Fernando Pessoa
El mundo es para quien nace para conquistarlo y no para quien sueña que puede conquistarlo, aunque tenga razón. He soñado más que lo que hizo Napoleón. He estrechado contra el pecho hipotético más humanidades que Cristo, he pensado en secreto filosofías que ningún Kant ha escrito. Pero soy, y quizá lo sea siempre, el de la buhardilla, aunque no viva en ella; seré siempre el que no ha nacido para eso; seré siempre el que tenía condiciones; seré siempre el que esperó que le abriesen la puerta al pie de una pared sin puerta y cantó la canción del Infinito en un gallinero, y oyó la voz de Dios en un pozo tapado. ¿Creer en mí? No, ni en nada.
Tabaquería. Fernando Pessoa
“Pessoa, Fernando (1888-1935). Poeta portugués, n. y m. en Lisboa. Trasladado de niño a Durban (África del Sur), hizo estudios de derecho en Ciudad del Cabo, y en 1905 regresó a Portugal. Escribió en inglés y en portugués, utilizando para firmar sus poemas los heterónimos de Alberto Caeiro, cuya personalidad correspondería a la de un filósofo antimetafísico; el de Ricardo Reis, que aparecía como horaciano; y, finalmente, el de Álvaro de Campos, que escondía a un lírico futurista, seguidor de Marinetti y Whitman. En vida publicó un solo libro, Mensagem (1934); el resto de su obra, una poesía hermética, cuidada y elegante, apareció dispersa en revistas y publicaciones periódicas”.
Ésta es la biografía que podemos hallar en una enciclopedia cualquiera sobre el poeta Fernando Pessoa. En tan pocas palabras quedan resumidos 47 años de sueños, de sufrimientos, de pesares, de tristezas y de alegrías. Así se resume la existencia del que ha sido considerado por algunos como el “padre de las letras portuguesas” o el “fundador de la modernidad de la poesía en el siglo XX” cuya obra fue declarada por el Estado portugués patrimonio cultural (al cumplirse el centenario del nacimiento del escritor sus restos fueron trasladados al monasterio de los Jerónimos, donde reposan los restos de los fundadores de Portugal, Vasco de Gama y Luís de Camóes). La primera biografía parece un tanto escueta para el genio Pessoa, pero los títulos que le han endilgado los otros parecen demasiado rimbombantes para él. Y es que con Pessoa nunca se sabe: durante toda su vida huyó de la fama e incluso puede que de la vida y, al hablar de él, no se sabe si se le está traicionando o si se le rinde el justo homenaje que siempre se mereció.
Pessoa perdió a su padre a los cinco años. Su madre se casó en segundas nupcias con un cónsul destinado en Durban (Sudáfrica) y allí el niño Pessoa aprendió inglés, lengua en la que escribiría gran parte de su obra. Y así fue como aprendió a ser un extranjero, un extraño extranjero, como lo llamó uno de sus biógrafos. Pessoa, marcado por la muerte del padre y la de un par de hermanos, se marchó a Portugal en 1905 para instalarse en la casa de su abuela Dionísia. Ésta padecía una enfermedad por la que sufría ataques cíclicos violentos. El futuro poeta presenció algunos de ellos y le marcaron hondamente. A partir de entonces se mostraría preocupado por padecer la misma enfermedad que su abuela. A lo largo de su vida, el poeta padecería lo que él mismo denominaba “ondas negras”, es decir, depresiones profundas. Asimismo, en una carta a Adolfo Casais Monteiro, Pessoa se definió a sí mismo como un histérico-neurasténico (el escritor, desde 1906 se había interesado por el estudio de la psicopatología). Y el alcohol sería una constante a lo largo de toda su vida.
Y ahí nos encontramos al Pessoa adulto, traductor de correspondencia comercial. Le ofrecieron otros puestos de trabajo con mejor sueldo, pero los rechazó todos por no querer asumir mayores compromisos profesionales. Pero ése es el Pessoa de día. Por la noche, se ilumina. Como él mismo escribe: “¡La gloria nocturna de ser grande no siendo nada!”. Y se cuenta la vida en sus escritos, como si fuera uno de esos personajes de Cortazar: “Absurdo que ahora quiera contar algo que no fui capaz de conocer bien mientras estaba sucediendo, como en una parodia de Proust pretendo entrar en el recuerdo como no entré en la vida para al fin vivirla de veras”. Y es que Pessoa se refugia en la literatura. Como escribió su primer biógrafo, Gaspar Simóes, el poeta utilizó la literatura como una suerte de anteojos: con ella, la realidad quedaba a la distancia correcta. Llena su soledad de voces creando múltiples heterónimos, cada uno con su personalidad y su estilo de escritura diferentes.
Como escribe Manuel Moya en el prólogo de El libro del desasosiego: “El
tiempo que le tocó vivir [a Pessoa] (1888-1935) es sin duda convulso, cuajado de incertidumbres políticas, revelaciones artísticas, científicas y técnicas… y desasosiego, mucho desasosiego humano […] al hombre contemporáneo, libre de supersticiones metafísicas pero inmerso en nuevas supersticiones sociales, responsable de su propia existencia, no le quedan más opciones que o comprometerse consigo mismo, abdicando de toda componenda social, o buscar el amparo de la alienación, haciendo dejación de su propio individualismo, camuflándose en el entramado colectivo. Fernando Pessoa […] opta radicalmente por la primera salida, exacerbando su individualismo, aislándose, enajenándose del devenir común y, lo que es mucho más original y sorprendente, formalizando su propia ‘sociedad’, en la que las voces (su propia voz escindida) se superponen, dialogan entre sí, se transforman, sembrando y habitando su propio laberinto, su personalísimo bosque de la enajenación”.
Puede que también usara el alcohol como anteojos ante la vida, aunque ésta es una parte de su existencia todavía más secreta. Solo bebía en privado o en compañía de amigos que no pertenecían a su círculo profesional o intelectual. Finalmente, murió por una enfermedad hepática. Como apunta Miguel Ángel Flores, existen dos hipótesis sobre la dolencia de Pessoa. La primera de ellas, explicada por Simóes, considera que la enfermedad fue causada por la ingesta abusiva del alcohol durante su vida. No obstante, otro de sus biógrafos, Robert Brechon se hizo eco de la hipótesis presentada por el especialista en gatroenterología Ireneu Cruz, que considera que la muerte del poeta se produjo por culpa de la hepatitis que éste sufrió de pequeño: aparentemente se curó de la enfermedad pero, en realidad, el virus estuvo latente durante 30 años hasta que finalmente se manifestó la enfermedad.
“Mi alma se partió como una vasija vacía […] / Soy un esparcimiento de añicos”. Fernando Pessoa.
Fuentes: http://books.google.es/books?hl=es&lr=&id=zSo3STliMUsC&oi=fnd&pg=PA7&dq=fernando+pessoa&ots=5ixJ_LREU8&sig=s-uOV_R8jwAFHjvWU-e7jyqhSOM#v=onepage&q=fernando%20pessoa&f=false http://www.escritores.org/biografias/263-fernando-pessoa http://www.epdlp.com/escritor.php?id=2139 http://www.acantilado.es/cont/catalogo/docsPot/Extracto_Escritos_sobre_genio_y_locura.pdf http://www.elmanifiesto.com/articulos.asp?idarticulo=3680 http://www.difusioncultural.uam.mx/casadeltiempo/89_jun_2006/casa_del_tiempo_num89_26_29.pdf http://eljuegodelamentira.blogspot.com.es/2013/11/blog-post.html Nueva Enciclopedia Durvan (2001). Bilbao: Durvan, S. A. de Ediciones
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