Entrevista a Ana Lima Fernández, presidenta del Consejo General del Trabajo Social
«La función del trabajador social es importante para realizar un diagnóstico social que ayude a conocer las necesidades de cada persona con adicción»
Ana Lima Fernández es la presidenta del Consejo General del Trabajo Social, entidad que ha firmado con motivo de estas Jornadas Nacionales un convenio de colaboración con Socidrogalcohol.
Pregunta. ¿Por qué es tan importante esta firma del convenio entre ambas entidades?
Respuesta. Para nosotros es muy importante porque de alguna manera pone de manifiesto esa colaboración que queremos hacer con otras profesiones para enfocar el trabajo de forma multidisciplinar e interdisciplinar con ese aspecto biopsicosocial. Es decir, trabajar de una forma integral todas las cuestiones que se deben trabajar en una persona que o bien ya tiene una adicción, o también la prevención. Hay que tener en cuenta no solo cuestiones sanitarias o médicas sino también su entorno familiar, individual, social, familiar; y hay que trabajar desde esa prevención y desde ese tratamiento y la reinserción social, si es que ha habido un proceso de aislamiento.
P. ¿Se olvida en ocasiones la vertiente social?
R. Yo creo que a veces cuando trabajamos las adicciones centramos demasiado las cuestiones en el tratamiento y la abstención, que por supuesto son fundamentales, pero hay que tener en cuenta que en una conducta de consumo influyen muchos factores, hay algunos que tienen que ver con ese automatismo social en el cómo vivimos, desde el punto de vista también de salud pública, sanitarias, sociales, la permisividad del entorno, problemas que pueden llevar a la persona a tener conductas adictivas, que a veces de una manera engañosa se piensa que eso va a aliviar; cuando lo que estamos viendo es que las consecuencias generan una serie de problemas que hace que todo sea un abordaje mucho más complejo. Es decir, hay personas que además del problema de la adicción empiezan a tener problemas de salud mental, empiezan a cometer delitos, pueden tener un absentismo laboral o escolar; y todo eso les va generando malestar, es como una bola de nieve que va engordando y llega un momento en el que la persona ya no lo puede manejar. La persona tendrá que volver a hacer su vida y aquí es donde puede volver a surgir el problema, si no hemos trabajado bien todo el entorno, la familia, la red de relaciones y el comportamiento; si no hemos logrado hacer un cambio en esas cuestiones, a veces va a ser muy probable que se produzca, incluso una recaída. También es cierto que hay personas que necesitan de un abordaje muy complejo. Vemos como hay personas que el tema del consumo les ha llevado incluso a delinquir y les ha llevado a la cárcel y toda su vida se va estropeando poco a poco a consecuencia de ese consumo. Hace falta tener unos recursos apropiados y garantizar que de esto se sale, que hay esperanza, que de esto se sale y que se pueden conseguir trasformaciones importantes en la vida de la gente.
P. ¿Cuál es el papel del trabajador social en todo lo que comenta?
R. Nuestro papel tiene que ver con colaborar con el equipo. En principio hay funciones que puede hacer cualquiera del equipo, como formar, asesorar, apoyar, pero yo creo que hay una cuestión fundamental muy importante y que es exclusiva del trabajador social que es esa valoración social. Ese diagnóstico social que hay que hacer para ver también qué necesidades tiene esa persona en ese aspecto, qué necesidades familiares, individuales y cómo podemos hacer una estrategia de intervención que sea exitosa. Para mí, desde mi punto de vista, es muy importante que se realice un pronóstico, que es saber qué itinerario y líneas de intervención se van a realizar, como decía no solo con la persona sino con su familia o su entorno- si lo hay y no se han roto todas las relaciones- e intentar recuperarlas. La idea es poder abordar ese cambio en la vida que necesita la persona para volver a tener unas pautas de salud y de comportamiento social otra vez normalizada.
P. ¿Cuáles son las consecuencias sociales que más se suelen ver en las personas que presentan un trastorno adictivo?
R. Las consecuencias sociales son quizás demasiado amplias, porque va a depender de cada caso, pero hay personas que a causa de su enfermedad mental que se suma al trastorno adictivo pueden tener problemas de comportamiento que les hace tener un aislamiento social y que la sociedad sienta miedo y los estigmatice. Y esto puede hacer que tengan un comportamiento antisocial, o violento o agresivo hacia su entorno. Hay personas que acaban empobrecidas porque tienen un absentismo laboral que hacen que se queden sin trabajo, que su familia desconfie de ellos y se queden sin apoyos de ningún tipo, sin una red de apoyo, con lo cual acaban en una situación de pobreza y exclusión que junto con su consumo hacen que acaben cometiendo delitos y muchos de ellos acaban en la cárcel. Vemos a gente con esa doble situación de consumo con un trastorno mental. También vemos a gente en situación de calle. La mayor parte de la gente que está en situación de calle son personas que tienen problemas de salud mental y una adicción. También se ha hablado, incluso en este congreso, de problemas de seguridad. Como la propia comunidad genera miedo hacia ciertas personas con conductas adictivas que pueden tener accidentes, violencia hacia otros, etc. y como todo eso se va haciendo una bola de nieve, como decía, que al final es muy difícil de tratar. También vemos que hay una cuestión de género, y que las mujeres tienen mucho más riesgo a la violencia y como los propios recursos sociales no están adaptados para tratar varias cosas. Es decir, hay un centro de violencia de género pero que no trata su adicción y entonces al final no funciona.
P. Habla un poco de las necesidades que existen, ¿Qué retos de futuro hay que afrontar?
R. Yo creo que los retos de futuro tienen que ver con una prevención medio ambiental. Ahora en trabajo social hablamos mucho de la sostenibilidad, del desarrollo sostenible y es verdad que hay que tener en cuenta todos los factores, físicos, económicos, sociales, etc. todo eso tienen que acompañar los recursos humanos. Los equipos tienen que tener esa visión integral. Hay que poner a las personas en el centro de la intervención y tiene que hacerse desde esos equipos interdisciplinares donde las personas somos únicas. Puede haber personas que tienen un problema de adicción y además otro problema social añadido, otro problema de salud añadido; y con ellos la forma de abordaje debe ser multidimensional y hay que tratar cada una de las dimensiones afectadas a parte de la adicción. Esa visión es fundamental, de la dimensión biopsicosocial y que hay que trasladar a la atención. También hay que hacer muy grande la prevención, eso es fundamental, no solo tratar un problema cuando ya existe sino además prevenirlo. La coordinación entre recursos es muy importante, porque como decía, la persona puede tener problemas sociales, legales, etc. y todo eso tiene que trabajarse desde los distintos recursos, que tienen que estar muy bien coordinados.
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