfetaminas y metanfetaminas en épocas de exámenes.
Estos medicamentos, anfetaminas y metanfetaminas, para el déficit de la atención son estimulantes específicos para el tratamiento de este trastorno. Estas pastillas aumentan los niveles de dopamina en el cerebro, que es una sustancia química -o neurotransmisor- asociada con el placer, el movimiento y la atención. Si se toman dosis no recetadas, los estimulantes aumentan la dopamina de una manera rápida y amplificada, como lo hacen la mayoría de drogas de abuso, produciendo así la adicción. Es por ello por lo que las personas que sufren TDAH no se vuelven adictas, pues para ellos, los medicamentos les proporcionan las dosis normales que necesitan, mientras que para un cerebro con un funcionamiento normal, estas dosis le convierten en un cerebro supranormal.
Los medicamentos más conocidos son Adderall -anfetamina- y Ritalin y Concerta -metanfetamina-.
En muchos casos, sobretodo en niños de 8 a 11 años, los padres se sienten obligados a que sus hijos sean buenos estudiantes, pues a esas edades, en varios países europeos, se realizan unos test de inteligencia que dividen a los niños en colegios de varios niveles dependiendo de la nota obtenida. De este modo, sobre los 8 años de edad, el niño es encarrilado hacia un tipo de futuro trabajo.
Los efectos inmediatos por los que se usa para la mejora del rendimiento son para permanecer en estado de vigila y aumentar la concentración. Sin embargo, también hay quien las usa como droga de abuso para fines recreativos y como suplemento para perder peso, pues disminuye el apetito.
El abuso de esta droga lleva al aumento de la presión arterial y de la frecuencia cardíaca, así como también al incremento de la temperatura corporal. A la larga, puede conllevar a complicaciones cardiovasculares como la apoplejía o un ataque cerebro-vascular. Del mismo modo, psíquicamente, lleva al individuo a sentimientos de hostilidad y paranoia.
Hace tres años se publicó un polémico artículo en el New York Times sobre el Dr. Michael Anderson. En él, el doctor cuenta que cuando aparece un niño en su consulta con problemas escolares y con un entorno difícil, le receta Adderall. Asimismo, en las facultades es más famoso la receta de Ritalin, en muchas ocasiones consentido por los padres -que suelen ser médicos- y otras tantas procedentes del contrabando.
Este tema sigue siendo muy polémico, mientras que unos afirman que es bueno para corregir el comportamiento de los niños, otros especialistas afirman que un cerebro normal debería funcionar sin ningún tipo de ayuda extra, y más si se trata de medicamentos tan fuertes como los citados anteriormente. Si en el deporte el dopaje no está permitido e, incluso perseguido por las autoridades, ¿qué diferencia hay con proporcionar drogas para aumentar el redimiendo psicológico?
Si quiere saber más, lea: ARTÍCULO NEW YORK TIMES
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