Perfil de la persona adicta al móvil: un joven de entre 15 a 25 años que realiza 50 llamadas telefónicas y envía más de 400 whatsapp diariamente
El Centro Específico para el Tratamiento y Rehabilitación de Adicciones Sociales (CETRAS) a través de su Grupo Mixto, ha hecho una evaluación de la actual situación de la adicción a la tecnología, en concreto se ha centrado en el teléfono móvil.
El actual perfil de adicto es un joven de entre 15 a 25 años que puede llegar a estar conectado entre 15 y 22 horas en un solo día, que tiene una relación permanente de contacto con el móvil. Diariamente realiza más de 50 llamadas telefónicas, envía más de 400 mensajes de whatsapp día y recibe más de 800.
Son personas que sacrifican sus intereses personales como dormir, comer, relacionarse en beneficio del interés del móvil –batería, saldo, cobertura, ofertas-. Algunos de los pacientes han llegado a tener hasta trece móviles a la vez.
Las consecuencias de esta adicción son evidentes cuando el nivel de dependencia es máximo. Además de un empobrecimiento económico, se producen alteraciones de su humor y carácter, volviéndose taciturnos, irritables, desconsiderados, mentirosos y cínicos. Físicamente también se dan cambios como inapetencia, insomnio, exclusión de las comidas y cefaleas.
“Hay casos en los que se ha gastado más de 6.000 euros en el último año – nuevos terminales, recargas de dinero, pago de facturas, abuso de datos-“apunta el fundador y director técnico de CETRAS, Blas Bombín.
Según Bombín, cada vez que un joven está “enganchado” a su teléfono crecen sus niveles de dopamina y de ácido gamma-aminobutírico (GABA), un neurotransmisor cuyo aumento es lo que provoca la fijación al gusto por el subidón producido, por ejemplo, por la heroína o la cocaína.
Al Grupo Mixto de Cetras llegan después de casi dos años de adicción en una situación muy precaria “debido a que el uso del teléfono móvil con el tiempo va generando una pérdida de la libertad y consecuencias clínicas importantes” señala el fundador y director técnico de CETRAS.
En la actualidad este tipo de conductas adictivas sin sustancia, al igual que la ludopatía, son agrupadas en el concepto de trastornos por déficit de control de los impulsos. No se contemplan en el Manual de Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales ni en la Clasificación Internacional de Enfermedades de la OMS.
EVOLUCIÓN Y FASES
En esta adicción existen dos etapas evolutivas bien diferenciadas. Una primera -egosintónica – en la que el individuo se siente identificado confortablemente con su conducta adictiva, “de la que sólo percibe el beneficio y en la que se acomoda sin que tener intención de tratamiento” comenta Blas Bombín.
Y una segunda –egodistónica- en la que por el avance evolutivo de la adicción y la consiguiente aparición de consecuencias clínicas, el sujeto comienza a percibir el perjuicio a que le conduce la práctica adictiva. “Esta situación induce a la persona a hacerse propósitos de autocorrección de la conducta adictiva y a admitir las sugerencias o presiones del entorno familiar para someterse a un tratamiento de rehabilitación” subraya el fundador y director técnico de CETRAS.
En cuanto a la conducta adictiva propiamente dicha es fácil distinguir dos fases, una apetitiva, inmediatamente previa a la acción, “en la que los adictos mantienen el móvil a punto -batería, cobertura y saldo-, así como cuentan con la última tecnología en modelos, y a la red de compañeros de comunicación, que ansían ampliar de forma insaciable” apunta Blas Bombín.
La otra fase es la ejecutiva, que representa la acción adictiva propiamente dicha y produce gran sensación de placer, pero aísla socialmente a la persona. Incluso para conseguir un mayor grado de privacidad se colocan auriculares.
RRSS, COMPRAS ONLINE, VIDEOJUEGOS
Hoy el teléfono móvil se ha convertido en un instrumento de uso corriente, poseído y manejado por todos, tanto para la vida de relación como para el ámbito del trabajo.
Según un informe de la consultora de estrategia digital Ditrendia sobre los hábitos de consumo de móvil en España en 2018, el móvil es el dispositivo más utilizado para acceder a internet, usado ya por el 97% de los españoles. España se encuentra en el sexto lugar del ranking mundial, encabezado por Corea del Sur.
Uno de cada tres españoles es ‘solo móvil’. En España ya hay más usuarios móviles que de escritorio: 127%. El uso descontrolado de los móviles ha llevado a que uno de cada cuatro jóvenes revise las notificaciones de sus redes sociales en mitad de la noche, aunque el 41% de los españoles toma medidas para limitar su uso del “Smartphone”.
PREVENCIÓN
La situación actual exige implantar unas medidas de prevención que competen a las Administraciones y también a la sociedad, destinadas a todas las franjas de edades “aunque el perfil de adicto es una persona joven, también estamos recibiendo a niños y personas de edad más adulta en nuestro centro que necesitan tratamiento”, apunta Bombín.
Por tanto, las políticas de prevención han de fomentar la conciencia social sobre el riesgo de adicción que conllevan las tecnologías de consumo.
Asimismo hay que controlar la publicidad que incide sobre la población, y en especial sobre los jóvenes, incentivando el ansia por las novedades tecnológicas.
Habilitar vías legales para la autoprohibición de la misma forma que se hace con el juego de azar, facultando a los padres en caso de minoría de edad para solicitar a las compañías operadoras, con el apoyo de las asociaciones de consumidores y usuarios.
Otra recomendación, utilizar el móvil sólo por razones de necesidad profesional, escolar, familiar o social; siendo los padres, en caso de minoría de edad, los que deben establecer las normas al respecto, velar por su adecuado cumplimiento.
Y sobre todo, impulsar la comunicación interpersonal directa como alternativa natural y ventajosa de la comunicación tecnológica o virtual.
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