Información sobre la cocaína
Francisco Pascual | Médico en la Unidad de Conductas Adictivas de Alcoy
Historia:
La cocaína se obtiene de las hojas del arbusto del Coca (Erytroxylon coca), planta originaria de los Andes y que se cultiva en América del Sur, en Indonesia y en algún estado africano.
La coca es un arbusto de la familia de las eritroxiláceas, con hojas alternas, aovadas y enteras, flores blanquecinas y fruto en baya pequeña y roja, crece hasta una altura media de un metro y contiene hasta 14 – 17 alcaloides distintos de los que el más conocido y estudiado es la cocaína, dándose su cultivo desde la región caribeña y centroamericana hasta la cuenca del Amazonas, para su cultivo son necesarios una altitud de entre los 500 a los 1.200 metros y un clima tropical.
No se conoce ninguna planta en el Viejo Mundo que contenga cocaína.
El uso de la coca se data en el año 5000 a. d. C. y se ha observado en restos funerarios del 2500 a de C.
Fue durante el año 1859, el científico alemán de la Universidad de Gotinga, Albert Niemann, aisló el alcaloide principal de la coca: la cocaína. En el proceso utilizó básicamente alcohol, ácido sulfúrico bicarbonato sódico y éter. Comercializándose rápidamente como alimento para los nervios y como forma inofensiva de curar la tristeza, tensor de las cuerdas vocales se empleaba por los artistas del Bel canto e incluso una década más tarde se atribuía a su uso por parte de las mujeres el otorgarles “sempiterna vitalidad y hermosura”.
Francisco Pascual | Médico en la Unidad de Conductas Adictivas de Alcoy
Historia:
La cocaína se obtiene de las hojas del arbusto del Coca (Erytroxylon coca), planta originaria de los Andes y que se cultiva en América del Sur, en Indonesia y en algún estado africano.
La coca es un arbusto de la familia de las eritroxiláceas, con hojas alternas, aovadas y enteras, flores blanquecinas y fruto en baya pequeña y roja, crece hasta una altura media de un metro y contiene hasta 14 – 17 alcaloides distintos de los que el más conocido y estudiado es la cocaína, dándose su cultivo desde la región caribeña y centroamericana hasta la cuenca del Amazonas, para su cultivo son necesarios una altitud de entre los 500 a los 1.200 metros y un clima tropical.
No se conoce ninguna planta en el Viejo Mundo que contenga cocaína.
El uso de la coca se data en el año 5000 a. d. C. y se ha observado en restos funerarios del 2500 a de C.
Fue durante el año 1859, el científico alemán de la Universidad de Gotinga, Albert Niemann, aisló el alcaloide principal de la coca: la cocaína. En el proceso utilizó básicamente alcohol, ácido sulfúrico bicarbonato sódico y éter. Comercializándose rápidamente como alimento para los nervios y como forma inofensiva de curar la tristeza, tensor de las cuerdas vocales se empleaba por los artistas del Bel canto e incluso una década más tarde se atribuía a su uso por parte de las mujeres el otorgarles “sempiterna vitalidad y hermosura”.
Uso:
Durante el siglo XIX sobre la base de los conocimientos previos que se tenían sobre las hojas de coca, la cocaína llegó a alcanzar un prestigio tanto científico como social, y se utilizó como remedio en algunas enfermedades. Uno de los primeros usos fue la anestesia local.
El caso más famoso es el Sigmund Freud el cual empezó a ensayar durante el año 1880 su uso para el tratamiento de la neurastenia o fatiga nerviosa.
Entre las utilidades que se le dieron en el siglo XIX y principios del XX cabe destacar su utilización para fortificar el corazón, estimular la circulación, excitar el espíritu y mejorar las funciones digestivas. Se prescribía además para la debilidad, el agotamiento, la neurastenia, el estrés, el alcoholismo, la fatiga sexual y la gripe. Incluso se llegó a afirmar que con su uso se podría incluso prescindir de los asilos para alcohólicos, y conseguir su cura radical en 10 días.
Aunque algunos científicos empezaban a temer por los efectos secundarios e incluso por la posible adicción cocaínica, Freud llegó asegurar que su consumo no producía deseo compulsivo sino cierta aversión al aumentar la dosis.
Pero incluso Freud, pocos años más tarde, pudo experimentar con un colega suyo los efectos secundarios de la cocaína. El tratamiento consistió en inyecciones subcutáneas para tratar el dolor por una amputación y la adicción provocada por la morfina que su paciente y amigo había consumido para mitigar el dolor. Las dosis de cocaína tuvieron que ir en aumento y al cabo de cierto tiempo terminaron por provocar paranoia, delirios y pérdida de autocontrol. La cocaína no era tan inofensiva como parecía en un principio.
Efectos:
La cocaína penetra directamente en el sistema nervioso central (S.N.C.) a través del torrente sanguíneo produciendo una sensación agradable, anestésica y estimulante.
Es un estimulante SNC que eleva el estado de ánimo, aumenta la energía y disminuye el apetito. Provoca insomnio, aumento rendimiento y disminución sensación fatiga, produce hiperactividad motora e incrementa la fluidez verbal. Otro efecto es el de servir de anestésico local o periférico.
Consecuencias:
Entre las consecuencias psicológicas encontramos: Ansiedad e irritabilidad, alteraciones en la percepción, confusión, alteraciones en capacidad crítica y discriminativa, reacciones paranoides, conducta esterotipada, anhedonia y disforia tras el cese de consumo.
Y por supuesto con gran capacidad de provocar adicción, con compulsión o deseo intenso o necesidad irreprimible de consumir la droga y de obtenerla por cualquier medio, tolerancia o tendencia a incrementar la dosis, dependencia psíquica y/o física a la droga y con efectos perjudiciales para el sujeto, para la sociedad o para ambos.
En caso de consumos agudos aparece: ansiedad, agitación psicomotriz, aumento de actividad, desinhibición, disminución capacidad de juicio, alucinaciones, temblor, náuseas y vómitos, dolor torácico, taquicardia y arritmias, hipertensión arterial, midriasis, sudoración, convulsiones, alteraciones del movimiento, cefalea, rabdomiolisis, hipertermia, síndrome serotoninérgico e incluso parada cardiorrespiratoria.
Tratamiento:
Para el tratamiento de la intoxicación aguda no hay antagonistas específicos y el tratamiento consistirá básicamente en controlar las constantes vitales y tranquilizar al paciente.
Para la dependencia a la sustancia, como no se observa un cuadro de abstinencia físico, se puede dejar de consumir de forma brusca, controlando solamente la ansiedad y la depresión, con ansioliticos y tranquilizantes. No hay, no obstante un tratamiento específico.
En cualquier caso el tratamiento final debe ir acompañado de una intervención psicoterapéutica, basada en un incremento de la motivación hacia el cambio y preferentemente con un enfoque cognitivo – conductual. En la intervención integral del “problema” será muy útil contar con un familiar de apoyo, que puede tutelar la medicación, apoyar en la realización de actividades, en la resocialización del individuo o simplemente en el control de los probables consumos, intentando evitar recaídas.
Uso:
Durante el siglo XIX sobre la base de los conocimientos previos que se tenían sobre las hojas de coca, la cocaína llegó a alcanzar un prestigio tanto científico como social, y se utilizó como remedio en algunas enfermedades. Uno de los primeros usos fue la anestesia local.
El caso más famoso es el Sigmund Freud el cual empezó a ensayar durante el año 1880 su uso para el tratamiento de la neurastenia o fatiga nerviosa.
Entre las utilidades que se le dieron en el siglo XIX y principios del XX cabe destacar su utilización para fortificar el corazón, estimular la circulación, excitar el espíritu y mejorar las funciones digestivas. Se prescribía además para la debilidad, el agotamiento, la neurastenia, el estrés, el alcoholismo, la fatiga sexual y la gripe. Incluso se llegó a afirmar que con su uso se podría incluso prescindir de los asilos para alcohólicos, y conseguir su cura radical en 10 días.
Aunque algunos científicos empezaban a temer por los efectos secundarios e incluso por la posible adicción cocaínica, Freud llegó asegurar que su consumo no producía deseo compulsivo sino cierta aversión al aumentar la dosis.
Pero incluso Freud, pocos años más tarde, pudo experimentar con un colega suyo los efectos secundarios de la cocaína. El tratamiento consistió en inyecciones subcutáneas para tratar el dolor por una amputación y la adicción provocada por la morfina que su paciente y amigo había consumido para mitigar el dolor. Las dosis de cocaína tuvieron que ir en aumento y al cabo de cierto tiempo terminaron por provocar paranoia, delirios y pérdida de autocontrol. La cocaína no era tan inofensiva como parecía en un principio.
Efectos:
La cocaína penetra directamente en el sistema nervioso central (S.N.C.) a través del torrente sanguíneo produciendo una sensación agradable, anestésica y estimulante.
Es un estimulante SNC que eleva el estado de ánimo, aumenta la energía y disminuye el apetito. Provoca insomnio, aumento rendimiento y disminución sensación fatiga, produce hiperactividad motora e incrementa la fluidez verbal. Otro efecto es el de servir de anestésico local o periférico.
Consecuencias:
Entre las consecuencias psicológicas encontramos: Ansiedad e irritabilidad, alteraciones en la percepción, confusión, alteraciones en capacidad crítica y discriminativa, reacciones paranoides, conducta esterotipada, anhedonia y disforia tras el cese de consumo.
Y por supuesto con gran capacidad de provocar adicción, con compulsión o deseo intenso o necesidad irreprimible de consumir la droga y de obtenerla por cualquier medio, tolerancia o tendencia a incrementar la dosis, dependencia psíquica y/o física a la droga y con efectos perjudiciales para el sujeto, para la sociedad o para ambos.
En caso de consumos agudos aparece: ansiedad, agitación psicomotriz, aumento de actividad, desinhibición, disminución capacidad de juicio, alucinaciones, temblor, náuseas y vómitos, dolor torácico, taquicardia y arritmias, hipertensión arterial, midriasis, sudoración, convulsiones, alteraciones del movimiento, cefalea, rabdomiolisis, hipertermia, síndrome serotoninérgico e incluso parada cardiorrespiratoria.
Tratamiento:
Para el tratamiento de la intoxicación aguda no hay antagonistas específicos y el tratamiento consistirá básicamente en controlar las constantes vitales y tranquilizar al paciente.
Para la dependencia a la sustancia, como no se observa un cuadro de abstinencia físico, se puede dejar de consumir de forma brusca, controlando solamente la ansiedad y la depresión, con ansioliticos y tranquilizantes. No hay, no obstante un tratamiento específico.
En cualquier caso el tratamiento final debe ir acompañado de una intervención psicoterapéutica, basada en un incremento de la motivación hacia el cambio y preferentemente con un enfoque cognitivo – conductual. En la intervención integral del “problema” será muy útil contar con un familiar de apoyo, que puede tutelar la medicación, apoyar en la realización de actividades, en la resocialización del individuo o simplemente en el control de los probables consumos, intentando evitar recaídas.


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