La presión social y familiar, y el temor a un estigma de por vida es mucho más fuerte en la mujer que en el hombre
El porcentaje de mujeres que acuden a Proyecto Hombre para tratar su adicción al alcohol y otras drogas es mucho menor respecto a los hombres: un 16% frente a un 84%. “La cuestión de género se refleja también en las adicciones, con una mayor dificultad para la población femenina a la hora de acceder a programas de tratamiento”, explica Elena Presencio, directora de la Asociación Proyecto Hombre.
“La problemática de las mujeres es muy diferente en muchos aspectos, más grave y requiere una atención específica”, añade Pedro Pedrero, presidente del Comité de Jornadas de la Asociación Proyecto Hombre. Por ello, la ONG celebra sus XX Jornadas bajo el título: “Proyecto Género: Visión Integral de la Intervención en Adicciones”, que comienzan hoy. El objetivo de estas jornadas es doble: presentar formas de intervención a la luz de la investigación y la evidencia científica; y promover la actualización y la reflexión permanente respecto al abordaje del género en el trabajo con adicciones.
Elena Presencio habla de la “invisibilización” de las mujeres en el ámbito de las drogodependencias. “Hay que señalar que si para una persona con adicción es difícil reconocer que tiene un problema, esa dificultad se agrava mucho más en la mujer”, apunta. La directora de la Asociación Proyecto Hombre, que representa a los 27 Centros distribuidos en España, subraya que “la presión social y familiar es mucho más fuerte sobre la figura femenina que sobre la masculina, al igual que lo es el temor a un estigma de por vida”.
“Parece que nuestros programas no son del todo accesibles. Es posible que nos falte mucho camino por recorrer en lo referente a la realidad que viven las mujeres con problemas de adicción”, indica Pedrero, quien a su vez es psicólogo y terapeuta del Centro de Proyecto Hombre Jaén que dirige. No obstante, agrega que la ONG, aplica la perspectiva de género en todos sus recursos: “la transversalización conlleva tener en cuenta la perspectiva de mujeres y hombres en la elaboración y puesta en marcha de programas e intervenciones”.
Perfil de las mujeres que acuden a Proyecto Hombre
Las mujeres atendidas en los centros de Proyecto Hombre tienen una edad media dos años mayor que los hombres, exactamente de 40 años. En general, las mujeres presentan un menor apoyo socio familiar y, por tanto, una mayor vulnerabilidad: un 10% vive con sus hijos, mientras que entre los hombres sólo llega al 1%. “Las cargas familiares pueden ser una de las principales causas por las que tienen más dificultad para acceder a tratamiento”, señala Elena Presencio.
Ese escaso soporte socio familiar, también provoca que su nivel de estudios sea sensiblemente menor que en el caso de los hombres. Asimismo, su estatus laboral también es más bajo: cuentan con mayor desempleo, más trabajo doméstico y jornadas laborales más reducidas. A causa de ello, las mujeres viven en mayor medida de ayudas económicas externas no derivadas del trabajo: familiares, amigos y ayudas sociales. En este sentido, los problemas de empleo preocupan en mayor porcentaje a las mujeres (26%) respecto de los hombres (22%) y necesitan asesoramiento laboral en mayor medida (31%) que los hombres (25%).
Por otra parte, ellas padecen problemas de salud crónicos que interfieren en su vida en mayor medida (41%) que los hombres (29%). Como consecuencia, toman más medicación de manera regular (35%) que los hombres (25%). Los problemas y trastornos mentales siguen el mismo patrón de severidad: las mujeres padecen más ansiedad y más depresión que los hombres. Solo en el caso de las conductas violentas los hombres refieren tener más problemas que las mujeres (42% frente al 39%).
En cuanto a los problemas legales, son mucho menores respecto de los hombres. En el momento del ingreso sólo tiene causas pendientes un 13% de mujeres frente al 21% de hombres, y apenas en un 3% su ingreso en Proyecto Hombre ha sido sugerido por un juez. En la misma línea, sólo un 3% está en libertad condicional.
El perfil de consumo problemático es esencialmente de alcohol (un 49,6% de mujeres y un 35,5% de hombres) frente al de ellos, que es la cocaína (un 36% de hombres y un 25% de mujeres). La edad de inicio en el consumo tanto de alcohol como del resto de sustancias, es más tardío en las mujeres que en los hombres.
Desde 2012, la evolución de las mujeres atendidas en Proyecto Hombre ha sufrido un leve incremento. Del 13,8% de 2012 (frente al 86,2% de varones) se ha pasado a un 16% en 2016.
¿Cómo aplica Proyecto Hombre la perspectiva de género?
Proyecto Hombre entiende que la intervención en adicciones desde la perspectiva de género es algo que se debe abordar en todas los ámbitos, desde la prevención a la reducción del daño pasando por el tratamiento hasta la reinserción socio laboral. Según Pedro Pedrero, la cuestión de género no es exclusivamente de mujeres: “solo desde un camino común que permita quitarse de encima estereotipos y barreras y comprometerse en la consecución de nuevos modelos sociales, podremos facilitar espacios de igualdad y equidad”.
Por ello, en los 27 Centros de Proyecto Hombre se desarrollan programas que abordan las necesidades específicas de hombres y mujeres, profundizando en cuestiones como la gestión emocional, la autoestima, la dependencia emocional, etc.
En concreto, Proyecto Hombre cuenta con programas y recursos de atención específicos para mujeres, como por ejemplo: programa de rehabilitación y reinserción para mujeres drogodependientes con hijos a su cargo y/o mujeres gestantes (recurso residencial); viviendas de apoyo al tratamiento; apoyo a mujeres drogodependientes víctimas de violencia de género; atención a víctimas de violencia contra las mujeres (parejas de personas con problemas de adicción); competencias marentales, etc.
El programa de apoyo a parejas de personas en tratamiento se desarrolla exclusivamente con mujeres, con las parejas de los hombres que se encuentran en tratamiento. Por un lado, es un grupo de desahogo emocional pero al mismo tiempo es un espacio de crecimiento personal para empoderar a la mujer. Los objetivos más importantes que se trabajan son: la autoestima, el desahogo emocional, el posicionamiento con las parejas y con la familia de las parejas, el control de impulsos, la gestión propia de las emociones (suelen ser parejas dependientes emocionalmente), el no sentirse culpables, etc.
En los programas específicos para hombres se aborda: coeducación en la igualdad de género; construcción de nuevas masculinidades; competencias parentales; violencia de género; la cotidianidad de la desigualdad social, educativa, etc.; comunicación y resolución de conflictos; fomento del pensamiento crítico respecto a la cuestión de igualdad, para romper mitos y estereotipos, etc.
En los programas mixtos también se trabaja: la prevención de violencia y relaciones de dependencia afectiva; la reducción de los factores de desigualdad, incomprensión y estigmatización de las mujeres; la importancia de los roles; educación afectivo-sexual, etc.
Asimismo, Proyecto Hombre cuenta con la Escuela de familias online, dirigida a padres y madres con hijos e hijas adolescentes. El objetivo es dotar de recursos a las familias para fomentar valores, recursos y estrategias que favorezcan la prevención de conductas de riesgo en las y los jóvenes.
De esta manera, Proyecto Hombre vela por la transversalidad de la perspectiva de género, teniendo en cuenta el perfil de mujeres y hombres atendidos. “El objetivo último es que logren el grado de autonomía personal suficiente que les permita estar en situación de igualdad en una sociedad que tiene aún mucho por hacer en lo referente a la perspectiva de género”, concluye Pedro Pedrero.
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