Mi padre es alcohólico !!!Bufff!!!
Probablemente los hijos de alcohólicos son los grandes olvidados de este problema, la sensación de deterioro físico de la persona, de discusiones conyugales, de problemas económicos o incluso legales, han relegando a un segundo plano a las otras “victimas” del alcohol, lo hijos.
Siempre recordaré una de las primeras jornadas que organizó el grupo de alcohólicos rehabilitados, una jornada dirigida a jóvenes, a los que muchas veces demonizamos por sus consumos, pues bien en una de las mesas se habló del tema de los roles familiares y de lo que sentían los chavales que tenía un progenitor con problema de alcohol. Uno de los jóvenes asistentes refirió los abusos de alcohol de su padre, llegando a aseverar: Yo no tengo un padre, tengo un macetero en casa.
Este símil me hizo pensar en la situación que se genera en una familia cuando el progenitor es un mero objeto decorativo, que está allí, pero que no se comunica con nadie, que no pregunta, que no se preocupa y me vino a la cabeza el símil que utiliza el programa ALFIL (programa de detección precoz y ayuda a los hijos de alcohólicos, publicado hace años por SOCIDROGALCOHOL. En ese caso el símil es el de “An elephant in the living room” (un elefante en el salón). Imagínense tamaño animal en medio de la sala de estar, interfiriendo absolutamente la comunicación familiar, impidiendo cualquier tipo de actividad y provocando una sensación de inmovilismo e impotencia.
Esta misma semana pude atender a uno de estos jóvenes que me refería que se escondía debajo de la mesa cuando su padre llagaba en malas condiciones a casa y como al final ha terminado con fracaso escolar y con consumos de porros.
Si además sumamos la ya demostrada carga genética que aporta este tipo de conducta no es raro ver nuevos alcohólico que son hijos de alcohólicos, claro con un entorno favorecedor del consumo y permisivo de ciertas conductas, de hecho muchos de mis pacientes cuando se recuperan echan de menos la falta de normas o reglas en sus propias familias cuando eran niños. Y si tener un padre y una madre que se preocupen, pregunten, pongan horarios y exijan un mínimo, puede ser un factor protector.
La falta en muchas ocasiones de el equilibrio emocional, hará que estos niños, sufran situaciones de desamor que les pueden marcar durante toda la vida, llegando incluso a rechazar esa figura paterna o materna y mostrando conductas de apatía o de rebeldía, con pesadillas, tristeza y aislamiento emocional.
Incluso en ocasiones cayendo en el consumo del alcohol u otras drogas y es que en ocasiones se termina haciendo aquello miso que se rechaza, y además con la idea de que “a mi no me va a pasar igual que a mi padre”.
También es verdad que con hijos que tienen cierta madurez personal independientemente de la edad biológica hemos podido apreciar la fortaleza del ser humano y como se han entregado en la lucha de recuperar a sus padres, aunque en ciertas edades esto puede comportar un fuerte desgaste personal. Si al final el o los progenitores (porque a veces son ambos) logran ponerse en tratamiento y rehabilitarse la dinámica familiar puede recuperarse, en caso contrario el hijo en muchas ocasiones termina abandonando el hogar para poder seguir adelante o incluso abandonándose él mismo.
Los hijos con cierta madurez a veces se entregan en la recuperación de sus padres
Los hijos con cierta madurez a veces se entregan en la recuperación de sus padres
Pero siempre vamos a procurar que la situación no se desborde y hay marcadores indirectos que se pueden controlar para evitar consecuencias, desde la conducta escolar, la relación con amigos o familia y la falta de disfrute de cosas cotidianas, hasta el absentismo, el consumo incipiente de sustancias o pequeñas faltas o hurtos deben de alarmar al entorno y hay que actuar con rapidez y cautela.
Hablando con estos jóvenes podremos averiguar, a nivel de personas de referencias, maestros u otros familiares o con la intervención de profesionales, el origen del malestar, cuidar al niño, reconducir el tema e intentar actuar sobre el origen del problema, el progenitor que tiene problemas con la bebida.
A través de Servicios sociales, Unidades de salud mental infantil, el psicólogo escolar o de profesionales especializados se pueden realizar atenciones o programas preventivo / terapéuticos como el mencionado ALFIL, que proporcionará la adecuada respuesta en cada caso.
Sabemos que la información con respecto a la enfermedad adictiva, el contar con personas de confianza que expresen empatia y que sepan escuchar, va a permitir evitar que la vida de esta “personita” se convierta en un verdadero desastre. Porque, que triste es oír de estos chicos o chicas, aquello de que “es como si no tuviera padre”, nunca me ha querido, no le importan las notas ni con quien voy, ni a que hora llego a casa.
Aprendamos a entender y a ayudar entre todos.
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