La historia de un genio de la música frente al dolor adictivo. Eric Clapton
Eric Clapton era un héroe de la guitarra cuando tenía 20 años y vio como Londres se llenaba de pintadas que proclamaba «Clapton is God». Todo su talento musical no se vio eclipsado por sus múltiples adicciones pero su vida personal sí tocó fondo en varias ocasiones. Este otoño se cumplen 25 años desde que Eric Clapton tomó su última copa.
«En el otoño de 1987 volví a llegar a la conclusión de que no podía vivir sin la bebida ni tampoco con ella», recuerda el músico en Clapton , su autobiografía.
Por segunda vez ingresaría en una clínica de desintoxicación envuelto en temblores y asustado por la dirección que había tomado su vida. Clapton era ingobernable, tenía dos hijos a los que no veía, sus actuaciones eran meros trámites, su matrimonio se había roto definitivamente y solamente tenía algunas novias tan desequilibradas y peligrosas como él. Durante aquella recuperación el músico tocó fondo y una noche, en su cuarto, cayó al suelo de rodillas y entre llantos pidió a Dios que le ayudase, que no le abandonase. Algo cambió.
Desde que Eric Clapton se hizo un nombre en la escena musical inglesa de comienzos de los años sesenta, su vida había sido un descontrol. «Apenas había estado un par de días sobrio en aquellos años». Clapton había pasado por varias bandas, había conocido a todos los músicos de su generación y era considerado un maestro del blues y de la guitarra. Al margen de la música, su vida valía poco. Estuvo enganchado durante años a la heroína, a relaciones nocivas y al alcohol, una combinación que estaba acabando con su vida.
Cuando salió de aquella crisis el guitarrista se abrazó a la música y comenzaría una de sus tradiciones favoritas, tocar varias noches seguidas en el distinguido Royal Albert Hall de Londres, aquel año lo haría seis noches, en 1991 llegaría a dar 24 actuaciones seguidas. «Durante esos primeros años de sobriedad, pasé mis mejores momentos en compañía de mi hijo y su madre», recuerda el guitarrista.
Aunque la vida seguía poniendo a prueba a Eric. En 1990, su amigo Steve Ray fallecía en un accidente de helicóptero cuando giraban juntos y poco después se embarcaba en una tormentosa relación con Carla Bruni que terminó cuando la modelo le abandonó por Mick Jagger. El giro de guion más oscuro llegaría con la muerte de su hijo Conor tras caerse por la ventana de un piso 49 en Nueva York. Aquello puso al músico contra las cuerdas de sus adicciones. «En aquel momento perdí la fe, y lo que me salvó la vida fue el amor incondicional y la comprensión que recibí de amigos y compañeros del programa doce pasos», confesaría en su libro.
TRAS la muerte de su hijo:
El músico se refugió en aquellos que luchaban sus mismas batallas, presidió algunas reuniones y se apoyó en ellos. Un día una mujer se le acercó y le dijo que le había quitado la última razón para beber, que pensaba que si algún día les pasaba algo a sus hijos volvería a beber. Clapton había encontrado la manera de convertir una tragedia en algo positivo. «En ese momento me di cuenta de que no había mejor modo de honrar la memoria de mi hijo». La música volvió a convertirse en la tabla de salvación del guitarrista que aceptó grabar una actuación en acústico para la MTV donde presentaría Tears in heaven, la canción que había compuesto a su hijo. El programa fue un éxito y el disco que se editó después sería el álbum más vendido de su carrera. «Creo que la gente quería mostrarme su apoyo y los que no supieron cómo hacerlo compraron el disco». El siguiente paso de Clapton, tras dejar la heroína y el alcohol, fue dejar el tabaco. Llevaba treinta años fumando entre dos y tres paquetes al día. Siguió yendo a terapia y abrió en el Caribe un centro de desintoxicación que se llevó buena parte de sus ahorros, después de intentar autodestruirse y de superarlo había llegado la hora de ayudar a otros.
Tras varias relaciones inestables y de varios álbumes más de éxito, Clapton encontró la estabilidad con Melia, una chica bastante más joven que él que trabajaba en Armani. En el año 2000, la pareja se quedó embarazada, Clapton tenía 55 años y se encontraba en el mejor momento personal de su vida, en 2003 nacería la segunda hija de la pareja y en 2005, la tercera. Tras conseguir pasar veinte años sobrio, el músico completó sus memorias en 2007. En ellas, además de arrojar luz sobre sus momentos más oscuros y sobre sus grandes errores, recuerda la importancia de mantenerse alejado de la bebida a pesar de los años. «Si no fuera alcohólico diría que mi familia es la gran prioridad de mi vida. Pero eso es imposible porque sé que lo perdería todo de no colocar la abstinencia en lo alto de la lista».
Eric Clapton está sordo, con la espalda reventada y tiene problemas de salud. Vive una vida tranquila con la familia, pasa los veranos navegando por el Mediterráneo y mantiene sus tradiciones de tocar en el Albert Hall de Londres, en el Budokan de Tokio y de girar una vez al año por Sudamérica. Su vida, alejada de los vicios, rebosa de felicidad.
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