Drogodependencias y envejecimiento
“La calidad de una sociedad se mide con la dignidad y el cuidado a las personas más débiles”
Casi el 50% de las personas que presentan trastorno adictivo son personas adultas mayores de 40 años. Muchas de ellas presentan una adicción de larga duración con déficits sociales importantes y también existe una alta prevalencia de enfermedades infecciosas asociadas como el VIH o el VHC. Su adicción es crónica y el inicio en el consumo se produjo de forma muy temprana.
Que la sociedad está envejeciendo rápido es más que evidente. Hace tiempo que la pirámide poblacional indica un mayor número de fallecimientos que de nacimientos y el sistema de pensiones está en riesgo por la sostenibilidad de un sistema en el que ya hay más personas mayores que jóvenes en edad laboral que lo puedan mantener. Esta situación es extensible a otros campos, ya se hablo en esta misma publicación del envejecimiento de las personas con VIH. La Fundación Salud y Comunidad, en colaboración con la Subdirección General de Drogodependencias de Cataluña,organizó el pasado viernes 25 de mayo en Barcelona un evento en el que se habló del envejecimiento de las personas con drogodependencias, con motivo de un proyecto europeo financiado por Erasmus+ en el que llevan participando año y medio, BeTrAD. El proyecto tiene como objetivo mejorar la calidad del tratamiento de las personas con adicción, aquellas que mantienen un consumo activo y para los que se trabaja desde la reducción de daños o desde los servicios de tratamiento y atención social y/o sanitaria.
“El proyecto surge del análisis real de la falta de programas y tratamientos especiales para las personas mayores consumidoras de drogas, por un lado, y de una necesidad de formación y mejora de competencias para los profesionales en esta materia”, matiza Roger Ferrer, coordinador del proyecto BeTrAD para la Fundación Salud y Comunidad. En este sentido el proyecto BeTrAD propone solventar estas carencias, en particular, desarrollando una caja de herramientas online de recursos y un plan de estudios para los profesionales que trabajan con esta población.
La coordinación del proyecto corre a cargo de la entidad Jugend- an Drogenhëllef, de Luxemburgo. Los otros países y entidades socias son: Integrative Drogenhilfe e.V. y Frankfurt University of Applied Sciencies de Frankfurt (Alemania), SANANIM de Praga (República Checa), De Regenboog Groep de Amsterdam (Holanda) y la Subdirección General de Drogodependencias de la Generalitat de Catalunya y la Fundación Salud y Comunidad por parte de España.
Se sabe que las personas con drogodependencias mayores de 40 años se deterioran más rápido y que los que presentan unas peores condiciones de vida son los que tienen un consumo crónico sobre todo de heroína y opiáceos. También se sabe que a más años, mayor riesgo de muerte por intoxicación aguda.
Las personas mayores usuarias de drogas tienen una serie de características:
- Son consumidores de medicamentos, muchos de ellos sin receta
- Muchos buscan un fin recreativo en el consumo
- Presentan problemas con el alcohol
- Tienen multitud de factores de riesgo para el abuso de sustancias
- Presentan problemas de salud física y mental
- Se toman en serio el tratamiento por lo que los resultados suelen ser satisfactorios
En la jornada se habló de las necesidades detectadas partiendo de las opiniones de profesionales de distintos ámbitos y servicios:
- Dificultad en la derivación de las personas con esta problemática
- Falta de un tratamiento específico
- Inserción laboral imposible
- Pesan más los aspectos sociales (de relaciones, la soledad, etc.) que los de salud
- Dificultad para retomar su vida
- Tienen ganas de hacer cosas y tiempo pero pocas actividades
- Hay una falta de sensibilización en Atención Primaria
- Hay un gran estigma al pensar que hasta que no dejen de consumir no se puede hacer nada
- Desconocimiento de los deseos, de las expectativas, etc.
- Tratamiento psicosocial
- Mayor formación en reducción de daños y riesgos
Ferrer destacó ejemplos de buenas prácticas a la hora de hacer frente a esta problemática de consumo de drogas en edades avanzadas. El Hospital Vall d’Hebrón tiene un Programa de Atención a Ancianos Consumidores en el que se atiene de forma específica a las personas usuarias de drogas mayores de 65 años. Se realiza una orientación, reducción de daños, activación, terapia de grupo y apoyo social con el trabajo de un equipo multidisciplinar y financiación pública.
El segundo de los ejemplos sería Woodstock, en The Hague en Holanda. En este caso se atienden a personas mayores de 45 años sin hogar con un sistema de financiación mixto entre lo público y a través de los seguros de salud.. Otros centros serían Live-in Care Center de Bélgica en Antwerp y TABA en Luxemburgo.
BARRERAS A LA INCLUSIÓN
Raquel Cantos, Psicóloga social y consultora de investigación en la Fundación Atenea ,que participó como experta en la jornada, explica que las barreras a la inclusión de estas personas se pueden clasificar por ámbitos. En el ámbito económico, y según la investigación desarrollada desde la fundación, las principales barreras tienen que ver con los pocos o nulos ingresos y con la dependencia respecto a otras personas o respecto al propio Estado. En lo laboral el principal problema es que han estado y/o siguen estando al margen: “Esta preocupación existe tanto en hombre como en mujeres pero los hombres lo ven como la solución a todos sus problemas, mientras que en las mujeres existe mayor preocupación por lo personal, sobre todo con sus hijos y familia”. En el ámbito personal y también en el relacional, la vida está atravesada por la droga en todas las dimensiones y sus formas de relacionarse e incluso su propia identidad se han forjado, creado y crecido en base a ese consumo. Además, presentan otros problemas y barreras más macrosociales, es decir, aquellas que tienen que ver por el momento en el que viven, por la sociedad, por la cultura o incluso por la situación sociopolítica (la crisis, los recortes, la escasez de recursos e instituciones, etc.).
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