Prevención en adicciones: La (des)información en el aula
Las drogas son un peligro. Una afirmación compartida por la mayoría de los ciudadanos, pero, dónde radica su peligro, su virulencia, su amenaza… Una afirmación y una serie de preguntas que fácilmente nosotros, adultos, podemos hacernos pero; ¿Y los más jóvenes?
Bombardeados desde el inicio de su consciencia por noticias acerca de sus peligros, de sus variopintos nombres, de las leyes en su contra y, por otro lado, aprehendedores de forma inconsciente de su uso recreativo, de sus “ventajas” (que para nada lo son) en la recreación personal. Llega a ser hiriente contemplar cómo los más jóvenes contemplan cómo nos esforzamos por erradicarlas mientras desconocen sus efectos, sus peligros, los enormes daños que producen tanto a nivel personal (fisiológicos y relacionales) y social. Como hay una inmensa mayoría de ellos que opina que “no son buenas” mientras continúan la frase con un “pero de vez en cuando…”. ¿Cómo puede darse, a día de hoy y en nuestra sociedad una contradicción semejante?
La desinformación. La falta de acceso al conocimiento sobre estas sustancias es el factor clave.
Desde las Naciones Unidas ya se refieren a este tema en un escrito de 2002: La finalidad de la escuela no es luchar y corregir todos los males sociales: su finalidad es corregir uno sólo, que es el mal de la ignorancia. (…) Las escuelas, evidentemente, pueden influir (…) La forma de hacerlo consiste en desarrollar conocimientos y aptitudes y en cultivar los valores de sus estudiantes. Lo cierto es que las escuelas no tienen autoridad para conseguir que se deje de fumar o de beber (…).Eso sí, tienen autoridad para mejorar los conocimientos y las aptitudes de los estudiantes y para fomentar el desarrollo de valores defendibles (Wilson, 2002).
Así pues, si desde hace 15 años y por medio de organismos con este renombre ya se llama a la acción, ¿Qué está ocurriendo?. Más bien, ¿Qué no está ocurriendo?
Nuestros alumnos, nuestros menores escolarizados y en edad más vulnerable apenas reciben educación en este aspecto, siendo mucho más sencillo encontrar voces en pos de la información en prensa “Menos anuncios y más escuela para salir del botellón” (Antonia Laborde, El País, 27/12/2016) que encontrar planes de estudios en los que la prevención por medio de la información ocupe más de dos líneas y que estas únicamente se refieran al contactar con un especialista que de una charla de 50’ por aula.
La prevención, la información en pos del conocimiento, ha de venir de más de 50’ de charla púramente ejemplificadora y llena de datos escuetos y fuera de contexto. Ha de ser integral, adaptada al nivel educativo y sociocultural del centro y sus alumnos y, sobre todo, ha de ser significativa, ha de tener impacto. ¿Pero dónde encajamos esta educación en nuestro actual sistema escolar? Eso, desgraciadamente es otra gran pregunta, pero la realidad es que no estamos haciendo lo suficiente por proteger a aquellos que más dependen de nosotros, de una realidad tan peligrosa y, en contra de lo que pueda parecer, desconocida.
Miguel Martinez Notivol
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