El Chemsex: Encuentros sexuales y consumo de drogas
En el Génesis (el primer libro del Torá, el libro judío conocido por los cristianos como el Antiguo Testamento) aparecía la mandrágora. La mandrágora es una planta que se extendió por Europa por su uso medicinal. En la biblia, Raquel, mujer de Jacob, le pide a Lea las mandrágoras que cultiva su hijo a cambio de que pueda pasar una noche con su marido Jacob. La creencia es que esta planta le iba a ayudar a concebir. Esta raíz también fue usada para realizar actos crueles por parte de muchos asesinos. Sin embargo, la mandrágora es una planta altamente tóxica, que puede incluso provocar la muerte de todo aquel que ingiere sus raíces. La composición química de la mandrágora contiene alcaloides como la escopolamina, por ejemplo. De hecho, el uso medicinal que se hizo de ella era a causa de que su composición permitía usarla como un potente anestésico que mermaba los impulsos nerviosos. Si su dosis no se controlaba, se podía incluso llegar al coma. Raquel usó en la biblia esta planta antes de practicar el acto sexual, aunque en este caso no se buscaba alargar el placer, sino concebir un hijo.
Mucho antes en Grecia y Roma ya se utilizaban alcohol u otras drogas antes de practicar sexo. Esto ha sido así prácticamente desde los inicios de la humanidad. “Lo que parece que ha cambiado en los últimos años son las sustancias consumidas y el contexto en el que se utilizan. De esta forma, el término está fuertemente relacionado con el concepto ‘sesión’ que se utiliza para referirse a un evento de larga duración en el que habitualmente se consumen drogas en un contexto sexual con varias personas, ya sea de manera simultánea o secuencial. Mientras una orgía no implica necesariamente el consumo de drogas, la idea de ‘sesión’ acentúa la prolongación de las relaciones sexuales en el tiempo mediante el uso de determinadas sustancias”, se argumenta en la página web de la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales (FELGTB).
Para denominar esta práctica se acuña el término Chemsex. La palabra chemsex proviene del anglicismo chem (químicos o drogas) y sex (sexo), por lo que, efectivamente, la definición estricta se podría referir al uso de drogas y alcohol en relación con el sexo. Pero este término hace referencia a algo mucho más concreto según explica Helen Dolengevich, psiquiatra responsable del programa de Patología Dual del Hospital Universitario Henares, quien se encuentra desde hace unos meses trabajando con la ONG ApoyoPositivo, en un programa dirigido a usuarios del Chemsex: “El término actualmente se ha acuñado para definir una práctica más concreta: el uso de sustancias psicoactivas, típicamente nuevas (mefedrona, GHB, metanfetamina, ketamina) con la intención de tener sexo por varias horas (larga duración) y en ocasiones con múltiples parejas, por hombres que tienen sexo con hombres (HSH)”. Aunque se trata de un fenómeno que se ha popularizado entre los hombres gais también puede darse en otros grupos de población.
La satisfacción sexual y el placer se producen por la segregación de dopamina, un neurotransmisor que se produce en muchas partes del sistema nervioso central. “Si se juntan dos cosas que producen mucho placer, como en este caso el acto sexual y el consumo de drogas, esa dopamina se incrementa todavía más, produciendo las sensaciones placenteras que se buscan”, explica Pablo Vallejo, director del SexLab de la Universidad Konrad Lorenz de Colombia, y añade: “Cada droga tiene su uso en la sexualidad en función del problema o de lo que se pretenda conseguir. Por ejemplo, si hay eyaculación precoz se consume alcohol. En el chemsex se consume metanfetamina, por ejemplo, para alargar el acto sexual durante horas; en este caso el objetivo no es llegar al orgasmo”.
Una diferencia fundamental en este fenómeno, es que las sustancias utilizadas son particularmente desinhibidoras y potenciadoras de la respuesta sexual y su uso está destinado específicamente a las relaciones sexuales, matiza Dolengevich.
El fenómeno se extiende por distintas zonas del mundo (EEUU, Australia) y por gran parte de Europa, aunque si nos focalizamos en la práctica que se realiza en España, la aparición de algunas drogas psicoactivas como la mefedrona o la tina han tenido un gran impacto en algunas de las características que definen al Chemsex. La mefedrona comienza a conocerse y a ser accesible en el 2011, y la tina en 2014. Las drogas que se utilizan en el chemsex son aquellas cuyos efectos son estimulantes y euforizantes porque el objetivo que se persigue es exacerbar la líbido y potenciar las sensaciones sexuales.
Sara Collado, responsable del Área de Salud Sexual y Prevención del VIH e ITS de FELGTB asegura que no se puede hablar de prevalencia propiamente dicha: “Aún no se ha hecho ningún estudio poblacional con una muestra lo suficientemente amplia que muestre como está de extendido este fenómeno entre la población Gai y Bisexual. Hay indicios que muestran que el fenómeno se ha extendido en los últimos dos años pero no hay una medida. El único estudio que tenemos en España es el que se ha hecho desde unidades hospitalarias con gais con VIH que es una población muy concreta pero no representativa de la población de hombres gais y bisexuales”. Desde diversas ONGs del colectivo LGTBI (Imagina Más, Apoyo Positivo, otras) están realizando varias encuestas también, más generales y no solo en pacientes VIH+, para poder conocer la magnitud del fenómeno y sus repercusiones. Y Helen Dolengevich está realizando junto con otros compañeros (Pablo Ryan y Alicia Gonzalez-Baeza) un estudio que se llama U-SEX study, que está evaluando la magnitud del fenómeno en pacientes VIH+, HSH, que acuden a las consultas de infecciosas en 22 hospitales de Madrid.
SUSTANCIAS Y RIESGOS
Cuando se practica sexo bajo la influencia de sustancias psicoactivas desinhibidoras y estimulantes, la percepción de riesgo disminuye y se realizan prácticas que en estando sobrios no se harían. “Diversos estudios han reflejado que la práctica de chemsex favorece mayor probabilidad de no utilizar preservativo, lo que facilita la transmisión de VIH, además de otras enfermedades de transmisión sexual (ETS) como sífilis, clamidia o hepatitis C. Esta práctica facilita el sexo con múltiples parejas y durante periodos prolongados de tiempo, lo que puede provocar lesiones en mucosas o en piel del pene”, explica la psiquiatra del Hospital de Henares. “Además, también facilita prácticas más agresivas, como el fisting. Por otro lado, el uso intravenoso de drogas en relación con el sexo (slamming o slamsex) conlleva riesgos propios de la inyección, como mayor transmisión de virus sanguíneos (VIH, hepatitis) por compartir jeringuillas, parafernalia de inyección o incluso la reutilización de las propias jeringuillas, lo que puede provocar infecciones venosas locales. Por otro lado, desde la salud mental, las drogas que se utilizan tienen un alto potencial adictivo y riesgo de trastornos mentales en su utilización en altas dosis, como episodios psicóticos o ideas de suicidio. La combinación de varias drogas por sesión es lo habitual y esto supone mayor probabilidad de intoxicaciones con efectos secundarios graves, como sobredosis, pérdidas del estado de conciencia, problemas cardiacos, etc.”
A nivel de impacto en la vida sexual los riesgos pueden ser: Riesgo de adquirir una enfermedad de transmisión sexual, pérdida de interés por las prácticas sexuales en las que no se utilicen sustancias y abusos sexuales o violaciones.
El impacto derivado del consumo de drogas puede conllevar a un consumo diario con graves consecuencias para la salud, riesgo de muerte por sobredosis, efectos secundarios graves del sistema cognitivo y las conexiones cerebrales, así como el desarrollo de trastornos adictivos crónicos.
Mientras que las consecuencias en la vida social tienen que ver con problemas en la economía personal, pérdida de empleo, rendimiento académico reducido, abandono o reducción drástica de otras formas de ocio, problemas legales y estigmatización.
Las sustancias que más se utilizan en las sesiones Chemsex en España son:
- La mefedrona (“mefe”): Una catinona sintética, de efecto estimulante como el de la cocaína y tiene también un efecto entactógeno (de cercanía con el otro) como el del MDMA. Incrementa el deseo sexual y la energía
- La metanfetamina (“Tina”): Un potente estimulante que también incrementa el deseo y el placer sexual, además de generar una sensación de bienestar e incremento de autoestima
- La mefedrona y la metanfetamina se suele combinar con el GHB: Un hidroxibutirato, también conocido como éxtasis líquido o “G”, que es un potente desinhibidor, provoca euforia, incremento del deseo y del placer sexual, además de tener cierta capacidad anestésica
- La ketamina: es un anestésico disociativo, que también desinhibe en bajas dosis.
- La cocaína es ampliamente utilizada también en estas sesiones
- Además de los poppers y medicamentos para la disfunción eréctil, como la viagra
Estas sustancias se redosifican varias veces durante una sesión que se puede alargar varias horas o días, lo que incrementa la probabilidad de relaciones sexuales de riesgo (sin preservativo, varias parejas) y sobredosis o efectos secundarios de las interacciones de las drogas. “Por ejemplo, el GHB se acumula a medida que se toma y llega un momento en que las personas pierden el nivel de conciencia, pudiendo incluso entrar en coma”, ejemplifica Dolengevich.
Desde la FELGTB existe cierta preocupación, por el riesgo para la salud que puede ocasionar a las personas su participación en estas sesiones a veces maratonianas, con consumos de diferentes sustancias, donde puede haber pérdida de control. Po eso se está dando formación a profesionales de ONG y sanitarios y se está realizando una investigación cualitativa para entender mejor lo que se esconde detrás de este fenómeno y los discursos de las personas que lo practican. También lanzaron hace casi un año la campaña #SafeChemSex.
Algunas recomendaciones para reducir daños:
Los motivos de la realización de esta práctica son diversos y depende de cada persona. En ocasiones se busca la liberación sexual (superando los problemas de intimidad), superar el miedo al rechazo y a la vergüenza, hacer frente al estigma generado por sufrir una enfermedad como puede ser el VIH, el intento de confrontar problemas del pasado, la búsqueda de las prácticas sexuales más satisfactorias, entre otras.
Según el artículo ‘Sesión de sexo, morbo y vicio: una aproximación holística para entender la aparición del fenómeno Chemsex entre hombre gais, bisexuales y otros hombres que tienen sexo con hombres en España’, publicado en abril del 2016 en la Revista Multidisciplinar del SIDA, en España existe un gran vacío a nivel preventivo sobre el consumo de drogas dirigido a población LGTB. Según el mismo, los hombres que practican Chemsex y tienen preocupaciones sobre su consumo, no suelen acudir a la red de atención a drogodependencias, precisamente porque éstos no responden al perfil clásico del consumidor de cocaína u opiáceos.
“Más que prevenir la práctica, pensamos que hay que buscar realizarla de manera responsable. Esto supone, conocer los efectos de las sustancias, las dosis recomendadas, las interacciones entre sustancias y medicamentos que se toman para evitar interacciones o sobredosis. Lo mismo que hemos comentado previamente. Sobre todo, fomentar una toma de decisiones informada y racional”, argumenta la colaboradora de Apoyo Positivo.
No sabemos si Raquel, con la que empezábamos el relato en este reportaje, conocía los riesgos que tenía el consumo de la mandrágora. La información de los riesgos y de cómo poder reducir daños es clave para que, si se decide por la experimentación, las consecuencias no acaben por ser fatales.
Si necesita más información sobre este tema:
- Escuche la entrevista a Helen Dolengevich realizada para el programa Consentido en Radio UMH:
- Visite la web de Apoyo Positivo.
- Visite la web de Energy Control.
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