Jóvenes ante la crisis: nuevos discursos y modelos de vida en torno a la juventud en España I
“La moderna racionalidad líquida recomienda los abrigos livianos y condena las corazas de acero. La moderna razón líquida ve opresión en los compromisos duraderos; los vínculos durables despiertan su sospecha de una dependencia paralizante. Esa razón le niega sus derechos a las ataduras y los lazos, sean espaciales o temporales. Para la moderna racionalidad líquida del consumo, no existen ni necesidad ni uso que justifiquen su existencia” escribe Zygmunt Bauman en su obra Amor líquido. Acerca de la fragilidad de los vínculos humanos. Así, el sociólogo polaco plantea una nueva etapa de la modernidad donde las personas y, principalmente, los jóvenes, son incapaces de asumir ningún compromiso duradero porque sus vidas se hallan en una transitoriedad permanente. No hay nada fijo. La estabilidad se ha esfumado. Es imposible encontrar un trabajo estable porque se busca la flexibilidad del mercado laboral. Las parejas son ataduras en un mundo donde nada permanece. Y las personas se hallan siempre buscando un cambio constante en el intento por satisfacer sus necesidades de manera inmediata, marcadas por una cultura consumista que se mueve estimulando los deseos.
De esta manera, las bases en las que se sustentaba el modelo cultural de la sociedad industrial están transformándose. Anteriormente, la transición hacia la vida adulta se realizaba en un proceso lineal por el que se generaban biografías diferenciadas en función del sexo: los hombres se dedicaban a tareas productivas con el trabajo fuera del hogar mientras que las mujeres cumplían un papel reproductivo con la crianza de los hijos nacidos en el matrimonio. Sin embargo, todo esto está cambiando, tal y como apunta Saúl Mira, sociólogo y autor de las investigaciones Imaginarios de la juventud. Los jóvenes universitarios frente a la transición a la vida adulta y La crisis económica española y su efecto en la incorporación laboral en los jóvenes: “En la actualidad esta línea se ha roto y la vida adulta ha pasado a estar caracterizada por la vulnerabilidad, la reversibilidad y la incertidumbre. En este momento no podemos hablar de procesos lineales y biografías normalizadas, sino que se trata, más bien, de trayectorias socialmente estructuradas y condicionadas que dan lugar a una gran diversidad de procesos. De este modo la individualización y el riesgo se configuran como conceptos centrales en el grueso de las investigaciones de las transiciones a la vida adulta, tras la ruptura de los procesos lineales de la emancipación de la era industrial y su sustitución por los conceptos de Itinerarios vitales”. Éstos están ligados a la relevancia que han adquirido las decisiones tomadas por las jóvenes, hecho que, a su vez, se deriva, de la incertidumbre que provoca el debilitamiento de las estructuras sociales. En este sentido, concluye Mira: “La transición a la vida adulta será concebida como un proceso laminar delimitado por dos fronteras permeables, la posición o el rol de dependencia en un extremo y en el otro el de la independencia, entendiendo que este proceso no posee un carácter unidireccional sino que, en la sociedad del riesgo, los jóvenes representan alternativamente posiciones y roles de dependencia-independencia en elecciones individuales influidos por la interacción de las familias, la situación de los mercados y las políticas de los Estados del Bienestar”.
La juventud es un periodo de cambios, de descubrimiento, de experimentación. En este sentido, José Antonio Alcoceba, doctor en sociología que ha realizado numerosas investigaciones en torno a la juventud y que, actualmente, imparte un máster de transiciones a la vida adulta, apunta: “En la juventud se dan una serie de circunstancias vitales que tienen que ver con la propia construcción de la personalidad y de la identidad que hace que sea una época de descubrimiento. Eso implica que en algunos de ellos también se corren algunos riesgos”. En España, la transición de los jóvenes a la vida adulta se estaba prolongando antes de la crisis económica y financiera de 2008, ya que resultaba difícil para los jóvenes encontrar un trabajo suficientemente estable con unos ingresos que les permitieran crear su propio núcleo independiente o su propia familia. La prolongación de la etapa juvenil es un fenómeno que se asocia, habitualmente, con las sociedades complejas del Primer Mundo. No obstante, en la actualidad, las tasas de paro juvenil (menores de 25 años) se sitúa en un 57’6%. No obstante, a la hora de asumir las responsabilidades de la vida adulta, además del trabajo, existen múltiples factores que interfieren. “Normalmente se hace depender no solo de la independencia económica sino de tener una situación que permita una vivienda propia, un trabajo estable, una situación social de reconocimiento. O sea si yo tengo un trabajo hoy pero no sé si lo voy a tener dentro de dos años o dentro de cuatro años, pues a lo mejor no quiero ni formar una familia, ni casarme, ni hacer nada. Segundo, pensar que uno está en la situación adecuada para consolidarse profesionalmente. Si una persona por mucho que tenga un trabajo y por mucho incluso que ese trabajo sea estable, si piensa que no es el trabajo adecuado para ella, estará en una situación de espera. Tercero, que uno piense que la situación que tiene socialmente posee un mínimo de reconocimiento. Si yo no me considero insertado en la sociedad o insertado en una determinada comunidad, normalmente no voy a querer formar una familia tampoco”, explica Ignacio Socías, director general de The Family Watch.
En este sentido, Jennifer Marín, estudiante de psicología, afirma: “Sin trabajo fijo me es imposible poder compartir piso con mi pareja. Así que seguimos como novios adolescentes. Nuestra ilusión sería poder tener nuestro propio hogar, nuestro espacio. Pero correr con los gastos es imposible”. Asimismo, José Miguel Pastor, que, actualmente, trabaja como conserje, considera que la crisis afecta a la hora de plantearse tener pareja “porque son gastos en el sentido de invitar a la novia a cenar, invitarla al cine, invitarla a copas. En ese sentido sí porque, por ejemplo, yo tengo mis gastos cubiertos y si tuviera una novia me gustaría darle sus regalos y sus caprichos”. No obstante, para Jordi Pacual, estudiante de periodismo, la crisis no afecta a la decisión de tener pareja: “Ni de broma, si se entiende la pareja como una compañera de vida, la crisis no es un problema, incluso te abre la posibilidad de tener una compañera de lucha».
Si quieres leer la segunda parte del artículo pincha aquí


Latest posts by Independientes (see all)
- Ventajas de tener un seguro contratado - julio 11, 2022
- Recaída en el alcoholismo en verano: principales riesgos y cómo evitarlo - junio 28, 2022
- La FAD es ahora Fundación FAD Juventud - junio 27, 2022