“Me siento culpable, bebí durante el embarazo”
Desde hace ya muchos años somos conocedores de los daños que puede ocasionar sobre el embrión, el feto o el recién nacido el consumo de alcohol que puede realizar la madre durante el embarazo: Déficit intelectual, malformaciones, una fisonomía propia del trastorno, retraso en crecimiento, en el peso, en la talla, problemas de sociabilización, etc. es decir, una discapacidad de la niña o el niño.
Lógicamente estos niños y niñas no son responsables ni culpables de las situaciones que llegan a vivir ni de los problemas psíquicos o físicos que puedan tener desde la niñez a la edad adulta.
Entonces ¿es la madre la culpable o la responsable de esta situación?
Vamos a analizarlo detenidamente.
Si hablamos de niños adoptados, lógicamente, la madre adoptiva tendrá la responsabilidad de cuidarles y educarles y estar probablemente toda la vida al lado de ellos, pero en ningún caso es la que (por su consumo) haya provocado ningún problema en este sentido. Por lo tanto, habrá que hablar exclusivamente de las madres biológicas.
Empecemos por las madres de estos niños, que después son adoptados seguramente en países occidentales o con un mayor desarrollo o capacidad económica, ¿quién podría dejar a un niño a cargo de una institución? ¿qué madre podría desentenderse de la educación y el cuidado de su propio hijo? Posiblemente una madre con muchas vulnerabilidades, con un consumo de alcohol, y/o de otras drogas, con pocas posibilidades económicas, con una estructura familiar precaria, con un ambiente social conflictivo, con una relación de pareja la mayoría de las veces tóxica, etc. Al final, entre todos estos componentes complicados de la vida de esta persona, aparece un embarazo, seguro que algunas veces no deseado o al menos no buscado.
Si nos detenemos a analizar el párrafo anterior, veremos que en la mayoría de las ocasiones la madre también es víctima de las circunstancias psicosociales en las que está viviendo, y con toda probabilidad, el poder dejar al niño la niña al cuidado de una institución contribuirá a favorecer un mejor desarrollo, cuidado y educación de del menor.
Entonces ¿culpabilizamos a la madre? Está claro que el consumo de alcohol durante el embarazo lo ha hecho ella, pero ¿en qué circunstancias se encontraba? ¿tenía conocimiento de lo que le podía pasar a su hijo? De haberlo sabido y estar en condiciones, ¿lo hubiese hecho de forma deliberada? Les puedo asegurar que no. Por lo tanto, no culpabilicemos a estas mujeres de los daños que pueden sufrir sus hijos, en todo caso procuremos cuidarlas, procuremos que no lo vuelvan a repetir, procuremos que tengan un medio de vida más sano y una educación y cuidados sociosanitarios adecuados a cualquier persona.
Vamos a ver ahora que pasa con los niños con Trastorno del Espectro Alcohólico Fetal nacidos en los países occidentales, de madres aparentemente con una vida normalizada pero que durante el embarazo han consumido bebidas alcohólicas. Se calcula que en España pueden nacer 5000 niños aproximadamente cada año con este trastorno. Y también les puedo asegurar que a ninguna madre le gustaría que su hijo tuviese ningún problema de este tipo.
Pero si hacemos caso a los estudios, alrededor del 40% de las mujeres embarazadas han consumido alcohol en algún momento de la gestación, posiblemente por pensar aquello de: ‘Por una vez no pasa nada’, ‘estamos de celebración’, ‘un día es un día’, ‘total esto yo no lo hago de forma frecuente’ y todas aquellas excusas o explicaciones que la propia sociedad y el entorno en el que se mueve la mujer son utilizadas para restarle importancia a un hecho que es más importante de lo que parece, el del consumo de alcohol durante el embarazo.
Si estamos en estas cifras, según un estudio español, no sé tampoco si podríamos culpabilizar a la mujer, ya que algunas de ellas se pueden encontrar en situaciones parecidas a las que hemos comentado para las madres de estos países de la Europa del Este, zona en la que hay más consumo de alcohol y más precariedades. Pero, otras, en cambio, son madres de un estatus social vamos a decir medio. Es decir, aparentemente, sin estas connotaciones sociales.
¿Qué ocurre pues? Que probablemente no hemos sabido transmitir la importancia de este fenómeno, no hemos sabido explicar que la única posibilidad de que no se presente un Trastorno del Espectro Alcohólico Fetal es el consumo cero de alcohol durante el embarazo. Porque sí, es un trastorno prevenible al cien por cien, si no se consume alcohol. Pero yo estoy convencido de que muchas madres esto lo desconocen. Yo estoy convencido de que la sociedad en general no tiene la información necesaria.
Por lo tanto y pensando en voz alta entre todos: ¿serían estas madres culpables de lo que les va a suceder a sus niños si ni tan siquiera en la mayoría de los casos sabían que esto podía suceder? Pues bien, en un alto porcentaje la respuesta es NO.
Cambiamos pues la palabra culpabilidad por responsabilidad. Y es que para disminuir las cifras del TEAF, tanto la administración, los estamentos sociosanitarios, como los propios profesionales que nos dedicamos a la salud, a la educación o la divulgación científica, tenemos un importante nivel de responsabilidad, una responsabilidad ineludible para transmitir la información y la formación necesaria sobre los daños que provoca el alcohol durante el embarazo y las complicaciones posteriores.
¿Quién es culpable pues? ¿la madre, los profesionales, la familia, la sociedad? A buen seguro que todos tenemos nuestra parte, yo no diría de culpa, pero al menos sí de responsabilidad. Y reflexionando diría que si alguien no es culpable en absoluto de lo que pasa es una madre que para nada desearía un daño para su hijo.
Y si queremos mejorar todo esto, pues bueno igual entre todos juntos lo podremos conseguir, claro, sin olvidarnos del papel importante que podría tener en esto la propia industria alcoholera ya que es más que necesaria su colaboración con las advertencias en el etiquetado, en la explicación de los riesgos, en la composición química, es decir, en informar a los consumidores de que aquello que están tomando es indudablemente un tóxico.
Bonito reto que tenemos por delante, con un claro objetivo de evitar que se verbalicen frases como las que titulan este artículo: “Me siento culpable, bebí durante el embarazo”.
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