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Las mujeres tardan cuatro años más en pedir tratamiento que los hombres

4 días ago186 views0

El estigma que sufren las mujeres con adicción hace que escondan más su enfermedad, que consuman en secreto y solas y, que por lo tanto, se agrave más el cuadro adictivo y lleguen con un mayor deterioro psicológico, físico y social. Las mujeres tardan cuatro años más en pedir ayuda y acceder a tratamiento, lo asegura Vicent Palomares, Director de la Comunidad Terapéutica Balsa Blanca, la única de mujeres en toda la Comunidad Valenciana y de las pocas de todo el territorio español.

Las mujeres son más vulnerables a las sustancias (a nivel biológico) y su sentimiento de culpa y vergüenza es diferente al de los hombres. Los roles de género que se les impone socialmente hacen que sufran más castigo y rechazo social cuando tienen una adicción, que en el caso de los hombres. «Son más vulnerables», asegura Palomares, «soportan más estigmas».

Los programas actuales de tratamiento no responden a las necesidades reales de las mujeres. A las mujeres les preocupa el bienestar de sus hijos y sus familias, y para empezar hay muy pocas plazas (en Balsa Blanca solo hay 2 para bebés de 0 a 3 años) dirigidas a menores de edad, para que las mujeres puedan realizar sus tratamientos sin alejarse de sus hijos e hijas. Muchas no quieren abandonar a sus descendientes y evitan el ingreso. Según el Director de Balsa Blanca, esto y las retiradas de las custodias, son vista por las mujeres como un castigo e interpretan que lo que les ha pasado, lo merecían.
Palomares también hizo referencia, dentro de las Jornadas Estigma y Mujer organizadas desde la Unidad de Prevención Comunitaria en Conductas Adictivas de Orihuela, al papel de las parejas de las mujeres que acceden a tratamiento: «No solo tienen un historial de relaciones de pareja conflictivas, sino que además la pareja es lo central para ellas y suelen tener parejas también consumidoras», explica. Son relaciones que suelen estar íntimamente relacionadas con la violencia: «El maltrato predispone a la adicción de la víctima y si la adicción ha estado antes de la pareja, se utiliza como excusa de la violencia ejercida». Es por esto que muchas mujeres ‘se refugian’ en las adicciones, en la automedicación o en las conductas autolesivas o intentos de suicidio.

Según el profesional se necesita una mayor coordinación de los recursos y una formación de los profesionales en las redes de violencia de género, red de adicciones, etc. Los servicios sanitarios y recursos en general, deben no solo responder a sus necesidades, sino que en ellos, deben sentirse seguras, connectadas con la persona profesional que las acompaña y sobretodo, deben sentirse empoderadas: «La sustancia no es el problema, sino una parte del problema. Deben aprender a generar relaciones igualitarias, especialmente con las parejas», explica Palomares.

Balsa Blanca atiende principalmente a mujeres que presentan adicción al alcohol y la cocaína y suelen presentar también algún trastorno mental comórbido (trastornos límite de la personalidad, trastornos de personalidad, trastornos de estrés postraumático, etc.), aunque no siempre.
«Son supervivientes de muchas situaciones. Han gestionado y tolerado muchas frustración y tienen la autoestima en negativo, fragilidad emocional, dependencia emocional, ansiedad, sentimiento de culpabilidad y déficit en habilidades sociales; pero también son expertar en ayudar a los demás», concluye.

Por cada 1€ invertido en una comunidad terapéutica, hay 10€ de ahorro en la salud pública en la misma paciente, argumenta el Director de Balsa Blanca. Una cama de hospital vale cinco veces más que una cama en un a comunidad terapéutica.

La realidad es que hay una carencia de recursos de atención ambulatoria para ellas, una separación del entorno y de lo hijos inecesaria en muchas ocasiones, falta de protocolos de coordinación de servicios y una doble victimización: Se quita la custodia de los hijos a ellas que estan en tratamiento y no al padre que está en consumo.